Señores siervos de DIOS que lucran con el evangelio tengan piedad de las ovejas
-Sí, sin duda. El dinero y el ateísmo están íntimamente vinculados. El ateísmo crece en las sociedades más opulentas porque el dinero es un sustituto de Dios. Aquella cosa evangélica de «No podéis servir a los señores» creo que es cierta, es incompatible y, además, el dinero como es un ídolo, es decir, es un simulacro de Dios pues al final crea, para imponer su religión, una pantomima religiosa. El capitalismo financiero es algo grotesco: pensar que el dinero se puede multiplicar por arte de birlibirloque, sin ligazón con la riqueza real. Es decir, que las acciones se pueden multiplicar de hoy a mañana por dos o por diez, sin que la riqueza natural que representa se haya multiplicado. Esto es algo demoníaco, y además una parodia cristiana, o sea, la multiplicación del falso Dios. La proximidad al dinero te aleja de Dios y, por lo tanto, te va encanallando. Y, en realidad, lo que padecemos hoy, que algunos llaman crisis económica y que otros poniéndose más interesantes llaman «crisis de valores» -lo cual resulta más repugnante- es una apostasía. Lo que estamos viviendo son los efectos de una apostasía. De una sustitución de Dios por un sucedáneo, por un simulacro idolátrico.
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