Cristo dijo:
<<Mirad que nadie os
engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el cristo
(ungido); y a muchos engañarán…Porque se levantarán falsos cristos
(ungidos), y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de
tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos>>
(Mt. 24: 4, 5; 24)
Desde hace algún tiempo hasta esta parte, se están levantando
personas que se autodenominan apóstoles y profetas. Muchos de ellos
eran pastores, y otros no tenían ningún ministerio conocido o
reconocido. No obstante, ahora reclaman tener autoridad; una autoridad
jerárquica en muchos casos, que no podemos encontrarla en el Nuevo
Testamento, y con ella, pretenden ser cabeza en distritos, ciudades,
regiones, incluso en países y continentes, con la intención de derribar
toda barrera denominacional al estar todas esas iglesias o
congregaciones bajo su “manto apostólico y profético”, y establecer un
Gobierno, es decir, una jerarquía, que más bien nos recuerda el
proceder de la institución eclesial católica.
Y no es que actúan como lo hacía el apóstol Pablo, yendo a los
lugares donde Cristo no había sido todavía predicado (Tito 1: 5), para
no edificar en fundamento ajeno (Ro. 15: 20, 21), sino que su
“ministerio” está dirigido a las iglesias y ministerios ya existentes.
Prestemos atención a lo siguiente. Cuando leemos en Efesios 2: 20-22,
<<Así
que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los
santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo…>>, se nos habla básicamente
del cambio de muerte a vida, de ser ciudadanos de esta tierra que
desaparecerá con todas sus obras un día (2 Pr. 3: 10, 11) a ser
ciudadanos de la Nueva Jerusalén (Fil. 3: 20). Cuando se menciona acerca
de ser edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, no
se está hablando de autoridad jerárquica eclesiástica, sino que se está
refiriendo al crecimiento o madurez que el creyente obtiene cuando es
edificado en
la doctrina de los apóstoles y profetas;
es decir en la doctrina de aquellos hombres que recibieron la
inspiración, la revelación de la Palabra que es la Biblia, la Palabra
de Dios (1). Aquel ministerio fue irrepetible, porque el canon bíblico
está cerrado.
No obstante, el entendimiento de esos “modernos apóstoles y
profetas” es muy distinto al escritural. Ellos, torcidamente de hecho,
sí aseguran que la porción de la Escritura que hemos leído tiene que
ver con un supuesto Gobierno autócrata de la Iglesia de Jesucristo.
C. Peter Wagner, precursor a ultranza de la
llamada Nueva Reforma Apostólica (New Apostolic Reformation), dijo
públicamente en un medio televisivo hace unos pocos años:
<<Creo que el Gobierno de la Iglesia está ya a punto de tomar lugar finalmente, y esto es lo que la Escritura enseña en Efesios 2, que el fundamento de la iglesia son los apóstoles y profetas…>> (2)
¿Cómo es que no dicen la verdad? ¿Es que no la conocen?
C. Peter Wagner
En este artículo nos estaremos volcando mayormente en la cuestión
de los profetas, ya que en el anterior lo hicimos con la de los
apóstoles.
Por lo tanto, primeramente, veamos el primero y mejor de los
ejemplos acerca de qué es un profeta. Este es Jesús de Nazaret, nuestro
Salvador y Señor.
1. Jesucristo, el profeta por antonomasia
Definiendo qué es un profeta, diremos que un profeta es aquel a quien
Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los
hombres y los instruya. El principal de los apóstoles fue Jesucristo
hombre, así también el principal de los profetas. Pedro predicando a
voz en cuello en Jerusalén poco después de aquel bendito Pentecostés,
exclama diciendo:
<<Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta
de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas
que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será
desarraigada del pueblo>> (Hechos 3: 22, 23) Pedro se estaba refiriendo a Jesús.
¿Qué hizo Jesús como profeta? El fue quien vino del Padre para
enseñarnos que Él mismo es el Camino al Padre. Jesucristo fue más que
un profeta, Él cumplió en sí mismo la profecía.
Además de hablar de cuestiones que se tendrían que cumplir en el
futuro (escatología), lo principal del Señor como ministerio profético
fue la declaración de la verdad. Cristo vino a declararnos la verdad, y
ese fue su principal mensaje profético. Esa verdad, que es El mismo,
nos hace libres (Jn. 8: 31, 32)
A lo largo y ancho del Antiguo Testamento vemos acerca de muchos
profetas de Dios (también de falsos profetas). No obstante, llegó un
momento en el cual
la revelación se hizo total y completa.
Cuando el ministerio profético de Jesucristo se puso en marcha, al
llegar Él a este mundo y principiar su ministerio, culminándolo,
estando Él ya ascendido en los cielos, dando a conocer su revelación
por medio del apóstol Juan (libro de Apocalipsis, último libro de la
Biblia)
Así pues, Dios habló a Su pueblo en el Antiguo Pacto a través de
los profetas, y en el Nuevo Pacto lo hace a través de Su Hijo (Hebreos
1: 1, 2). Por lo tanto, el antiguo oficio de profeta quedó cesado por
el Hijo, siendo el último de esos profetas Juan el Bautista (Lc. 16:
16). Cristo nos ha dado la Palabra, la cual está escrita y el canon
cerrado. En ese sentido, no esperamos ya más revelación que compita con
la Palabra escrita, o que se le pueda añadir a la misma.
En todo caso, en este tiempo actual, lo que puntualmente hable el
Espíritu Santo por profecía, palabra de ciencia, etc. (1 Co. 12: 7-10)
siempre irá de acorde a lo ya revelado en la Biblia y nunca emitirá
doctrina contraria o discorde a la misma, o que cree confusión y
división en el cuerpo de Cristo, ya que Dios jamás se contradice.
El falso G12
Un claro ejemplo de esto último es la lamentable
Visión
de los Doce (G12). Ese es un claro ejemplo de revelación extrabíblica,
y antibíblica, que ha causado mucha confusión y división en las
iglesias. Obviamente, nada que cree confusión y división en el cuerpo
de Cristo puede venir de Dios, más aún, cuando dicha supuesta
revelación, ni se encuentra en la Biblia, ni se puede encontrar, porque
no es algo que Dios haya revelado (por la razón expuesta, de que el
canon está cerrado)
El profeta antiguo ya no existe, pero su mensaje, sí
En cuanto a que decimos que el antiguo oficio de profeta quedó
cesado, no estamos insinuando aquí de ninguna manera que el mensaje
veterotestamentario ya no vale. Todo lo contrario. La Palabra es muy
clara al respecto:
<<Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo>>
(Efesios 2: 20) La Iglesia de Jesucristo está edificada sobre el
fundamento del Antiguo y el Nuevo Testamento, es decir, sobre los
profetas y los apóstoles, siendo la principal piedra angular, el mismo
Jesucristo, y como edificio vivo de Dios (1 Pr. 2: 5), crecemos a modo
de templo santo en el Señor (Ef. 2: 21).
Con excelencia se expresa el Dr. Ervin de León al decir
: <<Con
respecto a los profetas del Antiguo Testamento muchas profecías se han
cumplido y en el día de hoy son históricas, otras están en cumplimiento
o se cumplirán en un futuro inmediato por lo tanto los profetas
originales aún están vigentes>> (3)
¡Nótese que dice que todavía están vigentes los profetas originales, y no los actuales falsos, que intentan emularlos!
El Dr. Ervin de León
2. Entendiendo mejor acerca de los oficios ya cesados
Leemos en Efesios 2: 20, donde se nos dice que somos miembros de la familia de Dios:
<<edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas…>>.
Esos profetas son los hombres del Antiguo Testamento (Lc. 16: 16; Heb.
1: 1), que dieron a conocer, inspirados por el Espíritu Santo, la
Palabra de Dios.
Entiéndase entonces, que el fundamento de nuestra fe cristiana
son los apóstoles (N. T.), y los profetas (A.T.), siendo la principal
piedra del ángulo de ese edificio Jesucristo mismo.
Seguidamente leemos en Efesios 4: 11 que Cristo:
<<…constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas…>>. En el contexto correcto, estos
profetas
mencionados, son los que Cristo, que es el Verbo de Dios, usó para
trasmitir el Logos a Su pueblo, es decir, la Palabra escrita.
Entonces, podemos entender que los apóstoles y profetas
citados por Pablo en este pasaje son los mismos que cita en Efesios 2:
20. Por lo tanto, son oficios que concluyeron, porque esas personas ya
no están entre nosotros, ya que no existe una “sucesión apostólica”,
aunque su legado, por llamarlo así, que es la Biblia (Antiguo y Nuevo
Testamento) lo tenemos en nuestras manos.
Por lo tanto, intentar “resucitar”, o como eufemísticamente dice Bill Hamon,
“restaurar” (4) esos oficios, como pretenden estos
“neo-reformistas apostólicos”,
él entre ellos, es algo imposible e inaceptable; ¿es que necesitamos
nueva doctrina? ¿es que requerimos de una segunda Biblia?
Bill Hamon
Según el orden de Ef. 2: 20, y Ef. 4: 11, los
apóstoles, que eran los testigos de la vida de Cristo van por delante de los
profetas,
que son los hombres usados por Dios en el Antiguo Testamento (véase
también Ef. 2: 20), porque el Nuevo Testamento interpreta el Antiguo
Testamento.
Otro aspecto es que, a diferencia de la palabra
apóstol, que es trascripción, y no traducción del griego al castellano, la palabra que se traduce por
profeta es correcta traducción.
3. El ministerio profético neotestamentario
Si la revelación doctrinal, lo que llamamos la sana doctrina de
nuestro Señor Jesucristo ya ha sido revelada y dada a los santos (Judas
3), ¿qué más poder esperar en este sentido, y para qué sirve el
ministerio profético entonces, y a qué nivel se extendería?
Estas son preguntas importantes, y merecen respuesta. Lo cierto es
que la revelación neotestamentaria no es todo lo explícita que nos
gustaría acerca del asunto, no obstante, podemos deshilvanar algunos
conceptos.
En 1 Corintios 12: 27, 28, leemos:
<<Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros…>>
Aquí Pablo nos habla de que hay profetas en la iglesia. Un poco más adelante, en 1 Corintios 14: 29ss. leemos:
<<Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen>> Es
evidente que estos profetas no ejercen el oficio de aquellos hombres
como Isaías, Ezequiel, Nahum o Sofonías, por poner algunos nombres.
Estos profetas profetizaban en las reuniones cristianas uno por uno,
con el fin de que todos aprendieran y todos fueran exhortados (1 Co.
14: 29-32). Hoy en día es igual.
Además de eso, es la voluntad de Dios que todo cristiano profetice
también (ver 1 Corintios 14: 1-3, aunque eso no le hace necesariamente
ser un profeta, según 1 Co. 14: 29.
Consolar, exhortar y confirmar
Vemos que en Hechos 15: 32, se nos dice:
<<Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras>>.
Por esa declaración vemos que la finalidad del ministerio
profético neotestamentario en adelante, es la de consolar, exhortar, y
confirmar a los hermanos.
Por la lectura de ese pasaje del libro de los Hechos, vemos que
esas acciones de Judas y Silas se enmarcaban en un contexto doctrinal
concreto. Los nuevos creyentes de origen gentil fueron consolados a
causa de lo declarado en aquel concilio en Jerusalén (Hchs. 15). Fueron
liberados de imposiciones concernientes a la ley (Ro. 10: 4).
Por lo tanto, el ministerio profético neotestamentario, tuvo por
misión llevar a los creyentes a la verdad liberadora de Cristo, la cual
ya nos ha sido revelada. Este fue el principal sentido de su
existencia.
Allí donde sea necesario, el mismo ministerio procede hoy en día.
Prediciendo hechos concretos
Dos de las pocas menciones que hace el libro de Hechos acerca de la
acción de algún profeta en concreto es en relación al profeta Agabo:
<<En
aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y
levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el
Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la
cual sucedió en tiempo de Claudio>> (Hechos11: 27, 28) Como vemos aquí, el profeta en cuestión, dio a conocer un suceso que iba a ocurrir en un futuro inmediato.
Si nos damos cuenta, Agabo estaba por el Espíritu Santo hablando
de un evento en lo natural, particular y puntual; nada que ver con
asuntos de índole doctrinal o por el estilo.
¿Podemos esperar hoy en día un tipo de ministerio como el de
Agabo?, Sí podemos, aunque también es cierto acerca del notable abuso
que se está haciendo de él, sobretodo en los círculos carismáticos y
neo-pentecostales.
Prediciendo sobre individuos
En Hechos 21: 10, 11, la acción del mismo Agabo tiene tintes
parecidos, aunque fue una profecía hacia una persona, concerniente a
esa persona, en este caso el apóstol Pablo.
Por cierto, démonos cuenta que un “simple” profeta le da una
profecía al “gran” apóstol San Pablo. ¿Cuántos de los grandes “súper
apóstoles” de hoy en día estarían dispuestos a recibir una profecía de
alguno de los
Agabos que se sientan en las bancas del fondo de la iglesia?
Volviendo a la cuestión, podemos deducir entonces que el profeta o
profetisa de hoy en día también recibirá entendimiento por parte del
Espíritu Santo acerca de acontecimientos presentes o futuros que nos
sean desconocidos, pero que nos serán muy útiles de conocer a la hora
de interceder, echar fuera demonios, orar, tomar decisiones, etc. En
este sentido también, debemos declarar que creemos en la vigencia de los
dones del Espíritu, dados por Éste
<<a cada uno en particular como Él quiere>> (1 Co. 12: 11)
Todo esto, como vemos, nada tiene que ver con nuevas revelaciones
de índole doctrinal, que compitan con la revelación bíblica, o la
contradigan.
Levantando la verdad
Básicamente, el verdadero ministerio profético, tanto en la época
neotestamentaria, como en la actual, está encaminado a hacer resaltar
la verdad ya revelada de Cristo, si es preciso, contendiendo
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos (Judas
3). Algunas reseñas escriturales al respecto las encontramos en: Hchs.
11: 27; 13: 1; 15: 32; 1 Co. 12: 28; 14: 29-32 (aunque este último se
refiere a los santos profetizando).
Y por supuesto, también existen los falsos profetas:
<<Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo>> (1 Juan 4: 1). De estos últimos estaremos hablando a continuación.
4. Los falsos nuevos profetas
Según el Diccionario Bíblico, los falsos profetas, además de los que
hablan en nombre de un dios falso (Dt. 18: 20; 1 R. 18: 19; Jer. 2: 8;
23: 13), son los que engañan invocando el nombre de Jehová (Jer. 23:
16-32).
Estos últimos son de tres clases
1º- Impostores, conscientes de su
engaño; seducidos por su deseo de ser objeto de la consideración dada a
los verdaderos profetas, y que son populares a causa de sus palabras
que muchos gustan oír (1 R. 22: 5-28; Ez. 13: 17, 19; Mi. 3: 11; Zac.
13: 4)
2º- También entre ellos, están todos
aquellos que son de hecho satanistas o similares que han entrado
encubiertamente en la iglesias y en sus organizaciones y ministerios.
Hay más de ellos; muchos más de lo que nuestra mente pueda llegar a
aceptar, y están perfectamente organizados piramidalmente, ocupando
muchos lugares de preeminencia ministerial, sobretodo en el
neopentecostalismo actual. Nadie puede darse cuenta de lo que en
realidad son, a no ser que el Espíritu Santo los delate. Tienen a su
disposición miles de demonios especializados en hacerles ver ante los
demás como verdaderos siervos y siervas de Dios.
3º- Personas sinceras e incluso
piadosas, fundándose en ocasiones sobre la Ley, pero persuadiéndose a
sí mismas de haber sido llamadas por Dios al ministerio profético,
cuando no es así. A pesar de su sinceridad, son falsos guías.
Bien, tal como ocurrió en el Antiguo Testamento, está ocurriendo
hoy en día. En estos tiempos, no obstante, abundan más que nunca los
falsos profetas. Pensemos, que el pretender recibir nuevos mensajes de
Dios, nos llevará a darle más valor a los mismos y dejar la Biblia en
un segundo plano, y este es un gran peligro que se corre, sobretodo
cuando se adjudica a los profetas y profetisas, o pretendientes a
serlo, un peso superior al que deberían, según enseñan las Escrituras.
Balaam golpeando a su mula que le increpaba. Balaam, el falso profeta por excelencia.
“Nuevos apóstoles” y “nuevos profetas” yendo de la mano
Para aquellos que creen y enseñan acerca de los “nuevos apóstoles y
profetas”, dicen que ambos tienen que trabajar de la mano. Según ellos,
los profetas son los que buscan de Dios la nueva revelación, la cual
pasan a los apóstoles que la supervisan, modelan, ordenan, estructuran, y
le dan forma de doctrina. Una vez conseguido ese proceso, lo dan a
conocer como dogma a todos los pastores o ancianos que tienen bajo su
supervisión, esperando que estos lo enseñen a sus congregaciones como
Palabra de Dios. Ese es el método que la iglesia católica romana ha
empleado desde que existe como tal a través de sus concilios y las
declaraciones ex cátedra de sus “infalibles” papas. ¿Qué diferencia
habría entonces?
Esta actuación contradice directamente lo enseñado por la misma
Biblia, cuando se refiere a todos los creyentes como tenedores de la
unción del Santo, y no ignorantes de todas las cosas, ni de la verdad (1
Juan 2: 20, 21), o cuando se nos asegura que todos los creyentes somos
sacerdotes pertenecientes al sacerdocio real y universal (1 Pedro 2:
9)
¡Un gran problema tenemos cuando se levantan
“ungidos e infalibles” instructores de carne hueso que pretenden darnos nueva revelación!
Lo nuevo, lo novedoso… ¿lo bueno?
En el sentido que venimos argumentando,
John Eckhardt,
defensor del nuevo mover apostólico como lo llaman, claramente y sin
ambages asegura acerca de esos nuevos apóstoles, diciendo:
<<Ellos
son a menudo los primeros en predicar ciertas revelaciones que Dios
está dando a conocer a la Iglesia…Un apóstol puede venir y establecer
nueva revelación>> (5) (6) Ciertamente, lo declarado
por Eckhardt contradice abiertamente la misma Palabra, ya que no se
puede “establecer nueva revelación”.
Claramente la Biblia nos advierte que no se puede quitar de la
misma, ni añadir a la misma (Deut 4: 2; 12: 32; Prov. 30: 5, 6; Ap. 22:
19). Si así se hace, necesariamente esa nueva revelación no vendrá del
Espíritu Santo, y si no viene de Él, entonces es doctrina de demonios
(1 Ti. 4: 1).
Lo que enseñan como verdad de Dios muchos de esos maestros, no
deja de ser un idilio con el engaño expresado en su momento por el
mismo diablo en el jardín del Edén, prometiendo a la humanidad dominio
sobre la vida (Gn. 3: 4), y conocimiento sin límites (Gn. 3: 5).
Entre otras herejías, estos hombres enseñan que la Iglesia,
organizada bajo un Gobierno autocrático piramidal, va a dominar el
mundo entero, llamándole a eso la “dispensación del reino”, pasando
, de la dispensación de la iglesia mortal, a la de la iglesia inmortal.”
(7) y con un conocimiento (o revelación) constante y en aumento, eso
sí, a través de algunos escogidos de entre todos los cristianos, a los
que se les llama
ungidos (ver Mt. 24: 24)
En realidad, estos hombres que dicen ser arquitectos de un
nuevo paradigma, los cuales han prometido un río, en realidad han vendido a la Iglesia un pozo seco (8)
El
Rev. Mario E. Fumero, en su libro
“Los virus espirituales”, escribe acerca de esta cuestión del dominio, diciendo así:
<<Notemos que en esta oración, (la de 1
Timoteo 2: 1-3), no se pidió el Señorío sobre los reinos de la tierra,
sino para que podamos llevar a cabo nuestra misión en tranquilidad,
piedad y dignidad. ¿Podremos evitar que los sistemas de este mundo
caigan bajo el dominio del anticristo? …Es alarmante como se promueve
establecer una unidad eclesial a base de 12 para conquistar después el
control político de los gobiernos humanos, buscando que la iglesia sea
la que gobierne el mundo pecador, sin la venida de Jesús (milenio
eclesial)>> (9)
Adornando el pastel
Estos nuevos profetas y profetisas, así como sus aprendices de turno,
para dar a conocer e impactar con sus mensajes, utilizan un lenguaje
muy saturado de expresiones grandilocuentes y de amplio barniz
escritural. Siempre, invariablemente y sin dudar, antes de dar su
profecía, dicen:
“¡Así dice el Señor!” o, “El Señor te dice”.
Eso produce en el oyente un efecto poderoso. Si lo que va a decir el
profeta o la profetisa es la palabra de Dios, entonces habrá que
prestar atención para obedecer…Esto, al oyente temeroso de Dios, le
quita la libertad de escoger, casi le obliga a aceptar el mensaje sin
más.
Luego vienen las supuestas profecías, que suelen ser así:
“Así dice el Señor: Te he llamado a ser un líder en mi ejército y llevar a mi pueblo a un nuevo nivel; toma tu autoridad y decláralo al mundo espiritual” U otro ejemplo: “Te he llamado en esta hora para que no retrocedas sino que avances en una nueva dimensión espiritual; a tus palabras le seguirán señales y milagros, porque yo estoy ungiendo en este día tu ministerio con un nuevo poder creativo y la autoridad que viene de mi trono…etc. etc.”
Antes de avanzar con esta argumentación, cabe decir que hoy en día el
profetizar continúa tal y como el apóstol Pablo enseñó a los Corintios
(1 Co. 14: 1-3), y nada a cambiado en este sentido, pero no estamos
hablando de esto.
Estamos advirtiendo acerca de los falsos profetas que profetizan
“lo bueno”, y “lo nuevo” utilizando siempre expresiones impresionantes
que suenan a gloria, pero que están muy carentes de la verdad y
realidad de Dios. Por eso nos va a ser muy necesario aprender a
discernir.
Demos ejemplo: Cualquier profeta o profetisa que exalte todo posicionamiento
dominionista,
acerca de nuestra autoridad aquí en la tierra para levantar el Reino
en este tiempo sin estar Cristo presente, o por el estilo, es un falso
profeta o profetisa.
Cualquier profeta y profetisa que exalte el
ego de la
persona a la que se dirige la profecía; diciéndole que va a tener una
unción mayor que todos, que va a hacer grandes milagros, más que la
mayoría, que va a conquistar las naciones y ser profeta a las naciones,
etc. etc. es un falso profeta o profetisa o actúa como tal.
Recuerdo los mensajes de una afamada profetisa norteamericana que
viene muy a menudo a España. Profetizaba a todos los presentes en un
congreso cosas así:
“Así dice el Señor: El avivamiento llegará en el año 2003 a España” (el
año 2003 llegó, y pasó, y no ocurrió nada). Curiosamente, el mismo
mensaje lo dio Benny Hinn cuando vino a Barcelona hace ya varios años.
Cindy Jacobs, profetisa dominionista/neo reformista.
La profetisa en cuestión dijo en una ocasión en un congreso en Madrid, España hace algunos años:
“Pastores
y líderes, no se preocupen, porque dice el Señor, dice, que el dinero
viene, ¡viene! Y viene de Alemania, para que compren sus templos y no
tengan ya que alquilarlos”.
Jamás ocurrió tal cosa.
A todos sin excepción les predicaba “lo bueno”, y en aquella
ocasión, a los gitanos españoles cristianos, que estaban allí, muchos
en número, les dijo de parte del Señor que se prepararan porque el
Señor les mandaba ir al Medio Oriente, (10) a ¡¡Irak, a predicar el
Evangelio, justo durante la guerra en su mayor apogeo!!
Ese tipo de profecía, tan común en los círculos
dominionistas/neo-reformistas, se parece tanto a lo expresado por el
profeta Jeremías, cuando de parte de Dios exclamó:
<<…desde
el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida
de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay
paz>> (Jeremías 8: 10, 11)
Quieren complacer a muchos, cuando estos buscan que se les profeticen “lo bueno” y no lo correcto:
<<No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras>> (Isaías
30: 10) No en vano la Palabra nos insta a examinarlo todo, que
significa, ponerlo a prueba, y sólo retener lo bueno (1 Ts: 5: 21)
5. Cuidado con las falsas “coberturas”
No obstante, la seguridad y convicción con la que actúan tras los
púlpitos y sobre las plataformas multitudinarias no deja de
asombrarnos. Son capaces de llamar nuestra atención, y convencernos de
que necesitamos su ministerio, que sin él, nos quedamos extremadamente
cojos, y por supuesto, ¡sin cobertura!
Por cierto, la palabra
cobertura no he podido encontrarla
en la Biblia. Un muy amigo mío, pastor de una pequeña, pero
espiritualmente poderosa congregación, había estado por algunos años
bajo la “cobertura” de un supuesto apóstol; y digo
supuesto apóstol,
porque ese varón no fundó la iglesia de mi amigo. En un momento dado,
mi amigo, que en aquel entonces todavía creía en el supuesto ministerio
de esos apóstoles busca-iglesias, le pidió que supervisara su
congregación.
Pasaron algunos años, y mi amigo aprendió, maduró, y llegó a sus
conclusiones. Decidió, por tanto, junto con su presbiterio, que había
llegado el momento de avanzar en otra dirección que la propuesta por su
“apóstol”. Se lo comunicó, y…¡cual sería su sorpresa cuando ese varón
“apóstol” no aceptaba su decisión, sino que por tiempo estuvo porfiando
con él, hasta que, acabados sus recursos dialécticos, casi metiéndole
miedo en el cuerpo, por cuanto iba a perder “su cobertura”, finalmente
tuvo que asumir, aunque a regañadientes, la decisión de mi amigo junto
con el resto de los ancianos!
La bandera de la “cobertura” fue la que hizo ondear con más fuerza
ese varón contra mi amigo. Ese tiempo, fue terrible, porque él deseaba
hacer la voluntad de Dios, y esa es la razón por la cual tuvo que
enfrentarse a ese hombre, habiendo querido evitar todo tipo de polémica,
pero no siendo eso posible.
Sí es cierto que la Palabra nos insta a estar en una iglesia local
y no dejar de congregarnos, (He. 10: 25), en ese contexto, el creyente
está bajo el cuidado y protección del Espíritu Santo, porque está
cumpliendo con el requisito escritural. Cada congregación madura y
establecida, es soberana (Ap. 2 y 3); es guiada por el Espíritu Santo, y
el Señor la protege y cuida. Por eso digo, ¡cuidado con las
coberturas! Porque la mayoría de las veces, no son tales coberturas, sino ataduras.
La excepción es la de esos verdaderos
enviados que
predican el Evangelio allí donde son enviados, se convierte gente, y se
empieza una congregación. Evidentemente, en los primeros años de
andadura como iglesia local, la verdadera y eficaz cobertura, no sólo
de ese misionero, sino de la iglesia que le envía, será más que útil y
deseable.
Entrometiéndose
Pero el asunto va mucho más lejos que el de la simple cobertura. El
asunto es un asunto de acción y de verdadera intromisión en la labor de
las iglesias locales. No obstante, estos hombres están convencidos de
su llamamiento divino en este sentido:
<<Un
nuevo gobierno sacerdotal está siendo establecido que sólo puede ser
comparado con el que existe en la jerarquía de la iglesia católica
romana a lo largo de la historia. Son llamados los “ungidos”,
“apóstoles y profetas” y la Iglesia debe oírles, permitirles que
ministren, y dejarles sanar y cumplir con la comisión de ella. Sin
ellos, no podremos completar nuestra comisión para Jesús; así
enseñan>> (11)
Este nuevo movimiento apostólico/profético está dirigido a
promocionar todo lo que de control e imposición había en el movimiento
llamado en inglés
discipleship/shepherding (*)bajo
el título y excusa del crecimiento numérico eclesial. Así pues, el
deseo y ambición de crecimiento es uno de los motores que impulsan a
muchos a creer casi cualquier cosa con tal de obtener resultados,
siguiendo de hecho la pauta maquiavélica de que el fin justifica los
medios.
(* Discipleship/shepherding
fue – y sigue siendo – una manera de entender el discipulado,
expresado en un gran control e imposición sobre el individuo, teniendo
éste que dar cuentas a su líder absolutamente de todo relacionado con
su vida. La libertad del individuo, ya no era más)
Imprescindibles hombres
Acerca de estos profetas modernos, dice Bill Hamon:
<<El
ministerio de ellos será aclarado e irá en aumento hasta que toda la
verdadera Iglesia presente en el mundo les reconozca como que son
ordenados por Dios y son dones de Dios para la Iglesia>> (12)
¡Realmente, han entrado pisando fuerte! Así pues, se pretende que
toda la Iglesia de Jesucristo siga las instrucciones y revelaciones
pretendidamente de Dios; sus palabras han de ser la guía que las
iglesias deben seguir. Lamentablemente, esto está ya ocurriendo. Muchos
maestros y pastores de congregaciones comunes y corrientes, todos bien
intencionados y amantes del Señor, no se aperciben de que enseñan,
entre otras, cosas de una gran trascendencia extra y anti bíblica,
aprendidas de esos hombres y mujeres, quizás porque las han oído de
ellos mismos, de otros pastores, o en la “TV cristiana”, o en la radio,
en ciertas publicaciones, en congresos de “avivamiento” o
“proféticos”, por internet, etc. etc. Han sido impactados por las
palabras y el espíritu de ellos, aun y sin percatarse.
Se enseñan conceptos o doctrinas que no se encuentran reflejadas
en la Escritura, y se les da mayor importancia que la Escritura en sí, a
muchas de ellas. Un ejemplo de esto último, entre los numerosos
mensajes hoy en día, sería justamente el levantamiento y justificación
de ese mover presuntamente apostólico profético del que estamos
hablando.
Pensemos que cualquier revelación extrabíblica, según sea el
contenido de la misma, niega la suficiencia de la Biblia (Jn. 8: 31,
32; 2 Ti. 3: 16, 17; 2 Pr. 1: 3) Pero como apuntaba Hamon, <<ese
nuevo conocimiento revelado a esos profetas, propio de las “cosas
nuevas” que Dios está haciendo en estos últimos días, nos será
necesario>>.
Según se nos dice, no podemos llegar a estar completos y equipados
para toda buena obra solamente con la revelación de la Biblia. Para
afrontar los nuevos desafíos que vienen sobre el mundo y la Iglesia,
vamos a necesitar a esos profetas y apóstoles ungidos para que nos
dirijan, y de ese modo poder obtener ese esperado “avivamiento mundial”,
y consecuentemente poder “conquistar y dominar las naciones para
Cristo”. Así dicen, y aseguran…¡pero no les creemos!
¿Orden divino?
Sigue diciendo Hamon al respecto:
<<La total restauración de los apóstoles y los profetas en la Iglesia, traerá el orden divino, unidad, pureza y madurez al encarnado (*) cuerpo de Cristo>> (13). Prestemos atención a ese “
orden divino”.
John Eckhardt, también habla sobre ese “orden divino”:
<<Todo lo que pido es que permanezcamos abiertos a escuchar de parte de Dios lo que tiene que ver con cómo encajar en el “orden divino”>> (14) Esta es una expresión que se oye muy a menudo de parte de estos hombres y mujeres.
(*) Nótese que ese “encarnado”, es decir, hecho carne, cuerpo
de Cristo, al que heréticamente se refiere Hamon, no es sino la falsa
creencia de que Cristo está “encarnado” o “corporizado” en la Iglesia,
sobretodo a través de los “ungidos”.
Pero ese presunto
“orden divino” no es
más que el “Nuevo Orden” que en esencia es tan viejo como el mensaje de
la serpiente del Génesis, y que pretende transportar a la Iglesia de
Jesucristo, engañándola, a los pies de la Bestia Anticristo, a través
de su Falso Profeta (Ap. 13).
Concluyendo
Hoy en día, a mucho pueblo de Dios, y a muchos ministros, les pasará lo que dijo Dios a Su pueblo entonces:
<<Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento>> (Oseas 4: 6), esto es, si no se vuelven a la Palabra, tal y como está escrita.
Me causa mucha tristeza la situación actual eclesial. Cuando se
habla de “avivamiento”, lo que ocurre, es que contrariamente, una
mayoría del pueblo de Dios, ni siquiera lee la Biblia, y
consecuentemente, no la conoce. Creen que “avivamiento” es ver a muchos
en muchos Congresos y Conferencias; mucho emocionalismo; y mucha
música…
En el libro de Proverbios encontramos:
<<Mas los necios mueren por falta de entendimiento>> (10: 21)
El pastor y el maestro tienen la responsabilidad ante Dios de
enseñar la sana doctrina desde el púlpito, pero el oyente tiene
exactamente la misma responsabilidad ante Dios en cuanto a cerciorarse
de que esa enseñanza es como deba ser, para ser aceptada y creída, o si
no, desechada, pero… ¿cómo lo harán, si no leen ni conocen
suficientemente la Biblia?
Dios les bendiga.
Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España
www.centrorey.org
Agosto, 2006
Citas:
1. Artículo del Dr. Ervin de León, “El Movimiento apostólico y profético, ¿mito o realidad?”
2. C. Peter Wagner; CBN interview Enero 3, 2000.
3. Artículo del Dr. Ervin de León, “El Movimiento apostólico y profético, ¿mito o realidad?”
4. Dr. Bill Hamon, en 700 Club CBN, 2005.
5. John Eckhardt; “Moving in the Apostolic”, p. 45
6. Ibid. pág. 56.
7. Trascripción del Dr. Bill Hamon titulado “Batalla de las
Novias”, Nov. 1997; del artículo del Dr. Ervin de León, “El Movimiento
apostólico y profético, ¿mito o realidad?”.
8. Welcome to the New Prophets; Let Us Reason Ministries.
9. Mario E. Fumero, su libro “Los virus espirituales”, pág. 40.
10. Cindy Jacobs; Congreso Kairos, Madrid 2002.
11. Welcome to the New Prophets; Let Us Reason Ministries.
12. Bill Hamon; Prophets and Personal Prophecy God´s Prophetic Voice Today, p. 53.
13. Ibid.
14. John Eckhardt; Moving in the Apostolic, p. 25.