Cuando
Dios le habló a Elías en el Monte Horeb, lo pudo haber hecho con el viento, el
terremoto, o el fuego. Pero no lo hizo así. Le habló con «un silbo apacible y
delicado» (1 Reyes 19:12). Dios le preguntó: «¿Qué haces aquí, Elías?» (v. 13),
cuando éste se escondía de Jezabel, quien había amenazado con matarle.
La
respuesta de Elías reveló lo que Dios ya sabía —la profundidad de su temor y
desaliento. En efecto, le dijo: «Señor, he sentido un vivo celo cuando los
demás te han abandonado. ¿Qué recibiré por ser el único que te defiende?» (ver
el v. 14).
¿Era en
realidad Elías el único que servía a Dios? No. Dios tenía a «siete mil, cuyas
rodillas no se doblaron ante Baal» (v. 18).
Puede que
en las profundidades de nuestro temor o desesperación también pensemos que
somos los únicos que servimos a Dios. Puede que eso suceda justo después de
haber llegado a la cumbre de algún éxito, como le sucedió a Elías. El Salmo
46:10 nos recuerda «estad quietos y conoced» que Él es Dios. Cuanto antes nos
centremos en Él y Su poder, tanto más pronto veremos que somos librados de
nuestro temor y autocompasión.
Tanto los
címbalos que retiñen —que representan nuestros fracasos—, como los metales que
resuenan —que representan nuestros éxitos— pueden ahogar el silbo apacible y
delicado de Dios. Es momento de que acallemos nuestros corazones para
escucharle a Él mientras meditamos en Su Palabra
“Y tras el fuego un silboapacible y delicado.
Y cuando lo oyó Elías,
cubrió su rostro con su manto,
y salió, y se puso la puerta de la cueva.
Y fue entonces que Elías volvió sobre sus pasos e inició el retorno a su tierra. De la misma forma el “silbido” que nos relata Zacarías 10:8-9 será la señal de retorno para el remanente, esto es, la Novia del Cordero dispuesta para las bodas celestiales – o las iglesias de Cristo sin cizaña – luego de la cual retornará como Esposa eterna y fiel de JEHOVA a la Sión glorificada del mundo venidero en donde habrá “nuevos cielos y nueva tierra”,
Pero habrá provisión de Dios/Elohim en los días de horror de la “angustia de Jacob” que se avecinan. Dice YaHVéH en Zacarías 10:8-9:
“yo los llamare con un silbido “refiriéndose a como convocará a su “remanente” fiel en momentos críticos. Y este “silbido” es con certeza el “silbo apacible y delicado” que escuchó Elías después del viento impetuoso, el terremoto y el fuego, cuando estaba lejos de su tierra:
JDC
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