El joven era una representación típica de su generación; flaco, con una camisa que parecía tatuada a su piel, pantalones de mezclilla ajustados y pelo al estilo CR9. Sin embargo las ideas en su cabeza tenían otra dimensión… Mire pastor: de entrada quiero decirle que ya Dios nos dijo a mi amigo y a mí que somos los sucesores de los pastores de mi iglesia… es que nosotros con esos pastores no vamos para ningún lado; no son apostólicos ni proféticos, no hacen conciertos, en fin… están atrasados y por eso Dios ya me llamó a mí de apóstol y a mi amigo de profeta. Solo estamos orando y esperando el tiempo en que Dios acelere el cumplimiento de su palabra, para hacer los cambios que nosotros queremos.
Es una realidad cotidiana en nuestra cultura organizacional evangélica el surgimientos de nuevos liderazgos reales o imaginarios que propugnan por un cambio acelerado que les coloque en la cima del “poder” congregacional; y lastimosamente, muchos de ellos han malentendido el concepto real de cambio generacional y apoyados en dizque “profecías” se colocan en la posición de esperar incorrectamente asumir el control o pastorado de sus iglesias.
Dios nunca le va a decir a ningún líder que le quite el puesto a su pastor, mucho menos es correcto ponerse a orar para acelerar los acontecimientos, lo cual en el caso de estos muchachos insensatos implicaría la muerte o destierro de sus actuales autoridades. Tampoco es de Dios el escudarse en “profecías” para justificar las ansias de poder y reconocimiento y la rebelión disfrazada que invade los corazones.
Hay algo en común en este tipo de personas que esperan con ansias tomar el control de las congregaciones, sean adultos o jóvenes:
· Incapacidad para someterse de manera leal a sus autoridades
· Una búsqueda rápida de ascenso (no quieren subir gradas sino llegar en ascensor)
· El deseo de asumir el mando y los beneficios logísticos de una congregación ya montada con una estructura funcional
Se imagina usted amado lector que lindo ser nombrado pastor de una congregación con una membrecía sólida, con edificio propio, equipos de audio y video y un liderazgo capacitado que lleva adelante la visión ministerial, ahhhhhhh definitivamente tienen razón algunos de soñar con los ojos abiertos cuando se alarga la llegada de la hora del almuerzo.
Sin embargo, ninguno de estos “sucesores proféticos” tiene la mínima intención de irse a Wampusirpi (Selvas peruanas), 8 horas en lancha, picado de mosquitos y mal comido a llevar el evangelio iniciando por ganar un alma a la vez; o introducirse a una remota aldea o barrio para fundar una congregación desde abajo, cantando con guitarrita acústica y sin micrófonos bajo la sombra de un árbol.
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