Puntos verdaderos de la Doctrina de la Prosperidad
Suficiencia sí
Algunos de los puntos de la doctrina de
la prosperidad son verdaderos y útiles en la medida en que su aplicación se
enmarque dentro de los límites apropiados, algo que vale la pena revisar.
Como con muchas doctrinas conflictivas,
hay aspectos que son verdaderos y otros falsos. Justamente por eso es
controversial.
Examinemos 2 Corintios 9:6-12:
Pero esto digo: El
que siembra escasamente, también segará escasamente: y el que siembra
generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su
corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y
poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda
buena obra; como está escrito: Repartió, dio a lospobres; su justicia permanece
para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y
multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,
para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por
medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este
servicio no solamente suple lo que a los santos falta sino que también abunda
en muchas acciones de gracias a Dios.
Estos versículos enseñan con claridad
que la voluntad de Dios es que los creyentes vivan a un nivel superior al de la
mera subsistencia. (Hay excepciones que serán tratadas más adelante.) Este
texto puede ser entendido bajo tres principios:
La siembra y la cosecha
Repetidas veces en toda la Escritura
vemos el principio de la siembra y la cosecha. Cristo lo enseñó como la ley
fundamental de cómo opera el DAR en el reino de Dios. En Lucas 6:38 nos enseña:
Dad, y se os dará; medida buena,
apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma
medida con que medís, os volverán a medir.
También Pablo enseña que… todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7).
En el contexto de 2 Corintios 9
obviamente se refiere a dinero. Se expone el principio de que los cristianos
pueden prosperar sobre el nivel de subsistencia y tener de sobra para dar a la
obra del evangelio y a los que estén en necesidad.
El primer paso toma la ley de la
siembra y la cosecha acompañado de un par de adverbios importantes:
“escasamente” y “abundantemente.” Estos dos términos deben ser tomados en forma
relativa, en proporción a los medios de cada uno y no en comparación a lo que
otro pueda dar o a lo que el mundo pueda considerar “abundante.” Jesús reveló
esto en el templo cuando una viuda desconocida entregó más que todos los demás
(Lucas 21:3). A través de eso notamos que el DAR es cualitativo más no
cuantitativo. Los maestros de la prosperidad están en lo correcto en este
punto.
Motivos
Los motivos correctos son esenciales en
el proceso. El término “generosamente” (eulogia, en griego) significa
literalmente “bendición.” En el versículo 5 se le opone a “codicia” y se
traduce “escasamente.”
Pablo enfatiza que el motivo del que da
debe ser para ver bendiciones en otra persona y no el de obtener
riquezas para sí mismo. La codicia no debe ser la motivación para dar.
Los únicos motivos correctos son para la gloria de Dios y el aumento de las
bendiciones a los demás.
No se debe olvidar a los pobres. Repartió,
dio a los pobres, su justicia permanece para siempre (v. 9). Me sorprendió
descubrir que el sujeto tácito (él), no se refiere a Dios, sino al creyente que
da. Esta es una cita del Salmo 112 y, en su contexto, se refiere claramente al
hombre justo.
Resultados de DAR
Ahora demos una mirada a los resultados
generales de la obediencia a este patrón de dar:
Primeramente, el versículo 8 nos dice
que Dios hará abundar todo tipo de gracia en nosotros. La gracia divina se hará
evidente en cada instancia de nuestra vida. Podremos ser independientes. La
palabra griega es autarkeia, que significa “autónomo,” implicando
independencia y suficiencia. También dice que tendremos todo tipo de buenas
obras y recibiremos no solo para cubrir nuestras propias necesidades, sino
también para poder dar con generosidad y continuar con el ciclo.
En el versículo 10 vemos que Dios
también aumentará los resultados de nuestro ministerio y los frutos de
vuestra justicia. La palabra frutos (genemata, en griego) significa
en este caso “retoños” o “progenie.” Es la forma sustantiva del verbo
“engendrar.” Los frutos y los resultados de nuestro ministerio se ven aquí y
aumentarán.
Seremos enriquecidos en todo con
toda liberalidad, (v. 11). ¿Qué significa “liberalidad”? En griego, haplotes
ordinariamente significa “sinceridad,” y se traduce como “generosidad.”
Fijémonos ahora en una palabra clave
del contexto: “enriquecidos,” la cual es ploutizo en el original. Cuando
se estudia otro idioma, a menudo uno puede descubrir el tono y sabor de cada
palabra, más allá del significado simple del diccionario. Creo que el término
“hacer rico” de la Nueva Versión Internacional es muy fuerte para este vocablo.
Hay otro verbo relacionado que se usa en muchas otras partes de la Biblia.
Ploutizo no conlleva el
significado de hacerse rico, como vemos cuando alguien dice: “Soy un hombre
rico.” Esa es la palabra que uno esperaría escuchar cuando dos hombres de
negocios dirían en un diálogo como el que sigue: “¿Cómo van los negocios?” A lo
que el otro responde: “Me va bien.” Lo cual no significa que ya es rico, sino
que su negocio va bien y está obteniendo una buena ganancia.
Prosperidad en el dar y el recibir
No debemos quedarnos con el superávit
de la prosperidad. Este es el sentido literal de la frase enriquecidos con
toda liberalidad. El saldo de la diferencia entre nuestras necesidades y
nuestra prosperidad debe darse para la obra del evangelio.
Dios bendice a algunas personas para
que puedan ser generosos, no para que se pongan a exhibir su prosperidad o a
juzgar a otros cristianos pobres en cuanto a su falta de fe o a su
espiritualidad.
He aquí la matemática del principio
dado por Pablo: El ingreso próspero menos las necesidades presentes es igual lo
que uno le da a Dios. El resultado se debe entregar a Dios y a su obra. El
propósito de la prosperidad NO es una vida llena de lujos, sino el avance del
evangelio.
Algunos maestros del movimiento
reconocen esta interpretación, pero todavía sostienen la premisa básica de que
la prosperidad es proporcional a nuestra justicia personal.
Bellas excepciones
La suficiencia es la voluntad de Dios
para la mayoría de los cristianos. Aunque puede ocurrir una prueba ocasional,
los creyentes experimentarán patrones coherentes de bendición económica,
mientras van aprendiendo a ser obedientes al Señor en cuanto a DAR. Aunque
aceptamos que esto es cierto en sentido general, Dios tiene algunas excepciones
honrosas.
Algunos son llamados por Dios para que
vivan en un nivel espiritual más elevado que la prosperidad. Hay algunos
patrones en la Escritura en cuanto a las relaciones divinas con diferentes
prioridades. Dios llama a algunos a que dejen unas bendiciones a favor de otros.
No que sean ellos menos dignos, sino más dignos.
Excepción # 1: Cierto tipo de
misioneros
Ya estáis saciados, ya estáis ricos,
sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también
juntamente con vosotros! Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros
los apóstoles como postreros…
Los corintios tenían un problema: su
orgullo espiritual. Dios los había bendecido materialmente, porque Pablo
menciona que son ricos (1 Corintios 4:8). Habían evidentemente llegado a cierto
nivel de comprensión de los principios gubernamentales del reino de Dios porque
Pablo dice “reináis”… Y vemos cómo se burla el apóstol del orgullo espiritual
de ellos, que había surgido después de haberse hecho ricos.
Podemos imaginarnos a los corintios diciendo:
“¡Cielos! Hemos llegado verdaderamente a las fuentes de la fe, del poder y de
la prosperidad. Hemos llegado a comprender los principios que gobiernan el
reino de Dios. Hemos empezado a reinar realmente en vida con Cristo, con
sabiduría y honor. Y no solo eso, sino que entramos a un nivel de vida que ni
siquiera Pablo comprende. Después de todo, él es pobre. Si tuviera fe también
sería rico, como nosotros. Tenemos que orar por Pablo para que Dios le dé la fe
que necesita.”
Así que Pablo tuvo que quitar el velo
que cubría los ojos de los corintios para que pudieran ver que habían caído en
el pecado de orgullo espiritual. Pablo tuvo que explicarles que su llamado al
apostolado era algo que sobrepasaba cualquier cosa que ellos conocieran.
Observen cómo pone al descubierto el apóstol ese orgullo.
Nosotros somos insensatos por amor a
Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros
fuertes, vosotros honorables, mas nosotros despreciados (1 Corintios 4:10).
Algunas personas son llamadas a una
vida de sufrimiento intercesor para bien del cuerpo de Cristo. Pablo menciona
esto en Colosenses 1:24: “y cumplo en mi carne lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.”
Este sufrimiento intercesor no es
expiatorio, porque este aspecto fue totalmente cumplido en la cruz. Pero hay
una vida intercesora de sufrimiento para bien del cuerpo de Cristo. Se menciona
en el contexto cómo la vivió el gran apóstol: Hasta esta hora padecemos
hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada
fija (1 Corintios 4:11). Un ministerio intercesor de este tipo
requería no solo oraciones, sino cierta vida que lo llevara. Él vivió en un
nivel mucho más profundo que la mayoría de los ministros experimentan.
Los corintios, inmaduros
espiritualmente, no podían haber sido llamados por Dios para nada más allá que
la mera prosperidad.
Excepción # 2: Persecución
En Hebreos 11, así como en otros
lugares de la Biblia y de la Historia de la Iglesia, podemos observar que
muchos cristianos se han visto forzados a sufrir escasez, dentro de la soberana
voluntad de Dios, como resultado directo de su posición firme en la verdad.
Esto se evidencia en naciones detrás de la Cortina de Hierro. En Hebreos 11:37 leemos:
Fueron apedreados,
aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada, anduvieron de aquí para
allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados,
maltratados; de los cuales el mundo no era digno…
Dios tiene una perspectiva diferente a
la nuestra acerca de la persecución. Somos como los que observan un tapiz por
el lado contrario, que cuando vemos una hebra que parece totalmente fuera de
lugar deseamos arrancarla; pero vista del lado correcto, vemos que la misma
hebra no solo está bien colocada sino que en realidad es ¡el tema principal de
la obra!
Dios desea que sus hijos compartan Su
gloria, pero ciertos aspectos de esta no pueden existir sin oposición. No hay
héroes sin aventura; ni medallas olímpicas sin competencia, ni coronas sin
cruces.
Una gloria obtenida fácilmente no es
tal cosa. La gloria del luchador no está solo en su fuerza, sino en la de sus
oponentes. El hecho de que en la lucha del cristiano, las armas usadas sean
débiles, solo aumenta su gloria. David derrota a la espada, la lanza y la
armadura del gigante con una piedra de honda. Jesús conquista a la muerte
sometiéndose a ella. Los cristianos derrotan a la mano hostil dando la otra
mejilla.
La persecución es, entonces, tanto el
sello de la salvación del creyente como la perdición del incrédulo. Por eso es
que Dios puede verla como una necesidad en ciertos casos. A veces las
privaciones pueden ser resultado de presiones mundanas, y no solo una muestra
de que la gente no sabe manejar las finanzas.
Excepción # 3: Crecimiento espiritual
No lo digo porque
tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi
situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo
estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia, como para tener necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece (Filipenses 4:11-13).
Pablo se enfrentó con un dilema
encantador que todo misionero encuentra al agradecer a sus auspiciantes. Él
quiere que ellos entiendan su gratitud hacia la generosidad que le muestran,
pero clarifica que no depende de ellos. Ve al Señor como su sustentador a pesar
de que estaba en tiempo de necesidad.
Pablo confiesa haber sufrido a veces de
escasez, lo cual lo hizo humilde. ¿Quién se pararía frente a él a acusarlo de
falta de fe?
Un maestro de la “Palabra” de fe
escribe que el término “contentarme” significa en realidad “suficiencia” y que
es el mismo vocablo utilizado en 2 Corintios 9:8. Indica que Pablo realmente
quiso expresar que no solo vivía en riqueza, sino que predicaba y enseñaba
acerca de la prosperidad como parte de la expiación.
Las palabras “contentarme” (Filipenses
4:11) y “suficiencia” (2 Corintios 9:8) son básicamente las mismas en griego: autarkes
y autarkeia son “suficiente” y “suficiencia,” respectivamente. En
esto, el dicho maestro está en lo correcto. Pero cae en error al no observar
que la forma verbal de la cual ambas palabras se derivan, se encuentra también
en 1 Timoteo 6:8: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con
esto.” Aquí no hay lugar para la doctrina de la prosperidad.
Autarkeia es una palabra con
dos significados, dependiendo de los límites del contexto. Puede significar
“suficiencia” o “contentamiento.” En 2 Corintios 9:8 significa lo primero, por
fuerza del contexto. Pero no significa esto mismo en Filipenses 4, porque allí
el contexto es diferente. Los maestros de la prosperidad ignoran estas
palabras, “humilde” y “hambriento” o “padeciendo necesidad,” del versículo 12.
La Escritura no se puede forzar de esta manera para adaptarse a una doctrina.
¿Desea Dios que vivamos todos en la
pobreza? ¿Es santa la pobreza? Ciertamente que no, pues asumir que la voluntad
de Dios es que todos seamos pobres, es igualmente erróneo que asumir que la
prosperidad es para todos. Ambas presunciones se basan en suposiciones que no
hallan fundamento en la Escritura.
La doctrina de la pobreza no es
necesariamente opuesta a la doctrina de la prosperidad. Hay una tercera opción,
la cual es bíblica y es el CONTENTAMIENTO.
En la Primera Carta a Timoteo (6:5-8)
leemos: “disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la
verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia, apártate de los tales.
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos
traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento
y abrigo, estemos contentos con esto.”
Pablo está preocupado principalmente
por los judaizantes de su propio tiempo, pues ellos eran sus perseguidores y
quienes le causaban continuamente problemas al evangelio.
Los judaizantes mantenían la misma
premisa del mensaje de la prosperidad actual. Pablo revela su causa en el
versículo 4, que es el orgullo espiritual. Ese problema es tanto la raíz como
el fruto del árbol.
Pero, ¿qué significa el contentamiento?
En la voz media del griego (como se ve en los versículos anteriores), significa
“estar satisfecho.” Un cristiano debe tener suficiente gracia de Dios y poder
espiritual para llegar a un punto de su fe en el que descanse en Cristo y sus
circunstancias exteriores parezcan irrelevantes ante su relación con Dios.
Esto último no debe entenderse como
resignación a la pobreza o a la opresión; tampoco como un fatalismo o estado
trascendental de la mente. Es una forma de descanso en la fe, en la cual las
circunstancias externas no son vistas como el reflejo de una condición
espiritual. Es decir, todo lo opuesto a las premisas de los mensajeros de la
fe.
Un creyente equilibrado no ve a la
prisión a causa del evangelio como un juicio divino, o un revés financiero como
una falta de fe. Tampoco mide su espiritualidad y la compara con su cuenta
bancaria. El verdadero creyente madura en Cristo lo suficiente como para dejar
de medir su realidad espiritual de tales maneras y, por lo tanto, está contento
en cualquier condición en la que Dios le coloque, siempre y cuando sepa que
viene de Él. Su barómetro espiritual es interno, no externo.
En ninguna de las cuarenta
publicaciones que he examinado hasta aquí, he podido encontrar ninguna
referencia a 1 Timoteo 6:5-6. Ninguno de los líderes del movimiento ni siquiera
intenta explicarla en sus términos. Simple y llanamente evitan mencionarla o
citarla. Dios nos promete suficiencia, para que podamos tener un sentido total
de seguridad en Él en cuanto a nuestras necesidades materiales. Junto con esto
también ha provisto de suficientes excepciones a la regla, para que no seamos
nunca tentados a juzgar a nuestro hermano porque tenga menos. A los ojos de
Dios, tal vez este hermano tenga realmente más.
Artículo escrito por: Rev. Roger L. Smalling, D.
Min. Reproducido con autorización.
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