domingo, 29 de julio de 2012

EL CAOS DE LOS PROFETAS DE HOY



El profeta da luz a los lìderes
Mario E. Fumero
            En nuestro mundo evangélico priva un caos de confusión debido a que todo el mundo quiere adueñarse de los dones y ministerios para su exaltación, protagonismo, lucro, poder y sensacionalismo. Además de levantarse una generación de apóstoles y ungidos, tenemos el surgimiento de profetas y profecías, junto a escuelas de profetas que asusta, pues rompen con el principio bíblico de la Palabra en lo relacionado a la función, tanto del ministerio de profeta en la iglesia, como del don de profecías en el culto. Lo que está ocurriendo no es sino la manifestación de la apostasía de los últimos tiempos, de lo cual nos advirtió Jesús (Mateo 7:15,24:11,24) y enseño San Pablo (1 Timoteo 4:1) y San Pedro (2 Pedro 2:1) como un fenómeno que siempre perturbo la sana doctrina, y que predominaría en los tiempos del fin.

EL FENÓMENO PROFÉTICO ACTUAL

            Los profetas, como función ministerial, comenzó con Samuel cuando estableció reyes (IX a.C.) Antes se menciona a Abraham, Moisés, Aharon y María como profetas. Después, en el reinado de los reyes, aparecen Natan, Elías Y Eliseo (VIII a.C.) y después los profetas de la cautividad Nehemías, Amós, Isaías, Miqueas y Daniel. Esta corriente profética se impone como una forma de usar la revelación sobre la Palabra  revelada para manipular o someter a los ingenuos creyentes, que ignoran las Escrituras, a caprichos y doctrinas de hombres. De ello escribe Migdiel Rodríguez: Es una corriente teológica que parte de la premisa que la iglesia no puede ingresar a la perfección sin la impartición espiritual de los profetas y apóstoles restauradas por Dios; afirman, la restauración apostólica y profética en la iglesia de hoy, sin embargo, creen y aceptan que Dios les ha puesto a las tales personas en la iglesia para su plenitud, y como señal visible de encontrarnos en la proximidad del retorno de Cristo “los profetas del siglo preparan el camino para la segunda venida de Cristo, y preparan, sólo ellos, a la novia de Cristo para su encuentro o presentación ante El”[1]. Como veremos esta actitud es muy peligrosa, porque la escatología bíblica se fundamente en la Palabra y no en las revelaciones proféticas. El uso y abuso de las profecías y de los profetas han originado muchas sectas heréticas a lo largo de la historia del cristianismo. Pero antes de analizar el espíritu de Baal y Jezabel en la iglesia de nuestros tiempos, definamos que es un profeta, y que es la profecía según el Viejo y Nuevo Testamento.

EL PROFETA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO       

            El papel del profeta en el A.T. era de ser Atalaya (2 Samuel 18:25, Isaías 52:8, Ezequiel 3:17, 33:7). El atalaya era uno que desde una torre miraba el peligro a lo lejos, y cuando este aparecía, daba la voz de alerta al pueblo. En el término griego se define al profeta como “aquel que habla en lugar de otro, aquel que declara los acontecimientos futuros”[2] (Éxodo 7:1). En el sentido hebreo, se usa la palabra nabi” que traducido es “aquel que anuncia” el propósito de Dios a los hombres. Cuando se usa el hebreo “roeh” se está indicando la recepción de un mensaje por medio de una visión, y al referirse al hombre de Dios que trae un mensaje del Todopoderoso para el pueblo, se usaba en hebreo la palabra “Is-Elohim” que se interpreta “el que habla en nombre del Señor”.
            En el Pentateuco se establece los parámetros de esta función para evitar el aparecimiento de los falsos profetas. El profeta debería basarse en el decálogo mosaico y en Deuteronomio 13:1-5 y 18:15-22 se describe las consecuencias de herrar en lo que anuncia o proclama. Cuando un hombre era escogido por Dios para trasmitir su mensaje, (Deuteronomio 18:18-19) debía ser fiel al mismo, y no adulterar el contenido, ni trasmitir visiones o palabras propias. Era aquel que en la oscuridad espiritual de Israel daba la luz de Dios a través de las Escrituras o la revelación. Se define el profeta como “Aquel a quien Dios reviste de su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los instruya”[3].
El profeta tenía tres funciones:
1ª. Ser consejero de los gobernantes para darle dirección en su bregar con los problemas y peligros del pueblo.
2º. Prevenir el pecado y la crisis moral y espiritual del pueblo, dando juicio y amonestaciones a los gobernantes que se olvidaban de la ley de Jehová y caían en idolatría y pecado.
3º. En los momentos de crisis, cuando caían cautivos de otros pueblos, mantener viva la fe y la esperanza en la restauración, así dar la revelación divina sobre sus planes divinos hacia el futuro.

LOS PROFETAS Y LA PALABRA

            Nunca se uso la profecía de forma indirecta, para complacer los deseos particulares de una persona, o manipular a los individuos, principalmente para pedirle dinero, prebenda o intimidarlo, como ocurre con los profetas de hoy día. El apóstol San Pedro nos indica que no puede usar la palabra profética como una interpretación privada, ni se debe usar para determinar el quehacer de un individuo (2 Pedro 1:20), sino revelar el propósito de Dios según sus designios para su iglesia y prevenir el peligro del pecado en su pueblo. Es aquel que denuncia lo malo, incorrecto e inmoral.
            El ministerio de profeta nace dentro del pueblo de Israel para que dar dirección, enseñanza y amonestación a los líderes en el quehacer del gobierno, principalmente en momentos de crisis espiritual o social, así como señalar el plan de Dios en la dispensación del cumplimiento de los tiempos (Efesio 1:10). El profeta es un maestro profundo de la revelación divina en la Palabra, y a su vez, un velador que protege al pueblo del pecado y las falsas doctrinas (idolatría). Su papel era vital para preservar la ley de Jehová. Así lo afirman muchos teólogos y estudiosos de las Escrituras: “En un período de declinación espiritual Dios envió a sus profetas para despertar a su pueblo. Hay varios «profetas anónimos» en estos libros y siervos famosos de Dios tales como Elías, Eliseo, Isaías, Joel, Amós, Jonás y Miqueas[4]”.
En la etapa histórica de Israel existieron dos tipos de profetas, en dos situaciones diferentes, dentro de la historia del pueblo hebreo.
  1. Los que aparecieron durante el periodo de los Reyes, a partir de Samuel, dentro del gobierno teocrático de Israel, para denunciar el pecado y la rebeldía de su pueblo frente a las influencias de los paganos, y dar juicio cuando los  reyes de Israel eran seducidos por el pecado, y no obedecían la ley de Moisés. Los profetas iban a los líderes (los reyes) sin temor a las consecuencias, y pronunciaban el juicio divino frente al pecado de su pueblo. Tristemente la desobediencia a las amonestaciones de los profetas les llevó al cautiverio, y estos (los profetas) eran apedreados y perseguidos. Fue entonces nació otra perspectiva: aparecen los profetas del cautiverio.
  2. Los profetas del cautiverio existieron durante las épocas del destierro de Israel (diáspora). Estos tenían la misión de mantener viva la esperanza de la restauración, así como el cumplimiento profético de los tiempos, según el plan de Dios. En este periodo desaparecieron, junto a la destrucción Templo (Salmo 74:8), el sacerdocio levítico. Fue entonces que paralelamente a los profetas, aparecen los rabinos o maestros de la ley, dando origen a las sinagogas[5]. Ambos mantenían la llama de la Palabra ardiendo, así como la esperanza de la restauración final cuando viniera el Mesías. Uno de los más prominente profetas del cautiverio, que restauro los muros de Jerusalén fue Nehemías.
Entre los demás profetas de la cautividad, se distinguió en la etapa más nefasta y larga a: “Amós y Oseas que anunciaron que el cautiverio de Israel se debió a su rebelión contra Dios, y los profetas Isaías, Miqueas, Sofonías, Jeremías, Habacuc y Ezequiel proclamaron que a Judá le esperaba la misma suerte. Judá se aprovechó de la caída de Asiría y gozó de un breve avivamiento nacional, pero después de la muerte del rey Josías cayó bajo el dominio de Egipto[6]”. No podemos ignorar a Daniel, que mantuvo la fe viva en el retorno a la tierra prometida durante el cautiverio babilónico, y proyecto su visión profética hasta los últimos tiempos.
            Así que el ministerio profético lleno un vació y cumplió una función específica, la de no permitir que el pecado y el paganismo destruyeran las leyes dada por Dios a Moisés en el desierto, y mantener a su pueblo escogido separado de los demás pueblos, a fin de llevar a cabo la promesa mesiánica dada a Adán (Génesis 3:15) y a Abraham  en Génesis 12:2-3. Antes del Pentateuco apareció el primer profeta que fue Abraham (Génesis 20:7) debido a que este transmite a sus descendientes el cono-cimiento de Dios.

EL JUICIO A LOS FALSOS PROFETAS

            Ser profeta no significaba ser prospero, importante, reconocido y aceptado. Todo lo contrario, eran perseguidos, rechazados y a veces martirizados. Un ejemplo es el caso del profeta Elías. Después de retar a los falsos profetas de Baal en el monte Carmelo y revelar el poder de Jehová, Jezabel se enojo con el profeta y mando a matarlo, por lo que este tuvo que huir, y cayendo debajo de un árbol de Enebro deseo la muerte, evidenciando una crisis depresiva, al ver que el aparente avivamiento de Israel al combatir los falsos profetas de Baal, termino en soledad y persecución (1 Reyes 19:4). El verdadero profeta corría dos riesgos:
1º.Cuando su profecía no se cumplía, porque profetizo mentira o dio falsas esperanzas, tomando en “vano el nombre de Dios”, la ley de moisés establecía la pena de muerte:El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?;si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él” (Deuteronomio 13:5, 18:20-22). Existen muchas referencia a aquellos que, tomando un ministerio profético, predican mentiras o enseñan cosas que no vienen de Dios. El mismo Ezequiel dice de ellos:Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas,y di: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida?¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras cazáis volando” Ezequiel 13:17-20. Actualmente tenemos muchos profetas cuya profecía o anuncio no se cumple, y ahí están, sin que nadie los señale, aunque por el hecho de estar en la “gracia” no podríamos matarlo como enseña la ley, pero si señalarlo para que nadie les siga ni les crea, porque “por su boca hablan mentiras”.
2º- El rechazo y persecución por parte de los líderes o de aquellos que eran señalados en la profecía, al proferir el profeta palabras de juicio, por lo que el mensaje que proclamaban no era del agrado de la gente, lo que desencadenaban persecución contra estos. Tenemos el caso de el profeta Micaías, que era rechazado por el rey, porque nunca le profetizo lo que él quería escuchar, pero Josafat intercede y hace que el rey lo llame (1 Reyes 22:7-9). Jesús señalo bien la suerte de los profetas que no endulzan (Jeremías 23:31) su lengua con mensajes halagüeños al decir: Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!…”  (Mateo 23:37). Tristemente los profetas de hoy día usan sus revelaciones y visiones para diezmar las mentes de los discípulos y conducirlos a lo que podemos denominar “la tiranía de los santo” o sea, convertir las unción profética en “palabra infalible a la cual todos deben someterse si quieren ser bendecidos” y sus pretensiones son mas de control, que de preservar la doctrinas o denunciar el pecado. Nunca antes en la historia de la iglesia han aparecido tantas aberraciones e influencias mundanas dentro del culto como ocurre hoy día, pero los profetas que señalen la contaminación mundana no existen, mas bien, estamos lleno de profetas que anuncias un futuro glorioso, un milenio sin Jesús y una conquista del poder terrenal, negando todo el contenido escatológico de la Palabra de Dios.
            El panorama eclesial es sombrío pese a los profetas y apóstoles modernos. Es por ello que: “la iglesia puede llegar a estar tan traumatizada por sus problemas internos que puede caer en el error, al no darse cuenta de que la sociedad en general está en medio de un cambio cultural de proporciones sísmica[7]que afecta los valores y la doctrina cristiana.
            Frente a tales profetas lo que cabe decir la verdad, desenmascararlos y señalar sus mentiras, porque al fin y al cabo “por sus frutos los conoceréis”.
 CONTINUARA…

BIBLIOGRAFIA
  1. [1] – Tomado de www.detodoentrecristianos.com
  2. [2] – Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado” Editorial Clie, Barce-lona,1985.Página 957.
  3. [3] – “Nuevo diccionario Bíblico Ilustrado”. Vila, Escuain. Editorial Clie, Barcelona, 1990. Página 956.
  4. [4]- Wiersbe, W. W. (2000, c1995). Bosquejos expositivos de la Biblia : Antiguo y Nuevo Testamento (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.
  5. [5] – Sinagoga (en griego, ‘lugar de asamblea’; en hebreo beit kneset), en el judaísmo, casa o asamblea para la oración comunal, el estudio y el encuentro; institución central comunal. Los judíos de la Europa central y oriental llamaban a sus sinagogas shules (en yidish, ‘escuelas’); a veces los judíos reformistas usan la palabra templo. Tomado de Encarta 1993-2003 Microsoft Corporation.
  6. [6]- Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (2000, c1998). Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.
  7. [7] – “La Iglesia del Futuro” Eddie Gibas, Editorial Peniel, Argentina 2005.-  página 21.

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