sábado, 8 de septiembre de 2012

La falsa doctrina de los decretos



Dolorosamente cada vez es más común encontrar iglesias (Gracias a Dios no en todas), en las que supuestos hombres de Dios -asumiendo una autoridad que no les ha sido dada por la Palabra- «decretan» para sus seguidores toda clase de cosas de este mundo tales como riquezas materiales, libertad financiera, prosperidad terrenal y salud física.

Pero, ¿es esa la forma en que la Escritura nos instruye a los hijos de Dios a actuar? Veamos lo que la carta de Santiago nos enseña al respecto:

¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos...Santiago 4:13

En estas líneas, Santiago comienza dirigiéndose a aquellos creyentes quienes, jactándose con orgullo y soberbia de sus negocios, pasaban por alto que no es otro sino el Padre celestial quien tiene los destinos de los hombres en las manos; y que es solo por la Bondad Divina (Mateo 5:45) -y no por vanos esfuerzos humanos (Salmo 127:1 / Salmo 39:6)-, que al hombre le ocurren cosas buenas (Romanos 9:16). Tal orgullo y falta de humildad sería comprensible entre los incrédulos, pero no entre los hijos de Dios.

Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Salmo 19:13

Los decretos y el corazón orgulloso

Altivez de ojos, y orgullo de corazón; Y pensamiento de impíos, son pecado. Proverbios 21:4
Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón. Ezequiel 28:5

Los falsos maestros de nuestros días enseñan al pueblo que los hombres pueden controlar sus destinos por medio de los dichos de la boca; pero, ¿no es acaso que con la práctica de los «decretos» el hombre incurre en el mismo orgullo (Levítico 26:19) y soberbia (Ezequiel 28:17) que aquellos a quienes escribió Santiago, pues se deja de lado a Dios para cometer la arrogancia de tomar el destino en mano propia?

Los decretos y el ocultismo

En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. Jeremías 23:13

Pero aún hay algo más que el pecado de orgullo al querer dejar de lado a Dios en el control de nuestros destinos, y es la iniciación del pueblo en la práctica encubierta del ocultismo. Porque ciertamente que los llamados «decretos» (en el ocultismo se llaman «conjuros») son un intento de manipular el mundo espiritual para atraer al plano material beneficios meramente terrenales, tal como lo haría cualquiera de entre lo muchos hechiceros que hay en nuestros días, muchos de los cuales, no es un secreto, incluso usan la Biblia e invocan el nombre santo de Dios en hebreo para conseguir sus fines, en la misma línea que aquel Balaam (Números 22:1-6) que ayudó a pervertir al pueblo de Dios (Números 31:16 / 2 Pedro 2:15 / Judas 1:11 / Apocalipsis 2:14).

Al cuidado del Padre celestial

...cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Santiago 4: 14-15

No debemos dejarnos arrastrar por el mal ejemplo de orgullo y soberbia en el que malos siervos de Dios incurren -orgullo y soberbia que todos sabemos de quien vienen (Ezequiel 28:2-19 / Isaías 14:12-15)-. Ni por atractivas doctrinas que han sido torcidas para disfrazarlas de cristianas, las cuales en realidad provienen del ocultismo.

Nosotros no somos como muchos, que negocian con la palabra de Dios, sino que hablamos de Cristo con sinceridad, como enviados por Dios, y en la presencia de Dios. 2 Corintios 2:17 (RVC)

En lugar de decretar o declarar para que algo suceda a nuestro antojo, dejemos nuestros destinos en manos de quien deben estar: NUESTRO PADRE CELESTIAL. Y si algo nos hiciere falta, elevemos nuestras súplicas a Él, quien antes de que le pidamos algo, ya conoce lo que necesitamos (Mateo 6:8 / Mateo 7:7 / Juan 16:24).

Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. Santiago 4:16-17

La carta de Santiago nos enseña que pretender vivir sin tomar en cuenta que es Dios quien tiene el control de nuestras vidas es erróneo, porque toda jactancia en la que se deje de lado a Dios es malévola, y decretar o declarar abundancia de bienes materiales para obtenerlos ciertamente que son jactancias y muy nocivas.

La Palabra jamás nos instruye a decretar o declarar abundancia material para que ésta nos llegue. Esa es una concepción metafísica muy antigua (los ocultistas le llaman Ley de Atracción), la cual nuestro Señor en su momento reprendió:

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. Mateo 6:7 

La paz y la salud no son resultado de nuestros decretos, sino de la voluntad de Dios (1 Pedro 4:19 / 2 Corintios 12:8-9), ante lo cual debemos mantenernos siempre en súplica rogando por su Misericordia.

...rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Romanos 1:10

Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. 1 Timoteo 5:5
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Hebreos 5:7

Pero tambien nuestras peticiones deben siempre estar lejos de la avaricia y las cosas vanas y superficiales del mundo.

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Santiago 4:3
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Mateo 6:32-33
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? Mateo 6:25-26
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 1 Timoteo 6:8
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 1 Juan 2:15-16

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