Para un creyente cristiano, no puede
pasar desapercibido de que la humanidad está viviendo tiempos realmente
difíciles, es indudable que el hombre ha traspasado los límites para con el
Creador y su ley. Los diez mandamientos fueron entregados en su momento a
Moisés para que les sirvieran al pueblo elegido y por su intermedio a todos los
hombres como el comienzo en su relación con Dios, a partir de ellos el ser
humano debe desarrollarse como tal y alcanzar la promesa del Reino; estos
solamente no se cumplen o se intentan cumplir, sino que su trasgresión ya no
genera ni siquiera sentimientos de culpa, se ha perdido el concepto del pecado.
Citémoslos y que cada uno saque
su conclusión respecto a lo expuesto:
1. Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
2. No tomarás en falso el nombre
del Señor tu Dios.
3. Acuérdate de santificar el día
del Señor.
4. Honra a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás adulterio.
7. No robarás.
8. No darás testimonio falso contra
tu prójimo.
9. No codiciarás la mujer de tu
prójimo.
10. No codiciarás los bienes ajenos.
Cada uno de estos mandatos no se
agota en la corta frase que lo enuncia, sino que debe ser ampliado en todo lo
que le es concerniente así por ejemplo:
En el cuarto mandamiento debe
entenderse:
§ Que Dios quiere que después que
a El, honremos a nuestros padres y a los que El reviste de autoridad para
nuestro bien.
§ La comunidad conyugal está
establecida sobre la alianza y el consentimiento de los esposos. El matrimonio
y la familia están ordenados al bien de los cónyuges, a la procreación y a la
educación de los hijos.
§ La salvación de la persona y de
la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la
comunidad conyugal y familiar.
§ Los hijos deben a sus padres
respeto, gratitud, justa obediencia y ayuda.
§ Los padres son los primeros
responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas
las virtudes. Tienen el deber de atender, en la medida de lo posible, las
necesidades materiales y espirituales de sus hijos.
§ Los padres deben respetar y
favorecer la vocación de sus hijos.
§ La autoridad pública está
obligada a respetar los derechos fundamentales de la persona humana y las
condiciones del ejercicio de su libertad.
§ El deber de los ciudadanos es
cooperar con las autoridades civiles en la construcción de la sociedad en un
espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad.
En el quinto mandamiento debe
entenderse:
§ Toda vida humana desde el
momento de la concepción hasta la muerte es sagrada.
§ Causar la muerte a un ser humano
es gravemente contrario a la dignidad e la persona y a la santidad del Creador.
§ La prohibición de causar la
muerte no suprime el derecho de impedir que un injusto agresor cause daño. La
legitima defensa es un deber grave para quien es responsable de la vida de otro
o del bien común.
§ Desde su concepción, el niño
tiene el derecho a la vida. El aborto directo, es decir buscado como un fin o
como un medio, es una practica infame, gravemente contraria a la ley moral.
§ La eutanasia voluntaria
cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio.
§ El suicidio es gravemente
contrario a la justicia, a la esperanza y a la caridad.
§ El escándalo constituye una
falta grave cuando por acción u omisión se induce deliberadamente a otro a
pecar.
§ La carrera armamentista es una
plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable.
En el séptimo mandamiento debe
entenderse:
§ Que prescribe la práctica de la
justicia y de la caridad en el uso de los bienes terrenos y de los frutos del
trabajo de los hombres.
§ Los bienes de la creación están
destinados a todo el género humano. El derecho a la propiedad privada no anula
el derecho universal de los bienes.
§ Toda manera de tomar y de usar
injustamente un bien ajeno es contraria a este mandamiento.
§ La corrupción y el peculado son
contrarios a este mandamiento.
De
la misma manera debe ampliarse el mandato de cada uno de ellos.
El comportamiento social e
individual de los hombres se ha envilecido y relajado moralmente de tal manera
que es dable esperar una acción correctiva de Dios, como lo hizo en el pasado.
Es por ello que creo necesario exponer sobre el fin de los tiempos, tomando
como base el libro del Apocalipsis y las profecías bíblicas y privadas sobre este
evento que a mi juicio se avecina.
Así
como en el origen Dios respetó el libre albedrío del ser creado a su imagen, y
le permitió pese al infinito amor que le tenía que se equivocara y lo
ofendiera; así también a lo largo de su relación siguiente con el hombre, Dios
respeta su libre albedrío para llevar adelante el plan de salvación. Esta es
la manera en que debemos interpretar las intervenciones directas de Dios o las
indirectas por medio de los profetas, a lo largo de la historia de la salvación.
Es decir que todo el actuar de Dios en la historia humana, está condicionado a
la respuesta del hombre o de los hombres a los cuales se dirige en un momento
determinado.
El
llamado a la Fe en Abraham, la misión encomendada a Moisés, el sí de María para
la venida del Mesías, se concretaron porqué esos hombres y mujeres por decisión
personal y libre aceptaron que se cumpliera la voluntad del Creador. Es
posible entonces pensar que hubo hombres antes de Abraham que fracasaron en la
prueba de Fe, y hubo mujeres antes de María que negaron el sí para la
encarnación del Hijo de Dios, no creo que Dios predestine compulsivamente a
ninguna persona para una determinada tarea, sino que elige a aquellos que por
sus condiciones pueden ejecutarlas y les pide, tácitamente o misteriosamente,
que en uso de su libertad acepte o rechace su pedido.
De
igual manera cuando los profetas anunciaron castigos para el pueblo elegido,
siempre condicionaron su cumplimiento a un acto de arrepentimiento y de
conversión sincera. Desde este punto de vista la acción de Dios en el mundo es
condicional; así lo fue la destrucción de Sodoma y Gomorra, la que pudo
evitarse de haberse encontrado en ellas al menos diez justos (Gn. 18 16,32). El cumplimiento de las
profecías por lo tanto está referido a la actitud que el hombre adopte y en
lo referente al fin de los tiempos el momento de su cumplimiento es
también relativo, por tal motivo Cristo
mismo dice, que la hora y el día solamente son conocidos por el Padre.
A
través de este escrito trataré de mostrar que tanto las profecías bíblicas,
como las privadas y las intervenciones marianas, están indicando para nuestra
época la ocurrencia de un suceso trascendental para la humanidad, como es la segunda
venida de Cristo y el fin de los tiempos. Buscaré asimismo establecer que el
hombre actual ya ha dado su respuesta, con lo cual solo resta observar el cumplimiento
inevitable del proyecto de Dios.
En
los primeros tiempos de la Iglesia de Cristo, sus discípulos organizaban su vida
en la espera del retorno inminente de su Señor y Maestro. Al transcurrir el
tiempo y no verificarse la vuelta de Jesús, la Iglesia comenzó a perder
paulatinamente el concepto del fin de la historia y a darle un sentido más
permanente al mundo - en su sentido bíblico - y sus negocios. Actualmente son
pocos los católicos que comprenden lo transitorio del mundo y esperan la
segunda venida de Cristo, punto culminante de la historia de la salvación.
Es
evidente que ha invadido al cuerpo de la Iglesia, sin excluir a sus Pastores y
Ministros, una clara tendencia a postergar lo más posible el fin de los
tiempos, y así negar si no en la doctrina en la practica, el regreso de Cristo
a este mundo y el consiguiente juicio final.
La pregunta que deberíamos hacernos
todos los católicos en esta época es: ¿Debemos ocuparnos del fin de los
tiempos?
La
respuesta es obvia a poco que echemos una mirada a la realidad que nos rodea.
El racionalismo, el modernismo,
el sincretismo, han invadido de tal forma el cuerpo social de la llamada
"civilización cristiana", que La
verdad enseñada por Nuestro Señor Jesucristo, cuyo fundamento es Dios, ha
quedado relativizada por causa de un falso humanismo, que en el fondo solamente busca reemplazar a Dios por el hombre,
la verdad hoy es un concepto relativo a cada hombre y así oímos hablar de mi
verdad, de tu verdad; la verdad absoluta ya no existe.
La palabra más usada en la
actualidad es: libertad, en su nombre todo debe ser aceptado, la tolerancia, la
comprensión y el diálogo son los fundamentos que se invocan en reemplazo de la
verdad.
La
Iglesia Católica no ha podido sustraerse de ésta corriente que todo lo arrastra
y podemos observar a muchos de sus Pastores sucumbir en la transmisión de la
enseñanza de la verdad tal vez seducidos por las voces del mundo. Los dogmas,
la tradición y aun las Sagradas Escrituras, son cuestionadas y puestas a
juicio, como si La Iglesia fuese la creadora y no lo que es realmente;
depositaria de la verdad.
El
cientificismo actual pretende imponer conceptos científicos a lo que está más
allá de toda ciencia y siendo el relativismo uno de los pilares del avance de
las ciencias, todo se relativiza incluso la relación del hombre con Dios su
creador. Las verdades de Fe que tan claramente conocíamos en la catequesis
pasada, han sido inmoladas en el altar del ecumenismo, la conducta social la
establece el voluntarismo del hombre y no la ley de Dios.
La
Democracia considerada por muchos como la forma más acabada de gobierno
político, pretende ser impuesta como herramienta de decisión en cuestiones de
fe, el Sumo Pontífice debería entonces aceptar el sufragio de la mayoría de
los Pastores para resolver diferencias teológicas; por ello la voluntad de
Dios, que dio a Pedro y en este a su sucesor, las llaves del Reino, puede
cambiarse por la voluntad del hombre.
La Verdad que nos hace libre,
según nos enseña Jesús, deja de ser absoluta y puede ser modificada por el
libre albedrío del hombre con la única condición que contemple la opinión de la
mayoría.
Jesús
dijo "mi reino no es de este mundo", sin embargo las teologías de la
evolución de la sociedad humana - Theilard De Chardin - y de la liberación,
son claros exponentes de lo contrario, ambas por caminos distintos manifiestan
el triunfo del hombre por si mismo, una mediante el desarrollo social
evolutivo y por la revolución permanente la otra. La teología de la liberación
llevada al extremo transforma al creyente en un activista social, el cual puede
y debe hacer alianza con cualquier ideología que sirva para el propósito de
establecer el reino por el camino que convenga, incluso por la revolución violenta.
La teología de la evolución ignorando al pecado, confía en la fuerza evolutiva
de la razón humana, para establecer el reino de Dios.
El racionalismo ha invadido el
cuerpo de La Iglesia, todo debe ser encasillado dentro de los límites de la
razón, hay que anular el misterio. La crítica racionalista de las Sagradas
Escrituras no obtuvo su objetivo principal: la demostración de que son
solamente mito y leyenda, pero introdujo en el estudio de las mismas métodos
que detrás de una fachada científica, han conseguido racionalizar la Biblia,
incluso excluyendo la acción directa de Dios en sus escritos.
Los
libros sagrados son analizados hasta en sus detalles mínimos en búsqueda de
argumentos que permitan eliminar todo aquello considerado contrario al
entendimiento humano. No se niega la existencia de los profetas, pero en la
practica en muchos casos se anula la profecía al sugerirse en notas al pie de
ediciones bíblicas, que el autor del libro profético relata solamente acontecimientos
que han tenido lugar durante su vida; cuando el libro supera el lapso de la
vida humana, se explica que ha sido escrito por varios autores contemporáneos
a los hechos que relatan. Se acepta sin embargo que dichos relatos podrían
tener un sentido simbólico más amplio, sobre acontecimientos lejanos en el
tiempo, en particular en las profecías que Jesús considera cumplidas en él,
pero aquellas que claramente se refieren al fin de la historia humana son en
general dadas por cumplidas.
Parecería fuese un crimen
aceptar que el Espíritu reveló a hombres comunes, acontecimientos que tendrían
lugar lejos en el tiempo.
Algunos
libros como: el Génesis o Jonás, son considerados lisa y llanamente leyendas,
se le dice al creyente que las cosas no fueron así, pero tampoco se les dice
como, lo cual los deja más confusos y perplejos que antes.
Si no existe el misterio, no se
entiende entonces la relación que tiene Dios que es el mayor Misterio con el
hombre, entonces el Dios trascendente no es necesario, el hombre puede
bastarse a sí mismo; Dios puede o no existir ya no es importante. El deísmo
- que es la negación de la trascendencia de Dios - a triunfado y la
consecuencia es clara, Dios ya no es el punto de referencia en las decisiones
del hombre, no interesa su voluntad sino lo que conviene a sus intereses.
Luego un legislador puede llamarse católico y votar favorablemente la ley de
divorcio o la legalización del aborto.
En
el ámbito de lo profano la realidad no es muy diferente, un falso humanismo que
ha hecho suyas virtudes fundamentalmente cristianas, como: la libertad, la
igualdad y la fraternidad; ha creado entre los hombres un falso sentido de
justicia que se manifiesta en el renunciamiento a la verdad absoluta y en la
creación de seudo valores totalmente contrarios a la ley de Dios. En el afán
de no parecer discriminatorios y/o sectarios, los hombres aceptan como
normales comportamientos totalmente contrarios a las enseñanzas de Dios. La
homosexualidad por ejemplo ya no es un perverso desvío del orden natural, sino
el ejercicio del derecho del hombre de vivir su libertad.
Un
mundo que se vanagloria de haber alcanzado un desarrollo sin precedentes del
conocimiento, no logra pese a su capacidad de hacerlo, implementar la justicia
en la relación entre los distintos pueblos y aun entre los distintos hombres
de un mismo pueblo. La ciencia actual dirigida rectamente al bien común,
podría eliminar del mundo la miseria, el hambre y las desigualdades, sin
embargo es utilizada para el sometimiento de los más débiles. Una minoría
usufructúa del conocimiento abandonando a una gran mayoría de marginados, miles
de niños mueren de hambre en un mundo donde sobran los alimentos, los ancianos
son marginados y abandonados por sus propios hijos y existe un culto enfermizo
de la juventud, en desmedro de la sabiduría que otorga la vida bien vivida.
Nunca
antes el mundo ha sido gobernado por dirigentes tan mediocres, la sensación que
asiste a muchos, es de que estamos dirigidos por inmaduros incapaces de
encontrar soluciones a la problemática de ésta época. La corrupción, la mentira,
el oportunismo y la violencia, son herramientas comunes de la gestión
política. Los valores evangélicos que alguna vez impregnaron el occidente
cristiano, sirven solo para ser citados con toda hipocresía por los
gobernantes, como una burla al sufrimiento de tantos marginados.
El
perverso orden económico mundial privilegia la economía por sobre las condiciones
sociales de los pueblos, la obtención de ganancias en un juego inmoral en las
diferentes bolsas de valores del mundo determinan las condiciones laborales e
incluso la posibilidad de que una multitud de hombres y mujeres a lo largo y
ancho del mundo dispongan de un trabajo que les permita vivir con dignidad a
ellos y a sus hijos. La salud y la educación le son negadas a enormes
multitudes proscriptas de acceder a las riquezas del mundo.
Si alguien piensa que los
hombres que detentan el poder puedan y quieran cambiar esta realidad, en verdad
le envidio el optimismo, yo no veo ninguna señal que me permita serlo y es por
ello que estoy convencido que la humanidad cruzó los límites en su relación con
Dios y solamente nos espera el cumplimiento de las últimas profecías.
J D C
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