jueves, 26 de julio de 2012

MENSAJE SATANICOS DESDE EL PULPITO


 Mario E. Fumero

“Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe, siguiendo a espíritus engañadores y enseñanzas que vienen de los demonios”  1 Timoteo 4:1
Cuando predique este sermón en una iglesia muchos se asustaron y pensaron ¿cómo es posible que en una iglesia evangélica se pueda predicar un mensaje satánico? Sin embargo San Pablo lo afirma en 1 Timoteo 4:1 al declarar que  muchos cristianos apostatarían de la fe escuchando espíritus engañadores y doctrina de demonios. Es lógico pensar que si tales mensajes llegan a los creyentes es porque se presentan disfrazados como mensajeros de Dios, porque la Palabra declara que Satanás se vuelve ángel de luz para engañar. Además la palabra “apostata” identifica a un creyente que en un momento dado abandona su fe negando la misma, y es la manifestación de los últimos tiempos.

I-  CURSO DE PROSPERIDAD

            El mensaje satánico en los pulpitos evangélicos se camufla de textos bíblicos torcidos y envuelto en revelaciones humanos con contenido contrario a las enseñanzas bíblicas, y tristemente muchos pulpitos se encuentran invadidos de tales proclamas, y se lo voy a demostrar. Comenzaremos con el más popular de los sermones modernos, la llamada doctrina de la prosperidad, pero que en si es la doctrina diabólica de la codicia. Comenzaremos preguntando ¿cuál es el  10 MANDAMIENTO de la ley de Dios? Al hacer esta pregunta en las iglesias que predique,  descubrí que un 90% no lo sabía, pues bien Éxodo 20:17 dice: “No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca”. Definamos ahora el término “codiciar” según el diccionario significa: “Ansiar, apetecer vehementemente una cosa: codiciar fama y dinero”. La codicia produce la ambición que a su vez engendra la envidia y la usura y ambas no llevan al afán y la ansiedad. El arma preferida del diablo para seducir y engañar y hacer que las almas caigan en sus redes es el ofrecerle “poder y riqueza”. Muchos por estas dos cosas les venden sus almas al diablo. La codicia acompañada de la ambición engendra la corrupción. Cuando Satanás tentó a Jesús le ofreció los reinos de la tierra, los cuales eran de Dios, pero él los había robado, porque Satanás es el príncipe de este siglo.
Al respecto el Señor enseño todo lo contrario, condeno la codicia (Mar 4:19), la riqueza, el afán (Mat 6:31,34) y la preocupación por los bienes materiales más allá de lo necesario (Luc 12:15). Incluso estableció que para los ricos es difícil (no imposible) entrar en el reino de los cielos (Luc 1:53, Mat 19:24) Además afirmó que donde está tu tesoro, allí está tu corazón (Mat 6:21, 1Jn 2:15). Los apóstoles, de igual forma predicaron contra la riqueza, el amor al dinero (1 Tim 6:10) y el deseo de explotar la fe con ganancias deshonestas (1Pe 5:2 Tit 1:7). Enseñaron estar contento con lo poco o lo mucho, sin confiar en las riquezas de este siglo ( Filp 4:12, 1Ti 6:8). Incluso Santiago establece que por el deseo de tener y ser rico se es injusto con los trabajadores que son explotados de su justo jornal (Sant 5:1-4). Entonces ¿qué ocurre cuando se predica el tener lo que tienen los mundanos, o lo que posee el otro hermano, o el dar para que Dios lo multiplique, o el buscar la prosperidad mediante afán y ansiedad? Se predica la doctrina de la codicia, la envidia y la ambición, y estas proceden del diablo.

II – CURSO DE HIPOCRESÍA

Otra forma de predicar doctrinas diabólicas desde un pulpito es cuando enseñamos la hipocrecia. Pero definamos el término “hipocresía”, el cual viene de “hipócrita”[1] y es “un acto de pretender constantemente tener creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que uno en realidad no tiene. La hipocresía es así un tipo de mentira”  ¿Qué es ser hipócrita?  Uno que fije lo contrario de lo que cree, dice o siente.
Así que no decir la verdad y expresar algo contrario a lo que pienso, creo o siento es una actitud de hipocresía, y por lo tanto de engaño. Todo engaño es del diablo, pues es fue el primer engañador. Decir lo que no es cierto es falso. Entonces ¿cómo se puede predicar de la hipocresía en los pulpitos? Sencillo, mediante la introducción de la enseñanza de la confesión positiva y el ordenarle a la gente decir lo que yo quiero oír, fingiendo algo que no es cierto.
Si hubo algo que Jesús repudio fue la hipocresía, principalmente la de los religiosos de su época. En Mateo 23 dedica un amplio sermón a condenar la actitud de los fariseos llamándole hipócritas, sepulcros blanqueados, generación de víboras y en fin, los desenmascaro públicamente por su doble cara. Pero ¿cómo se  predica la hipocresía y engaño desde los pulpitos evangélicos?  Sencillo, mediante la aplicación de la técnica de la confesión positiva: “Hermano dígale al que está al lado estoy contento” (pero en realidad estoy triste). “Declare yo voy a tener el auto que tiene el empresario rico” pero en realidad necesito otras cosas más importante. “Si tienes problemas declara, ya no hay problemas, ni enfermedad”. Pero ¿Qué logro con negar la verdad? Simplemente que no me juzguen como persona de poca fe o tener demonios. Esta doctrina manipulativa no es de Dios, pues la bíblica nos manda a reconocer nuestra condición, y aceptar la aflicción, y declarar nuestros pecados y debilidades, pidiendo oración y  socorro divino (Sal 25:18, 2Co 7:4) . Si estoy enfermo, lo declaro, y pido oración a los ancianos (Stg 5:14), y le dejo a Dios en su soberanía que haga lo que él desee, porque todo obra para bien a los que le aman (Rom 8:28).

QUE SE ENSEÑA HOY DIA.

Curso de hipocresía. En Mateo 23 el reproche de Cristo a los fariseos fue su actitud  hipócrita. Sin embargo hoy domina la llamada confesión positiva  la cual está vinculada a la doctrina de la Nueva Era. Veamos cómo  funciona está en el quehacer del culto:
  • 1- El obligar a los creyentes a expresar gozo cuando hay tristeza. Jesús se entristeció Marco 14:34.
  • 2- Confesar mis debilidades y reconocerlas: 2 Corintios 12:9-10 “pero el Señor me ha dicho: “Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.” Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo.10 Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy”.

III – CURSO DE EGOLATRIA.

Es la exaltación del YO.  Nos lleva a buscar titulo, posición, reconocimiento, alimentar la autoestima para hacernos creer que somos algo. Actualmente la búsqueda de títulos, una enfermedad llamada “titulitis” origina una lucha de poder entre los ministros, para lo cual crean ondas sensacionales y trucos publicitarios para seducir las almas incautas a seguirles. Para ello emplean toda clase de engaño, trucos, autosugestión, hipnotismo, manipulación mental, visualización, escenarios estilo teatro etc. Esto ha originado el aparecimiento de supuestas enseñanzas bíblicas en donde se exalta al ministro, convirtiéndolo de siervo a Señor, creándose falsos doctores y apóstoles fraudulentos, y reclamando el derechos a tener lujos, guardaespaldas, reconocimiento y poderes especiales estilo el “Papa” de Roma.
Esta onda de  exaltación al hombre adquiere una  influencia tremenda en la vida de la Iglesia cuando se  comete la aberración de llamarse a sí mismo “el gran siervo de Jesucristo”, expresión esta antagónica pues si es siervo no puede ser grande, porque el siervo es un esclavo sin derecho, y si es grande no podrá ser siervo. El espíritu de “apostolitis” conlleva la exaltación del poder del hombre sobre la iglesia y desarrolla la doctrina  gnóstica del antropocentrismo, que es la exaltación del hombre como centro del culto, y la cual proviene de los conceptos de la Nueva Era.
            Las enseñanzas de los evangelios son completamente contrarias a estas corrientes dominantes en la Iglesia de hoy. Jesús enseño en  Mateo 16:24 24 “Luego Jesús dijo a sus discípulos:—Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame.”. Este término “olvídese de sí mismo o niéguese” envuelve la renunciación voluntaria a mis derechos y capricho para aceptar sus ordenanzas las cuales tienen en el mismo Jesús un modelo, pues enseño Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;  Mateo 11:29. Después en sus enseñanzas exalto la humildad frente a la ostentación de grandeza y soberbia de los religiosos de su época y frente a la grandeza de los religiosos de su época les enseño a sus discípulos que para ser grande en su reino tiene que humillarse y ser como un niño (Mt 9:33, Lc 9:49-48), complementando esta enseñanza con la orden de que el que quiera ser el mayor, debe servir a los demás, o sea, ser un verdadero siervo en todo el sentido de la palabra dentro del contexto de la época (Rom 9.12, Lc 22:27.
            Debemos compenetrarnos en el sentido del término “siervo” según la época de Jesús, y para ello hay que acudir a la historia[2]. Un siervo es aquel comprado para servir a un amo terrenal sin ningún derecho. Es un esclavo sin derechos a ningún privilegio, y así lo enseño el mismo Jesús en el relato del siervo fiel en Lucas 17:7-10. Somos llamados a servir. Toda arrogancia, prepotencia, excelencia humana procede del diablo, y por su arrogancia Satanás cayo. No tiene justificación el que los ministros del evangelio vivan como magnates, con guardaespaldas, llenos de riquezas y proclamando decretos y pactos como que fueran los “Señores del reino”, autoproclamándose los “UNGIDOS DE DIOS” lo que los coloca como los falsos profetas y maestros que el mismo Jesús anunciaría que aparecerían en los últimos tiempos para llevar a muchos creyentes a la apostasía y a doctrinas de demonio (Mt 24:24, 1 Tim 4:1), y los cuales se hacen sabios, siendo necios (Rom 1:22).
            Lo triste de estos “iluminados” modernos es que tuercen las escrituras para afianzar su deseo de poder y grandeza, creando doctrinas aberrantes como la del a prosperidad, la excelencia, el apostolado moderno y los escuderos que son sus lacayos. Viviendo completamente al revés del modelos dejado por Jesús y sus apóstoles. Es por ello que el apóstol Pablo nos recomienda que cuando veamos a este tipo de ministro, huyamos pues “ tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” 2 Tim 3:5 y en otra parte va mas allá y declara que “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (1 Cor 5:11) .
            Hemos demostrado como desde un pulpito evangélico el diablo se ha infiltrado sutilmente, para introducir como levadura, su doctrina, y como la misma forma parte de muchas predicas que actualmente escuchamos. Así que los que tengan capacidad de discernimiento mediten y analicen lo expuesto. Recuerde que la levadura es una parte muy pequeña en comparación de la masa, pero la misma puede inflarla y adulterarla totalmente, y de la misma forma el enemigo está contaminando el evangelio sin que muchos se den cuenta, ignorando las advertencia de 2 Pedro 2:1-3.

Dios nos ayude.


  • [1] . La palabra proviene del latín tardío hypocrisis y del griego ὑπόκρισις (hypokrisis), que significan “actuar”, “fingir” o “una respuesta”.[7] La palabra “hipócrita” proviene del griego ὑποκρίτης (hypokrites), cuyo verbo asociado es υποκρίνομαι (hypokrinomai), es decir, “tomo parte”. Ambos derivan del verbo κρίνω, “juzgar” (»κρίση, “juicio” »κριτική [kritiki], “críticos”), presuntamente porque la realización de un texto dramático involucraba un cierto grado de interpretación del texto. La palabra también puede ser entendida como una amalgama del prefijo griego hipo-, que significa “debajo”, y del verbo krinein, que significa “decidir”. Por ende, el significado original es dado como una deficiencia en la habilidad de decidir. Esta deficiencia, como pertenece a los ideales y sentimientos de uno mismo, explica el significado contemporáneo de la palabra.
  • [2] – Ver el libro “El principio de ser siervo” de Mario E. Fumero, Producciones Peniel 1998.

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