(Un análisis sobre Dios, su naturaleza y su nombre)
El primer paso en nuestro enfoque es tratar de entender quien es Dios y cómo podemos describirlo bíblicamente. Es difícil el tratar de definir a un ser superior, espiritual, eterno, inmutable, y todopoderoso dentro de nuestras limitaciones humanas. No importa cómo le llamemos a Dios, ya sea que le digamos creador de todas las cosas, Jehová, Yahve, El Eterno, El arquitecto, Ala, Adonai, el sin nombre, etc. Su naturaleza es inexplicable, y solo podemos referirnos a él por sus cualidades y su forma de obrar, así como por lo que la Biblia nos enseña respecto a su persona.
LA EXISTENCIA DE DIOS
La biblia no trata de demostrar la existencia de Dios, sino que parte del hecho de que existe y es el principio de todas las cosas (Hb 11:6). Se necesita más fe para ser ateo que creyente, porque no puede haber orden y leyes, sin una inteligencia que lo establezca todo, porque la casualidad (que es el Dios de los ateos), no tiene inteligencia, ni puede ser repetitiva, porque entonces deja de ser casualidad. Sin embargo, en la Biblia se da como un hecho que hay un Dios creador, que estableció todo lo que hay de acuerdo a un plan revelado a todo lo largo de las Escrituras. En la biblia se cataloga al ateo como un necio (Salmo 14:1, 53:1), porque al corromperse por el pecado, ignora su realidad y entonces fabrica fabulas necias para explicar el origen de todas las cosas, ignorando que nadie puede dar lo que no tiene. El hecho de que nosotros juzguemos, forjemos cosas que no existen, y podamos conquistar con inteligencia la misma naturaleza, revela que aquel que nos hizo, nos concedió parte de su imagen, por eso el ser humano tiene todas las características de Dios, pero limitada a una naturaleza física, y esto es debido al pecado. ¿Acaso no creamos, juzgamos, forjamos, inventamos, aprendemos, sabemos y controlamos parte de la creación?
A la hora de tratar de demostrar la existencia de Dios tenemos que acudir a la ciencia y la razón, porque la Biblia no es un texto que trata de demostrar su existencia, sino que lo da como un hecho, y por lo tanto, el que se acerca a Dios tiene que creer que existe y que es galardonador de los que le temen.
LA SOBERANIA DE DIOS
Una de las primeras cualidades, y la más importante, que debemos reconocer en la naturaleza divina es ESPÍRITU y que EL ES SOBERANO. El principio de la soberanía de Dios es vital para poder establecer no solo un análisis teológico del perdón de Dios, sino de cómo debemos de actuar nosotros frente a su presencia. Pero ¿cómo debemos definir la soberanía de Dios? La Soberanía de Dios es el derecho absoluto y exclusivo que él tiene para de ejercer autoridad en todo el universo que el creo (1 Crónicas 29:11-12; 1 Samuel 2:6-8; Salmos 50:10-11). El tiene esa prerrogativa debido a las perfecciones de Su carácter y a Su posición como Creador y Gobernador del universo. Como Creador, su dominio es perfecto y absoluto. Debido a su autoridad como Gobernador, Él debe ser obedecido sin ninguna condición, pero al tener libre albedrio, en nuestra decisión esta el obedecer o revelarnos. Esta libertad de elección es la que nos diferencia de todo lo creado, y por esa concesión divina está en mí el querer y el hacer, lo bueno o lo malo.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA ACERCA LA SOBERANÍA DE DIOS?
Por una parte, Dios es llamado con nombres que transmiten el significado de soberanía. En el Antiguo Testamento, se le llama Adonaí, expresión que encierra un concepto de soberanía y señorío absoluto sobre todas las cosas. 2 Samuel 7:22 dice: “¡Qué grande eres, Señor omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios“. En el Nuevo Testamento, a Dios se lo llama “despotes”[1], de donde obtenemos nuestra palabra “déspota”. Esta expresión expone al Señor como dueño y amo absoluto en las esferas de la familia y la vida pública, y que gobierna con un poder indiscutible. “El término suele ser usado en oposición a la palabra doulos, o “esclavo”[2]de donde se desprende el término de “siervo”.
En Apocalipsis 6:10, leemos, que los muertos por su testimonio; “Gritaban a gran voz: ‘¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?’“. Otra cosa que vemos en las Escrituras es que Dios tiene características que exigen que le atribuyamos soberanía absoluta a Él, ni aun los patriarcas y profetas actuaron jamás demandándole a Dios, de forma imperativa, lo que debía o tenía que hacer…
¿POR QUÉ ES SOBERANO?
El es soberano por varias razones:
Primero, porque Dios ejerce una autoridad legítima ya que es el origen de todas las cosas y en Él subsisten (Col 1:17, Hb 2:10). Él tiene el derecho de hacer con la creación lo que desea, porque es suya. Él está activo también en su creación, en contra de la comprensión deísta y panteísta promovida por la Nueva Era, la cual afirma que Dios creó el universo y luego lo dejó abandonado, funcionando de acuerdo con las leyes naturales, o por el contrario, el afirmar que el Creador está atrapado en su creación, y se encuentra en las cosas (panteísmo), idea que dio origen a la idolatría y adoración de las manifestaciones naturales.
Segundo, Dios tiene el poder para hacer lo que Él quiere con su universo, así lo afirma la palabra: “Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos” (Daniel 4:35). En la Biblia Dios confronta a Job en su desgracia argumentando sobre su soberanía (Job 38-41), y estableciendo que todo lo que ocurren esta bajo su control, incluyendo el sufrimiento por el cual pasamos a veces, y reconociendo que la fuerza del mal que operan en la tierra, aun están sujeta a su designio en relación a sus hijos pues ni un cabello de nuestra cabeza caerá sin su consentimiento (Lc 21:18).
Tercero, Dios tiene el control y el conocimiento que se requiere para gobernar sobre todo. Él sabe lo que sucede, y sabe exactamente lo que tiene que hacerse según su plan divino. Él conoce el pasado, el presente y el futuro perfectamente. El es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hb 13:8).
Cuarto, Dios tiene la voluntad para hacer lo que Él desea. Él hace lo que dice que hará (Isaías 46:9, 10; 55:11) y nadie pude cambiar o alterar su voluntad, salvo si intercede con f{e y respeto delante de él por misericordia, pues Abraham lo hizo por Lot y obtuvo respuesta, pero tuvo que ir con reverencia delante del Altísimo (Gen 18:27-33), y podemos ver la forma reverente con la cual se dirige a Dios al demandarle algo afirmando en un verso “no se enoje mi Señor” (30) lo que refleja el temor que tenia al acudir delante de Dios para demandarle algo que no hizo de forma imperativa, sino más bien como una negociación.
Todas estas razones nos dejan ver que cualquier acción impositiva hacia Dios de parte nuestra, sería una herejía desde el punto de vista doctrinal, pero actualmente los predicadores de la prosperidad y de la onda apostólica han tomado a Dios y a su hijo Jesucristo como un objeto de explotación, manipulación y exaltación humana, y le exigen cosas que no son aceptables ni lógicas ni teológicamente. ¿Quién se atrevería ir delante de un rey a demandarle algo? Más bien la Biblia enseña que delante de un rey terrenal, ni siquiera podía llegar el súbdito con tristeza (Neh 2:1-2) y al presentarse delante de él debía tener permiso primero y hacer reverencia y no hablar hasta que este le extendiera el báculo o diera la orden… Sería bueno estudiar la realidad de los reyes en la antigüedad, y saber que en él estaban todos los poderes, y nadie podía demandarle al rey algo de forma arbitraria o impositiva, porque en tal caso sería castigado con la muerte.
Revisemos la historia, restauremos el Señorío de Cristo, y proclamemos la soberanía de Dios, y cuando oremos o prediquemos, exaltemos su poder absoluto. Entonces actuaremos “Con temor y temblor delante de su presencia”.
¿CUAL ES EL NOMBRE DE DIOS?
Sobre el nombre bíblico de Dios, y su mención, se ha formado una tremenda controversia. Unos afirman que se llama YAHVE otros JEHOVA, los mesiánicos le llaman el ETERNO, y afirman, disparatadamente, que el término “Dios” hace alusión a un dios pagano y no se debe usar para el Eterno. En realidad cuando el todopoderoso y eterno creador se hace manifiesto en la Biblia, y se le pregunta su nombre, su afirmación lo identifica como “el sin nombre”.
Uno de los escritores sociólogo más destacado se llamaba Erick Fromm, que por cierto no es religioso, y aun más, es escéptico, pero en sus libros analiza temas bíblicos de forma muy profunda, como por ejemplo en su libro “Y seréis como Dios” hace un maravilloso análisis de la deidad del Eterno cuando se le apareció a Moisés. En Éxodo 3: 13-15 leemos: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”. Aquí vemos como Dios no se identifica con un nombre. En la mente de Moisés estaba la idea de los diversos dioses egipcios, aunque había muchos, los más importantes eran Ptah, Amón y Ra. Según la mitología egipcia, estos dioses se peleaban por reinar, y había dioses para el amanecer, para el mediodía y para la noche. Todos luchaban por reinar, y pelaban unos contra otro. Así que Moisés al preguntarle cómo se llamaba, lo que estaba diciendo era “¿cuál de todos los dioses eres tú?” y el Señor respondió: “YO SOY EL QUE SOY” el único, el que nunca cambia, porque es inmutable. “Qué significa este estraño nombre que Dios se da a sí mismo? El texto hebreo dice o “ebeyeb me ha enviado a vosotros”. Ebeyeb es la primera persona del tiempo imperfecto del verbo hebreo “ser”. Debe recordar que en hebreo no existe tema gramatical presente, sino solamente dos temas temporales básicos: perfecto e imperfecto… por lo tanto una traducción libre de la respuesta de Dios a Moisés podría ser: “Mi nombre es sin-nombre; diles que Sin-nombre te ha enviado”[3]
Sobre este pasaje escribe Erick Fromm “aunque Dios ha sido designado por un nombre paradójico (YHWH), ni aun este nombre puede ser pronunciado “en vano”, se dice en los Diez Mandamiento. Najmánides, en su comentario, explica que este “en vano” significa “sin ningún propósito”. La tradición judía posterior y la práctica religiosa ha declarado qué quieredecir este “sin ningún propósito”. Los judíos observantes, aun hoy día, nunca peonuncian el YHWH, sino que dicen en cambio “Adonai” que significa “mi Señor”; y ni siquiera dicen Adonai, excepto en las oraciones o al leer las Escrituras, sino que lo remplazan por “Adoshem” (la primera letra de Adonai más la palabra shem que significa simplemente “nombre) siempre que hablan acerca de Dios. Aun al escribir acerca de Dios en un lenguaje extranjero, por ejemplo en inglés, un judío observante escribirá “G´d” en vez de God para no pronunciar el nombre en vano”[4]. Después el escritor establece que Dios no necesita nombre, porque es uno, y los nombres se usan para diferenciar una persona de la otra, pero si es único, entonces ¿Por qué tiene que tener un nombre? La Biblia declara que “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Deut 6:4. Y por lo tanto no necesita un nombre, entonces ¿Por qué hacer tanto lio de algo que no tiene sentido escrituralmente hablando. Maimónides[5], uno de los grandes maestros del judaísmo definió a Dios como “el sin nombre” y relata Fromm; “El concepto de Dios ha pasado un proceso de evolución que comienza con el Dios celoso de Abraham, pasa por el Dios sin nombre de Moisés, y continua hasta llegar al Dios de Maimónides, del cual el hombre solamente conoce ”.
Mirando la realidad desde una perspectiva lógica y bíblica, el Eterno al cual servimos, por ser único, no necesita que le llamemos con un nombre, porque Él es en todo y sobre todo el Señor soberano, y no importa cómo le llamemos, lo importante es reconocer su soberanía y Señorío y venir delante de Él con reverencia.
[1]El término original griego “despotēs” significaba “Señor absoluto” y era el sinónimo de kyrios. Como el equivalente del título latino dominus, el término despotēs empezó a referirse al Emperador romano, ocasionalmente utilizado en lugares formales, como por ejemplo, monedas. El título despotēs se otorgaba a los miembros de la casa imperial. Esta tradición empezó con el futuro rey Béla III de Hungría, como el futuro yerno y heredero del emperador bizantino, Manuel I Comneno en 1163. Según Gyula Moravcsik, el título fue una simple traducción del título húngaro de Béla “Úr” (Maestro o Señor), pero otros historiadores creen que viene del título romano dominus.)
[2]La esclavitud es una institución jurídica que conlleva a una situación personal por la cual unindividuo está bajo el dominio o propiedad de otro, perdiendo la capacidad de disponerlibremente de su propia persona y de sus bienes. Tomado de Wikipedia.
[3] - Meister Eckahrt ha captado y expresado hermosamente el significado de un Dios sin nombre en “An Introduction to the Study of his Works with an Anthology of His Sermon (Edinburgo, T. Nelson Sons 1957)
[4] – “Y Sereis como Dioses” Erick Fromm, Editorial Paidos Studio,Buenos Aires, 1981, página 34.
[5] – Moshé ben Maimón o Musa ibn Maymun (en hebreo: משה בן מימון, y en árabe, موسى بن ميمون), también llamado desde el Renacimiento Maimónides (“hijo de Maimon”) o RaMBaM(el acrónimo de sus iniciales en hebreo, רמב”ם), conocido entre los cristianos como Rabí Moisés el Egipcio (1135, Córdoba – 1204, Fustat, Egipto),[1] fue el médico, rabino yteólogojudío más célebre de la Edad Media. Tuvo una enorme importancia como filósofo en el pensamiento medieval.
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