APOSTATAS MODERNOS
Por el
Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
«Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme» (2 Pedro 2:1, 2, 3).
La tierra vive un tiempo de tinieblas cómo nunca, y es tan sólo esto una vislumbre de «el principio de dolores». Se prepara un Nuevo Orden Mundial que muchos no han percibido y que anuncia a voz de cuello la salida del Anticristo Escatológico como gobernante Universal. Se profetiza en las Iglesias (Neo) pentecostalistas carismáticas (súper ajenas en su mayor parte al conocimiento de la Palabra Santa) de manera falsa que las naciones actuales se habrán de convertir al Cristo, pero es bien sabido que dicho vaticinio carece terminantemente de base bíblica, ya que en los postreros tiempos la maldad se multiplicaría, según las palabras del propio Jesucristo. El Señor vendrá «inmediatamente después de la tribulación de aquellos días», para gobernar con vara de hierro las naciones de la tierra donde la justicia y la paz cómo nunca serán; pero antes del suceso glorioso mencionado, los desastres de índoles diversos y el engaño religioso aumentarán sin control alguno en la tierra proterva, siendo el falso cristianismo de las iglesias pentecostales parte de ese engaño que reinará en la vida de los que las componen: Es la misma apostasía referida en 1 de Timoteo 4:1. por el apóstol Pablo. Muchos modos del mundo han sido introducidos en las Iglesias de Cristo hoy en día. Las Iglesias profesantes han creído que las formas del mundo, cualquiera que sea, son una ayuda idónea para alcanzar a los inconversos. A esta ayuda seudo piadosa le llaman «bendición», pero no se detiene a analizar cabalmente que lo tomado para ayudar a los perdidos proviene del mundo, y el que se relaciona con el mundo es enemigo de Dios (Stg.4:4).
Las emociones entronizan las vidas de los creyentes por el carácter cristiano verdadero, según el revelado por el Divino en su Palabra, y es puesta la idea de obtenerlo, sin ninguna consideración, en el cesto de la basura. La religión se hace irracional y el conocimiento santo pasa a ser un obsoleto cuento. Ante tanta situación inversa, la necesidad de abrir los ojos, es razonablemente gigantesca, y como dijo el profeta Jeremías:
«Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las Sendas Antiguas, cuál sea el buen camino, y anda por él, y hallaréis descanso para vuestras almas. . . (Jeremías 6:16).
Pero, alguien preguntará: ¿Qué tiene de malo usar lo moderno para salvar al pecador? ¿No es una gran bendición del cielo? No. Porque pervierte el fundamento del Evangelio de Cristo, su manera correcta de trasmitirlo, anulando su efectividad:
«Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros, es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas» (Hechos 2:38-41).
Un autor escribe respecto al modernismo:
«. . . es un hecho histórico que la Iglesia de Cristo no ha experimentado ningún avivamiento nacional bajo las condiciones impuestas por la modernidad avanzada».
Por una parte, la modernidad recorta la verdadera dependencia del despertar soberano de Dios, fomentando las ideas de que podemos conseguir el avivamiento por medios humanos. Por otra parte, la modernidad hace que mucha gente esté satisfecha con experiencias privatizadas, individualistas y subjetivas, que son pálidas intenciones del verdadero avivamiento (que es el vivir en obediencia y santidad por la Palabra).
Hoy se vive un cristianismo de altares sin amor, cimentado afectivamente. La Iglesia ha permitido que el mundo entre en ella, y casi pocos predican a un mundo que se pierde sin remedio alguno en el pecado. La oración y la lectura bíblica, han sido despreciadas por la música mundana a la que se le ha ajustado letras que muchas veces ni son doctrinales. ¡Cuidado!, no todo lo que brilla es oro. Se está logrando desbancar la Soberanía de Dios con técnicas anti-Dios, porque se cree que la modernidad es una oportunidad para que el perdido llegue a Cristo. ¡Mentira! Con evidencia se observa, como los pobres jóvenes creyentes desplazan la lectura bíblica por dicha música «cristiana» mal lograda. La oración se ve transformada en una reliquia antigua, abandonada en un añejo baúl polvoriento, donde las normas de Dios, la obediencia, la santidad, y la humildad también están guardadas con semejante candado en una gran jaula de necedad e ignorancia, inquebrantable por su extrema dureza. Se ha permitido entrar en los lugares santos el fuego extraño que consume a Dios en tristeza, dolor e ira, porque se ha olvidado que Él es Santo y que es el que impone sus reglas incuestionables: Han hecho de Dios ahora « imagen y semejanza del hombre».
El pentecostalismo surgió adoptando muchos fuegos extraños y mundanos, cuyos falsos líderes espirituales son recaudadores de ganancias deshonestas y proclamantes de doctrinas podridas y nefastas. Estos líderes infernales, abusivos e indolentes que coronan sus cabezas de codicia y ambición, se mueven bajo un fundamento gnóstico-ocultista que ni ellos mismos han detectado y que es únicamente un destello, un espejismo de luz que parece bajado del mismo trono de Dios, pero que no deja de ser una ardid oscuro que conduce a muchos a la aniquilación eterna. La apostasía es una realidad ahora, realidad que es la «santidad» y la «justicia» de las Iglesias pentecostalistas carismáticas.
Amigo cristiano:
¿En quién has creído tú, y en que parte terminará tu caminar?
«Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme» (2 Pedro 2:1, 2, 3).
La tierra vive un tiempo de tinieblas cómo nunca, y es tan sólo esto una vislumbre de «el principio de dolores». Se prepara un Nuevo Orden Mundial que muchos no han percibido y que anuncia a voz de cuello la salida del Anticristo Escatológico como gobernante Universal. Se profetiza en las Iglesias (Neo) pentecostalistas carismáticas (súper ajenas en su mayor parte al conocimiento de la Palabra Santa) de manera falsa que las naciones actuales se habrán de convertir al Cristo, pero es bien sabido que dicho vaticinio carece terminantemente de base bíblica, ya que en los postreros tiempos la maldad se multiplicaría, según las palabras del propio Jesucristo. El Señor vendrá «inmediatamente después de la tribulación de aquellos días», para gobernar con vara de hierro las naciones de la tierra donde la justicia y la paz cómo nunca serán; pero antes del suceso glorioso mencionado, los desastres de índoles diversos y el engaño religioso aumentarán sin control alguno en la tierra proterva, siendo el falso cristianismo de las iglesias pentecostales parte de ese engaño que reinará en la vida de los que las componen: Es la misma apostasía referida en 1 de Timoteo 4:1. por el apóstol Pablo. Muchos modos del mundo han sido introducidos en las Iglesias de Cristo hoy en día. Las Iglesias profesantes han creído que las formas del mundo, cualquiera que sea, son una ayuda idónea para alcanzar a los inconversos. A esta ayuda seudo piadosa le llaman «bendición», pero no se detiene a analizar cabalmente que lo tomado para ayudar a los perdidos proviene del mundo, y el que se relaciona con el mundo es enemigo de Dios (Stg.4:4).
Las emociones entronizan las vidas de los creyentes por el carácter cristiano verdadero, según el revelado por el Divino en su Palabra, y es puesta la idea de obtenerlo, sin ninguna consideración, en el cesto de la basura. La religión se hace irracional y el conocimiento santo pasa a ser un obsoleto cuento. Ante tanta situación inversa, la necesidad de abrir los ojos, es razonablemente gigantesca, y como dijo el profeta Jeremías:
«Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las Sendas Antiguas, cuál sea el buen camino, y anda por él, y hallaréis descanso para vuestras almas. . . (Jeremías 6:16).
Pero, alguien preguntará: ¿Qué tiene de malo usar lo moderno para salvar al pecador? ¿No es una gran bendición del cielo? No. Porque pervierte el fundamento del Evangelio de Cristo, su manera correcta de trasmitirlo, anulando su efectividad:
«Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros, es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas» (Hechos 2:38-41).
Un autor escribe respecto al modernismo:
«. . . es un hecho histórico que la Iglesia de Cristo no ha experimentado ningún avivamiento nacional bajo las condiciones impuestas por la modernidad avanzada».
Por una parte, la modernidad recorta la verdadera dependencia del despertar soberano de Dios, fomentando las ideas de que podemos conseguir el avivamiento por medios humanos. Por otra parte, la modernidad hace que mucha gente esté satisfecha con experiencias privatizadas, individualistas y subjetivas, que son pálidas intenciones del verdadero avivamiento (que es el vivir en obediencia y santidad por la Palabra).
Hoy se vive un cristianismo de altares sin amor, cimentado afectivamente. La Iglesia ha permitido que el mundo entre en ella, y casi pocos predican a un mundo que se pierde sin remedio alguno en el pecado. La oración y la lectura bíblica, han sido despreciadas por la música mundana a la que se le ha ajustado letras que muchas veces ni son doctrinales. ¡Cuidado!, no todo lo que brilla es oro. Se está logrando desbancar la Soberanía de Dios con técnicas anti-Dios, porque se cree que la modernidad es una oportunidad para que el perdido llegue a Cristo. ¡Mentira! Con evidencia se observa, como los pobres jóvenes creyentes desplazan la lectura bíblica por dicha música «cristiana» mal lograda. La oración se ve transformada en una reliquia antigua, abandonada en un añejo baúl polvoriento, donde las normas de Dios, la obediencia, la santidad, y la humildad también están guardadas con semejante candado en una gran jaula de necedad e ignorancia, inquebrantable por su extrema dureza. Se ha permitido entrar en los lugares santos el fuego extraño que consume a Dios en tristeza, dolor e ira, porque se ha olvidado que Él es Santo y que es el que impone sus reglas incuestionables: Han hecho de Dios ahora « imagen y semejanza del hombre».
El pentecostalismo surgió adoptando muchos fuegos extraños y mundanos, cuyos falsos líderes espirituales son recaudadores de ganancias deshonestas y proclamantes de doctrinas podridas y nefastas. Estos líderes infernales, abusivos e indolentes que coronan sus cabezas de codicia y ambición, se mueven bajo un fundamento gnóstico-ocultista que ni ellos mismos han detectado y que es únicamente un destello, un espejismo de luz que parece bajado del mismo trono de Dios, pero que no deja de ser una ardid oscuro que conduce a muchos a la aniquilación eterna. La apostasía es una realidad ahora, realidad que es la «santidad» y la «justicia» de las Iglesias pentecostalistas carismáticas.
Amigo cristiano:
¿En quién has creído tú, y en que parte terminará tu caminar?
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