Así, vemos que hay numerosas y fuertes prohibiciones contra ponerse en contacto con los muertos en cualquier manera. Nuestra dirección debe venir de la Escritura, no de los muertos. Las culturas antiguas paganas que contactaron con Israel, practicaron esto y otras abominaciones ocultistas. Consultar medios o espíritus familiares es equiparado a apostatar de Dios.
La pena de muerte era requerida para la práctica de la necromancia(16)
“El Comentario de la Santa Biblia” de J.R. Dummelow explica detalladamente que los objetos de este severo juicio están en Levítico 19:31 con estas palabras:
“No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios” (17)
El rey Saúl se ganó la pena de muerte como un juicio severo del Dios por haber practicado la búsqueda de dirección e información de los muertos.
“Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí” (1ª Crónicas 10:13-14)
Merrill Unger describe el fondo demoníaco de la necromancia:
"Pero los médiums y el espiritismo están estrechamente unidos con los susurros de ventriloquia y gruñidos, que los demonios de seducción emplean en sus agentes humanos en la imitación sutil de las expresiones de los muertos, para en el fondo engañar y persuadir a sus incautos seguidores"(18)
Unger, también de forma convincente nos recuerda:
"Si las Escrituras prohíben a un hijo de Dios recurrir a 'un espíritu familiar' entonces esto es igualmente malo para el difunto muerto, sea piadoso o sea malo, comunicarse con los vivos. Haciendo esto, ambos infringen la ley de Dios"(19)
Un espíritu familiar es una falsificación demoníaca del espíritu de un miembro fallecido de la familia o de un amigo, que los demonios imitan usando la información como si de alguien cercano o familiar a nosotros se tratase.
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