lunes, 2 de julio de 2012

Descubriendo Falsos Profetas



Un pastor contaba esta anécdota: dice que un día estaba sentado en un bar esperando que su hijo terminara una práctica de fútbol. Mientras hacía tiempo, tomaba una gaseosa como derecho para estar en el local y leía su Biblia. De pronto se le acercó un joven que, sin mediar otras palabras, le preguntó si estaba estudiando para ser cristiano. El pastor le contestó que ya era cristiano y, a su vez, quiso saber si el muchacho, alguna vez, había hecho una decisión por Cristo.
El joven le respondió que llevaba muy poco tiempo de convertido, pero que se encontraba muy confundido porque en la congregación adonde concurría, dos hermanos le habían dado una profecía, cada uno por su lado, marcándole lo que debía hacer con su vida de creyente. El problema – dijo -, radicaba en que las dos profecías no eran iguales. Más bien, eran bastante opuestas. Entonces le formuló la pregunta: ¿A cuál cree usted que debo creerle? El pastor no dudó ni un instante. Le respondió con total convicción y seguridad: “¡A ninguna de las dos!”.
El muchacho se quedó pasmado. El pastor le preguntó, entonces, si sabía del sacerdocio de todos los creyentes y, en segundo término, si creía verdaderamente en eso. El joven dijo que no estaba seguro; que era demasiado el tiempo que había llevado creyendo sinceramente lo que había aprendido desde muy pequeño, que había “intermediarios” entre Dios y los hombres. Entonces el pastor le explicó que todo hijo de Dios tiene acceso a Él y, allí fue, donde le dijo: “Si Dios quisiera que tú hicieras algo, no crees que te lo diría a ti mismo?”
Entender el don de la profecía y distinguirlo del papel de un profeta, quizás sea la batalla más grande para la iglesia en estos tiempos iniciales del siglo veintiuno. Es más; no deseamos limitar al Señor a no hablarle a la iglesia y a sus miembros en estos días críticos. Pero si no hacemos preguntas difíciles y no analizamos otros puntos de vista, quizás haremos eso mismo, o aún más, le haremos caso a un falso profeta. Ahora bien: ¿Cómo podemos diferenciar, llegado el caso, entre lo fraudulento y lo genuino?
Tenemos en un extremo a los cristianos que creen que ya no se manifiesta la presencia milagrosa de Dios, que Él únicamente habla a su iglesia por medio de su Palabra, según la interprete la elite de teólogos o pastores destinados por la denominación o el credo a esos efectos. A pesar de que esto último se lo negarían, apenas usted se muestre en desacuerdo con ellos, saltará a todas luces que su fe está fundada en una lealtad absoluta y porque necesitan sentirse en lo correcto en lugar de experimentar su seguridad en Cristo y la necesidad de ser amorosos.
En el otro extremo de este espectro están aquellos cristianos que insisten en que Dios se manifieste en cada culto público de adoración y a su solicitud. Su meta es entrar en el Lugar Santísimo y tener, en cada reunión, profecías, palabras de conocimiento, sanidades, lenguas y cualquier otra manifestación insinuada por la Biblia o mencionadas en ella.
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¿Adónde estará el equilibrio entre la ortodoxia muerta y el celo sin conocimiento? Si bien no se puede trazar una línea absoluta entre estos asuntos, creo que podemos estar de acuerdo en algunos conceptos amplios a partir de las advertencias de las escrituras. Empecemos con una mirada a la historia bíblica.
Dios creó a la humanidad para gobernar sobre las aves del cielo, los animales del campo y los peces del mar. Su dominio se extendía por toda la tierra, su atmósfera y sus océanos. Cuando Adán pecó, perdió su relación con Dios y su mando sobre la creación. Satanás llegó a ser la autoridad rebelde y es ahora el príncipe del poder del aire y el gobernador de este mundo. El plan de redención de Dios es vencer al dios de este mundo y restaurar a una humanidad caída, estableciendo su reino para que se haga la voluntad de Dios aquí en la tierra como en el cielo.
LA Biblia revela el plan de Dios. Incluye los relatos históricos del avance de su plan en el transcurso del desarrollo, el establecimiento y el mandato de la iglesia, y la seguridad de que se cumplirá su plan escatológico para el futuro. Efesios 2:19-22 nos resume dónde estamos actualmente y cómo Dios se ha comunicado con nosotros.
(Efesios 2: 19)= Así que, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, (20) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, (21) en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; (22) en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Dios nos ha librado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo, tal cual se nos declara en Colosenses 1: 13. Ya no somos más pecadores sino santos que pecamos, que puede sonar parecido, pero que no es lo mismo. Estamos confiadamente en la casa de Dios, sentados con Cristo en lugares celestiales. Basados en el fundamento dado a los apóstoles y profetas. Él nos está edificando en un templo santo. La iglesia establecida para morada de dios en el Espíritu.
Dios nos ha comunicado este plan redentor con claridad en la Biblia por medio de los profetas y de los apóstoles. Además, la verdadera revelación de Dios fue Jesús mismo, la piedra angular de la iglesia.
Así que los profetas del Antiguo Testamento eran mensajeros de Dios. Jamás hablaron presuntuosamente. Dios le dijo a Moisés: “Les levantaré un profeta como tú, de entre sus hermanos. Yo pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo mande”, dice en Deuteronomio 18:18, y a Jeremías, en 1:9, le agrega: “He aquí, yo pongo mis palabras en tu boca”, en tanto que en Ezequiel 2:7 es más contundente y preciso cuando le dice: “Tú, pues, les hablarás mis palabras, ya sea que me escuchen o dejen de escuchar, porque son una casa rebelde”.
Cuando los profetas del Antiguo Testamento hablaban, era: Así dice el Señor. Hablaban con autoridad porque era el mensaje de Dios, no del hombre. La prueba de un verdadero profeta era que nunca se equivocaba. El pueblo tenía que discernir si era verdadero o falso, pero a él no le quedaba la responsabilidad de decidir qué parte de la profecía era la correcta y cuál la equivocada. Si alguna parte era errónea, el hombre era un falso profeta. Desdichadamente, escucharon a muchos falsos profetas y apedrearon a muchos profetas verdaderos porque no querían escuchar el mensaje de los verdaderos. El Antiguo Testamento da un relato tras otro de reyes rebeldes, de adoración a Baal y de falsos profetas.
La historia del Antiguo Testamento se cierra con un silencio de cuatrocientos años durante los cuales el mundo estaba sin voz profética. Entonces la Palabra se hizo carne y moró entre nosotros, tal como lo señala Juan 1:14. Dios estaba a punto de hablar de nuevo, pero es interesante notar que el mismo Jesús habló por iniciativa propia. Juan 12:49 señala que Jesús nombró a doce discípulos quienes se identificaron como apóstoles después del pentecostés. Ellos llevaron el mensaje de Dios en los primeros días de la Iglesia.
La mayoría de los estudiosos de la Biblia creen que ya no hay profetas y apóstoles que hablen con absoluta autoridad de “Así dice el Señor”. Sin embargo, no se puede excluir la posibilidad de que Dios hubiera enviado de nuevo a quien realizara la función de profeta o de apóstol.
Algunos han sugerido que hay dos profetas en Apocalipsis 11:3, pero el pasaje dice que son “Testigos que profetizan”. ¿Cuál es la diferencia? Se identifican como testigos, pero lo que hacen es profetizar. De manera similar, algunos me llamarían a mí un maestro radial que exhorta. El tema es que un maestro de enseñanza radial, es un hombre, pero la exhortación es un don. Lo primero, en todo caso, describe mi actividad, lo segundo, el don o los dones que pueda haber recibido por gracia y misericordia de Dios.
Respecto a los profetas modernos, ¿Debemos aceptar lo que digan como autorizado para la iglesia así como lo aceptamos para las Escrituras? Desde el momento en que la iglesia anunció que ya se había cerrado el canon de las escrituras, se han levantado muchos falsos maestros y falsos profetas; uno no puede decir con total autoridad que Dios no puede añadir a su palabra, aunque a nosotros se nos advierte muy claramente que no lo hagamos. Las Escrituras enseñan que ya se ha puesto (Tiempo pasado del verbo) el fundamento de los apóstoles y los profetas. El plan de Dios ya ha sido declarado, hemos sido comisionados y el futuro ha sido asegurado.
 Hasta ahí perfecto, pero el único problema, es: ¿Cuántos entendieron el plan de Dios y cuántos lo mezclaron y lo confundieron con sus propios planes personales? ¿Cuántos han obedecido esa comisión, (Le recuerdo que una CO-MISION, es una misión de dos o, al menos, de más de uno) y cuántos han preferido dedicarse a otras actividades eclesiásticas que los hacen quedar mejor con la sociedad donde habitan? Y, finalmente, ¿Cuántos han entendido la seguridad de ese futuro y cuántos andan por allí escondiéndose y esperando que Cristo venga a rescatarlos en un gran rapto y así dejar este mundo donde el diablo nos tiene a puñetazo limpio? Apóstoles y profetas antiguos cumplieron lo suyo, es cierto, y el canon se cerró, también es cierto, pero palabra profética y palabra apostólica todavía es ultra necesaria porque de lo contrario la iglesia jamás se despabilará y hará lo que Dios le ordenó que hiciera. Lo que necesita para ser más que vencedora, sin mancha y sin arruga y para irse con su Señor, allí sí, en victoria, no en una huida vergonzosa.
Sin embargo, Dios todavía obra hoy como lo hacía en el pasado, es decir: por medio de su pueblo. Profetas como Isaías y apóstoles como Pablo, eran indudablemente personas como nosotros. Se ha mitificado demasiado todo eso y no nos ha hecho bien, precisamente. Vemos tan pero tan lejos a todos esos personajes bíblicos que, teniendo los mismos mandatos que ellos y las mismas armas potenciales, hemos preferido creer que no y aquí estamos, con el trabajo aún sin terminar por autosubestimación carnal nuestra.
La Iglesia todavía cuenta con personas dotadas y el don de la profecía espera, como otros dones dentro de la iglesia, ser manifestado por tantos y tantos que lo portan y lo ignoran o eligen ignorarlo. Pero tenga en cuenta lo siguiente: el don de la profecía del Nuevo Testamento no es similar al oficio de profeta del Antiguo Testamento. Si usted tiene el don de la administración, por ejemplo, Dios le da poder para estructurar debidamente y conforme a SU voluntad a la iglesia y a organizar sus esfuerzos, pero probablemente no se le conocerá únicamente como administrador.
Si tiene el don de la exhortación, ¿Lo identificará la gente como el hermano que exhorta? ¿Habrán de llamarlo, acaso, “El Exhortador”? ¿O lo llaman para hacerle delicadas menciones  que tienen que ver con su mamacita y con toda su familia? Es increíble como, el hombre que se dice EN Cristo, se desvive por tener reconocimiento y aceptación entre sus pares, cuando su modelo, Cristo, ministró salvación, sanidad, liberación, enseñanza y vida eterno y no fue aplaudido ni siquiera por sus propios discípulos, quienes cuando “las papas quemaban”, sencillamente se borraron todos, aunque el que quedó registrado únicamente fue el pobre Pedro que, dicho sea de paso, fue el único que, al menos, se acercó a ver qué estaba sucediendo.
Quizás usted tenga el don de lenguas, ¡Pero nadie va a referirse a usted, por ese motivo, como “La Lengua”! Tampoco el don de profecía, entonces, y por fuerza de la inercia, lo hará a uno profeta. Entienda. Somos simplemente hijos de Dios, dotados de manera sobrenatural para edificarnos los unos a los otros hacia la vida recta, no para brindar espectáculos por los cuales percibiremos un ingreso producto de un boleto o ticket de entrada llamado dudosamente “Ofrenda”.
Dios construye sobre el fundamento que ya establecieron los profetas y los apóstoles al darnos evangelistas, pastores y maestros. Los evangelistas, pastores y maestros son personas ordenadas por EL para preparar a los santos para que puedan traer sus comunidades a Cristo y edificarse unos a otros. A pesar que Satanás ya está derrotado, el reino de las tinieblas sigue presente en la edad de la iglesia. Junto con los verdaderos evangelistas, pastores y maestros, además de otros dotados por Dios para el ministerio, se puede esperar que Satanás también tenga sus falsos profetas, maestros y mesías. Así es, y las escrituras nos lo han advertido bastante. Por tanto, examinemos como identificar a los falsos profetas y maestros, primero, a partir del Antiguo Testamento y luego del Nuevo Testamento.
Ya se ha mencionado la manera normal de identificar a un profeta del Antiguo Testamento. Deuteronomio 18: 20-22, nos explica que si un supuesto profeta hablaba presuntuosamente, (Es decir: sus propios pensamientos, no los de Dios) debía morir. Si lo que decía no se cumplía, era un falso profeta. Esa prueba sólo da resultados cuando las palabras del profeta pronostican algún suceso futuro. Como vamos a ver ahora, esa no era la función principal de un verdadero profeta. Deuteronomio 13 identifica a unos falsos profetas de naturaleza aún más insidiosa para discernir.
(Deuteronomio 13: 1)= Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, (2) y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: vamos en pos de dioses ajenos que no conociste y sirvámosles; (3) no darás oídos a las palabras del tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.
En este caso se cumplen las señales y los prodigios, pero su objetivo es conducir al pueblo lejos de Dios para servir a otros dioses. Esos soñadores de sueños, como dirá luego en el verso 5, son rebeldes de corazón. Usan señales y prodigios para seducir a la gente a apartarse del camino verdadero y el público ingenuo los sigue ciegamente porque aceptan cualquier cosa sobrenatural como si fuera de Dios. El objetivo es hacer que la gente dependa de las intervenciones milagrosas en lugar de la Palabra de Dios, como medio de conocer la voluntad del Señor. En los tiempos del Antiguo Testamento Dios consideraba tan grave su maldad como para demandar sus vidas a manos de sus propios familiares.
Cuenta otro pastor que él tenía, en cierto lugar, una iglesia que operaba bastante aceptablemente cuando de un día para el otro, un ministerio vecino causó bastante controversia. Todo el mundo oía hablar de las grandes señales y prodigios que se cumplían a manos de un joven profeta. Varias personas de esta iglesia fueron a esos otros cultos. Parecía que Dios estaba bendiciendo esa obra mucho más que a la de este pastor. Sin embargo, al final, el “profeta” trasladó su ministerio a otra parte y, al poco tiempo, se supo que estaba gravemente enfermo hasta que falleció de SIDA como resultado inequívoco de su vida decadente. Condujo a muchísimas personas por caminos equivocados. Entonces la pregunta que nos surge, es: ¿Cómo identificaríamos, hoy, a un falso profeta como ese? Parte de la clave la encontramos en el capítulo 23 del libro de Jeremías.
(Jeremías 23: 21)= NO envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, más ellos profetizaban.
(22) Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.
(23) ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos?
(24) ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?
(25) Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: soñé, soñé.
(26) ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?
(27) ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?
<(28) El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? Dice Jehová.
(29) ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
(30) Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
(31) Dice Jehová: he aquí que yo estoy en contra de los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: Él ha dicho.
(32) He aquí, dice Jehová, yo estoy en contra de los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
Fíjese que hay dos errores. Estaban haciendo obras malas y siguiendo un camino equivocado. Los profetas estaban sólo para anunciar las palabras de Dios, cuyo objetivo principal era llamar a la gente a abandonar el pecado. Pedían al pueblo que regresaran a las normas morales de la ley. Debían declarar el camino del Señor, exhortando a la gente a alejarse de sus caminos malvados, a aceptar el plan de Dios para sus vidas. Los falsos profetas de los que habla Jeremías solamente tienen sueños, y creyendo que eran de Dios, profetizan en el nombre del Señor. Si usted tiene un sueño que piensa que es de Dios, entienda el valor relativo de los sueños.
Cualquiera que se haya criado en el campo, como yo, puede entender el valor relativo de la paja a la que Dios alude en contraposición con el trigo. Si se trata de alimentar el ganado con paja, no se la comerán porque no tiene ningún valor nutritivo. Sirve muy bien – por ejemplo -, para hacer una cama, pero sólo el grano tiene valor nutritivo. Dios dice que el sueño es como la paja, pero que su Palabra es como el trigo, y que únicamente creceremos cuando devoremos la Palabra de Dios. Cuando sustituimos el trigo de la verdad bíblica por la paja de los sueños, morimos con rapidez de hambre espiritual.
En el Nuevo Testamento el don de profecía tiene el mismo propósito de volver el corazón del pueblo hacia Dios, como lo hicieron los profetas del Antiguo Testamento.
(1 Corintios 14: 24)= Pero si todos profetizan, y entra algún incrédul0o o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; (25) lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.
La Palabra de Dios es como fuego: purifica a la iglesia. 1 Pedro 4:17 dice: Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Entonces, ¿Por dónde comienza el juicio? Por dentro. A Él le preocupa mucho más la pureza de la iglesia que su crecimient0o. Como sólo una iglesia pura puede crecer y producir fruto, Satanás usará señales y prodigios para desviarla del camino recto. Engañará a la gente para que se obsesione con sanidades físicas y fenómenos externos en vez de la purificación del corazón. La Palabra de Dios es como un martillo que rompe la tierra dura y suaviza el corazón. Si a la gente que está viviendo en inmoralidad en nuestras iglesias les llegara una palabra de profecía del Señor, tenga usted por seguro que no sería una de consuelo sino de exhortación a la purificación. Son numerosas las advertencias del Nuevo Testamento en contra de los falsos profetas.
(1 Juan 4: 1)= Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
¡Por favor, pueblo de Dios! ¡Entiende de una vez por todas que los falsos no van a aparecer en una cantina, en un prostíbulo o en un fumadero de opio, que YA son altares del diablo! ¡Aprende a discernir porque los falsos...  ( Y aquí agréguele lo que usted elija, profetas, apóstoles, pastores, maestros, evangelistas) se van a instalar, cualquier día, en el púlpito de su congregación como invitados especiales o, en el peor de los casos, como el conductor del rebaño! Conforme se prepara el Señor a volver a esta tierra, se están identificando las advertencias. En el Sermón del Monte de los Olivos, Jesús dice:
(Mateo 24: 11)= Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos.
(Verso 24)= Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos.
Una cosa es saber que van a aparecer, pero otra es detectar cuáles son. Para determinar si un profeta es digno de creerse, lo primero que habrá que buscar en su torno, es una vida recta. Jesús dijo en Mateo 7:20: Por sus frutos los conoceréis. Los tres versículos que siguen identifican a los fraudulentos. Es posible que digan: ¡Señor! ¡Señor! Es posible que profeticen, que echen fuera demonios e, incluso, que hagan milagros en nombre del Señor. Sin embargo, no entrarán en el reino de los cielos, porque no están haciendo la voluntad del Padre.
Obviamente, Satanás logra hacer sus propios milagros y conseguir que sus demonios colaboren en el momento indicado saliendo de los afligidos. Así parecería que el maestro falso habría echado los demonios. A Jesús no le interesan ni el “show” ni la diversión, y declara: El que hace la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos.
No es lo que hagamos por Dios en lo exterior lo que nos da entrada al cielo. Se trata de lo que Dios ha hecho por nosotros internamente. La voluntad de Dios para nuestras vidas, es nuestra santificación. Dios ha cambiado nuestra naturaleza; a nosotros nos corresponde cambiar nuestra conducta. Los falsos maestros esconden su pecado, pero tarde o temprano, sus obras los delatarán.
(1 Corintios 11: 13)= Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.
(14) Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
(15) Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin serán conforme a sus obras.
Aquí vemos algo: que la inmoralidad de su estilo de vida se descubrirá y que ellos hacen su obra dentro de la iglesia. No nos dediquemos a sectas satánicas que ya están en evidencia, usemos discernimiento para no ser víctimas de los que están dentro de nuestras organizaciones. Los verdaderos ministros cristianos tienen un corazón de siervos. No buscan enseñorearse sobre los demás, sino que sirven de ejemplo.
Al protegernos de los falsos profetas, no nos metamos en una cacería de brujas. Muchos cazadores de herejías son santurrones hipócritas y tan malos como los herejes que dicen perseguir. Si en su camino se encuentra con alguno que sea víctima de una mala enseñanza, muéstrele la luz, pero no la salida. La mejor manera para eliminar la oscuridad es encender la luz. Sea un proclamador, no un denunciador. Comprométase con la verdad. Tenga comunión con los hermanos en un lugar donde la verdad se proclame de manera equilibrada.
Causa preocupación el creciente mal uso de los dones de profecía y de palabras de conocimiento. ¿Qué trata de decir Pablo en Corintios? Que hay variedad de dones espirituales y manifestaciones del Espíritu. En medio de esta diversidad hay unidad, porque hay un solo Espíritu y un solo Señor. Dios da los dones según su voluntad. Los dones y las manifestaciones vienen y se van y vuelven a aparecer con el fin de cumplir con la voluntad de Dios. Los que permanecen son la fe, la esperanza y el amor. Esos son los que siempre perduran, por medio de los cuales evaluamos nuestro ministerio y nuestras vidas.
La Biblia dice que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, y ese es Jesús. Pero, por ejemplo, cuando Dios envió un profeta como Natán a alguien como David, fue con el objetivo de traer convicción para establecer la justicia. Ahora, en la edad de la iglesia, redargüir es un ministerio primordial del Espíritu Santo.
La aplicación correcta del don de profecía sería revelar la maldad para que las personas estén en armonía con Cristo. Una vez que vivan en justicia y rectitud ante el Señor, el Espíritu Santo los dirigirá. Dice Romanos 8:14 que: Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Muchísimas congregaciones animan a sus miembros, incluyendo a los inmaduros, a entrar en la plenitud del Espíritu con sus manifestaciones. Pregunto: ¿Por qué no en la plenitud de la verdad? Porque es a la plenitud de la verdad a la que nos ha prometido guiarnos el Espíritu Santo. Estoy profundamente preocupado por los recién convertidos a quienes se empuja a buscar todas las manifestaciones del Espíritu. Muchos no han tenido ni el tiempo ni la oportunidad para entender el fundamento puesto por los apóstoles y los profetas. La iglesia de Corinto tenía problemas parecidos. Pablo los exhortó a volver a los fundamentos de la fe, de la esperanza y del amor, y a dirigir con cuidado el uso de lenguas y profecías en el culto público, porque Dios todo lo hace decentemente y con orden. Una iglesia o una persona que busca sinceramente más de Dios, jamás recibirá palabra profética desde afuera o desde otra iglesia.
Si acepta las afirmaciones proféticas como válidas para hoy en día, yo le animaría a probarlas de la siguiente manera: Primero: la persona que da la voz profética, ¿Vive un estilo de vida balanceado y recto? Segundo: ¿Está la persona comprometida con la edificación del reino de Dios o del suyo propio? ¿Está levantando a Cristo o se está levantando a sí mismo? Tercero: ¿La voz profética establece confianza en la Palabra de Dios y es consecuente con una presentación equilibrada de la misma? ¿Conduce a la gente hacia una mayor dependencia de la revelación de Dios, o de la inspiración del hombre? ¿Es esa voz profética un sustituto del estudio serio y personal de la Palabra de Dios? Cuarto: ¿Produce el uso de ese don espiritual, la unidad de la iglesia y la edificación de unos a otros? Tenga cuidado con esta prueba, porque esos que mantienen una forma de santidad pero niegan su poder, tampoco están equilibrados. Contristarán al Espíritu por medio de la censura y es poco lo que se logrará en la iglesia. Pueden causar también la desunión.
Por último, ¿Estas manifestaciones espirituales echan a un lado a la mente? Dios opera por medio de nuestra mente. Satanás la echa a un lado. Si la persona se mete en un trance, tipo médium, tenga por seguro que esto es ocultismo. Dios nos renueva la mente y nos recuerda todo lo que nos ha enseñado. Debemos pensar para tener un juicio sano.
Hoy en día, la mayoría recibimos información de gran cantidad de fuentes. Con Satanás usando todavía a los falsos profetas en su batalla por nuestras mentes.

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