sábado, 18 de agosto de 2012

EL EVANGELIO SEGÚN SAN YO


Publicado por sandy diaz

Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. (2Corintios 4:5)

Introducción


Hoy por hoy a través de los medios de comunicación, y aún desde los púlpitos, se ve y escucha a supuestos predicadores, proclamando el título jerárquico que poseen. Por ejemplo ¿A cuántos? Escuchamos decir: “Yo soy el ungidísimo apóstol, profeta baja fuego, maestro de indoctos, doctor en divinidades, ministro de alabanza profético a las naciones, la revelación del momento, y cosas así por el estilo.” Indiscutiblemente muchos son los que hoy en día se atreven a hacer alarde de títulos que deberían ser dedicados únicamente a Dios:
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. (Mateo 23:8-10).

Otros a diferencia de los antes mencionados, alardeando repito, se dedican a predicar su amplio historial “ministerial”, por decir los milagros que realizan, las continuas revelaciones que tienen, las actividades, el progreso y la fama de su “ministerio”, lo apretado de su agenda, la tremenda “unción” que habita en ellos, los demonios que echan fuera, la amenaza que representan aún para el mismísimo infierno, en fin las predicaciones de ahora aunque no todas pero si una gran parte de ellas, exaltan en una forma desmedida a iglesias, letreros, misiones, ministerios, concilios, hombres y no al objeto principal de esta, la persona y obra del Señor Jesucristo el cual derramó hasta la última gota de su preciosísima sangre en la cruz del calvario para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Esta es la razón por la que me urge compartirles tres principios indispensables que todo buen predicador debe tener en cuenta a la hora de exponer la Palabra De Dios a los creyentes o a los incrédulos.

Notemos en primer lugar lo que dijo Pablo a los corintios:

I. “Porque no nos predicamos a nosotros mismos…” (V. 5[a]).

Aquí habla de la prohibición del predicador. Como tal, Pablo se negó a predicar asimismo sus palabras y hechos, sabiendo que le estaba y está terminantemente prohibido a todo predicador hacer semejante barbarie.
Y he aquí 3 razones para no predicarse a sí mismo.

a) Primera razón: Un buen predicador o heraldo de la Palabra de Dios, no busca gloria de los hombres de este mundo, la rechaza contundentemente. “…ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros…” (1Tesalonicenses. 2:6). Muchos de estos tipejos de la predicación moderna, cuando abren su boca lo hacen con el propósito de recibir el aplauso y la alabanza de los hombres, más Jesús hablando de los que hacen tales cosas dijo estas palabras: “…les aseguro que ellos ya tienen su recompensa...” (Mateo 6:2, 5, 16).
Aquí la palabra recompensa es un término comercial y significa pagado por completo, en otras palabras si el individuo predica para que los hombres lo vean, lo verán y ya, eso fue todo, no recibirá nada más, ya se le pagó en total. Uno de los atributos morales de Dios es la justicia, por medio de la cual el premia o castiga al hombre según sea su obra.
Por eso: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.”(Mateo 6:1).
No es el acto de predicar lo que Dios condena, entiéndase bien, sino el motivo por     el que se predica. Y si nuestra motivación es la notoriedad (ser vistos por los hombres), entonces esta será la única recompensa que recibamos, Dios no recompensará jamás la hipocresía.

b) Segunda razón: Un buen predicador no predica su propio evangelio.
“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina.” (1Timoteo 1:3).

A pesar de la seriedad con que se hizo esta prohibición, la predicación de otro evangelio en los medios cristianos es evidente, y esto entre los hombres de Dios, es causa de asombro. Pablo con relación a este hecho lamentable, con celo de Dios, pudo decir: ¡Estoy maravillado! Del mismo modo, nosotros que contendemos ardientemente por la fe que una vez nos fue dada, nos maravillamos. Nos maravillamos al ver lo que está sucediendo últimamente en el seno eclesial, nos maravillamos al ver a predicadores como Cash Luna haciendo declaraciones tan aberrantes, nos maravillamos al ver a Guillermo Maldonado autoproclamándose “maestro” de los gentiles, nos maravillamos al oír a un falso profeta como Rony Chaves nombrándose “apóstol” de apóstoles, nos maravillamos al oír a Cesar Castellano, Ana Méndez, Adrián Amado y a una sarta de lobos rapaces vestidos de ovejas, presentándose a sus víctimas como “escogidos de Dios” para provocar según ellos un “avivamiento” que sacudirá tremendamente a las naciones del mundo entero.
Para aquellos “…que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal [Cristianos maduros en la fe].” (Hebreos 5:14). Les pregunto ¿No les sabe esto a otro evangelio? Efectivamente EL “EVANGELIO” SEGÚN SAN “YO”, el evangelio que está de moda en muchos púlpitos llamados cristianos, ya no es el evangelio según san Mateo, Marcos, Lucas y Juan los cuales relatan las obras portentosas de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ahora es el evangelio que habla únicamente de las obras del predicador, el evangelio egocéntrico, el evangelio que no toma en cuenta a Dios sino al hombre, el evangelio que niega abiertamente a Dios el único soberano y a nuestro Señor Jesucristo. Esa es la clase de evangelio que nos están predicando en esos famosos congresillos “apostólicos” y “proféticos” estos que dicen representar a Dios, un evangelio paupérrimo, un evangelio mísero que en nada absolutamente en nada aprovecha a los creyentes, peor a los incrédulos. Al contrario los conduce más y más a la impiedad y en el peor de los casos hasta el mismísimo infierno.
Para vergüenza del cristianismo primitivo la iglesia del Señor está plagada de falsos predicadores y por consiguiente de falsas predicaciones, y esto es así porque se ha corrompido el sentido puro y sano de la predicación (Gálatas 1:7), la cual no es otra cosa que dar un mensaje de parte de Dios. Dios emite el mensaje, el hombre recepta dicho mensaje. El predicador por decirlo así es un mensajero con la tarea de dar a otros el mensaje que Dios le ha dado; pero cuando este hace a un lado a Dios, y se predica a sí mismo, hablando de sus hechos y experiencias a expensas de los dichos y hechos de Dios, corre el grave peligro de predicar su propio evangelio. Y toda predicación carente de Dios, es decir que no provenga de él, es simplemente ¡Voz de hombre y no de Dios! (Hechos 12:22).

c) Tercera razón: Un buen predicador no acarrea, evita la maldición divina:
“Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”(Gálatas 1:8-9).
Ay del predicador que se atreva a predicar “otro” evangelio, distinto al único y verdadero evangelio predicado por Cristo y sus apóstoles, más le valdría no haber nacido. Porque de cierto os digo, que el tal, caerá, ineludiblemente bajo la maldición divina, su atrevimiento no quedará en la impunidad, Dios lo castigará con la dureza que el caso merece: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19).
“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella…” (Deuteronomio 4:2).
“No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:6).

Predicadores, si en algo valoramos nuestras almas, prestemos atención al castigo, y a quien lo establece.


Hasta aquí hemos hablado solamente de la prohibición del predicador, veamos ahora el tema central del predicador; leamos por favor la segunda parte del texto en consideración.

II. “…sino a Jesucristo como Señor,…” (V. 5[b]).

Si echamos un vistazo al perfil biográfico de Pablo, descubriremos que este hombre en verdad tenía de que gloriarse, notemos por un momento lo que era antes de su conversión:

“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.”(Filipenses 3:4-6).

Ahora veamos lo que fue después de su conversión:

Echaba fuera demonios (Hechos 16:18).
Dios obraba milagros extraordinarios por su mano (Hechos 19:11-12).
Fue mordido por una víbora venenosa y salió ileso (Hechos 28:3-5).
Recibió grandiosas revelaciones. (2 Corintios 12:1-2,4,7).
Fue constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. (2Timoteo 1:11).
Escribió 14 de las epístolas que hoy constituyen gran parte del NT.
Pablo era sin lugar a dudas (un instrumento poderosísimamente usado en las manos de Dios), pero jamás de los jamases se les subieron los humos a la cabeza, como se les sube a muchos, cuando hacen esto o aquello.
Yo sé y estoy seguro que si alguno de estos “superapóstoles” hubiese estado en el lugar de Pablo; hace mucho que hubiese dado a conocer a los medios televisivos, el potencial que hay en ellos, la facilidad que tienen para hablar, y demás fanfarronadas como estas.

“Sin embargo si quisiera gloriarme, {hablando Pablo} no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí.”(2Corintios 12:6).

He aquí un modelo de predicador, cuyo tema central en la predicación no era su propio “yo” sino Jesucristo:

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” (Gálatas 2:20).
“…pero nosotros predicamos a Cristo crucificado…” (1Corintios 1:23).
“Porque me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado.”(1Corintios 2:3).
“Por tanto, os ruego que me imitéis.”(1Corintios 4:16).

No basta con ser predicadores, cualquiera, hasta el diablo y sus demonios lo son(2Corintios 11:14-15). Hemos de seguir el buen ejemplo que nos dio Pablo, a mi juicio uno de los más grandes predicadores que ha tenido el evangelio.
Que diferente a los mequetrefes que hoy se dicen ser “predicadores del evangelio” ¿Dé qué evangelio? es la pregunta, porque del evangelio bíblico y ortodoxo no quieren saber nada, al contrario de sus bocas solo escuchamos “el evangelio según san yo”.
Pero hoy les digo a todos esos predicadores exhibicionistas, ¡Basta ya!, ¡Basta ya! De predicaciones propagandistas, ¡Basta ya! De proselitismo religioso ¡Basta ya! Me escuchan predicadores ¡Basta ya! Los oyentes necesitan más que meras palabrerías con el nombre de evangelio, la mujer de mal vivir, el borracho, el idólatra y aún la misma iglesia del Señor necesitan desesperadamente que le prediquen a Jesucristo (Juan 6:68; 15:5; Hechos 4:12), este es el nombre sobre todo nombre (Filipenses 2:9), y eso implica que está por encima de cualquier hombre, sin importar cuantos milagros realice, ni los muertos que resucite, Jesucristo estuvo, está y estará sobre, no bajo, sobre todo nombre que se nombra, en los cielos, en la tierra y debajo de ella (Efesios 1:21-22). Por lo tanto, quien en todo lo que se diga o haga, debe tener la preeminencia, no es el predicador sino Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 17:14; 19:16), y porque no decir Apóstol de apóstoles (Hebreos 3:1), Profeta de profetas(Hechos 3:22), Evangelista de evangelistas (Mateo 4:23), Pastor de pastores(Hebreos 13:20; 1Pedro 5:4), y Maestro de maestros (Mateo 23:8; Juan 1:38).Perdonen la euforia pero estoy predicando a Jesús. Solamente él salva, sana, perdona, liberta y viene pronto. Fuera de él los demás son puro cuento.


Myer Pearlman, un teólogo que dedicó gran parte de su vida a la enseñanza, una vez dijo:

“Cristo ha hecho posible la salvación proporcionándola; la iglesia debe hacerla una realidad proclamándola.”

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”(Marcos 16:15-16).

Desde luego que no se trata de «un» evangelio sino «del» evangelio. Es de vital importancia saber distinguir entre «un» evangelio y «el» evangelio. En cuanto a lo primero han surgido muchos “evangelios”, entre ellos “el evangelio” según san yo”(2Corintios11:4; Gálatas 1:6,8-9; 1Timoteo 1:3; 6:3), en cambio «el» evangelio es uno (Gálatas 1:7), y se diferencia de los otros. Primero, porque se basa en la autoridad y veracidad de las Escrituras (Romanos 1:1-2), segundo, porque son buenas nuevas, las buenas nuevas de que Dios ha provisto gratuita salvación a los pecadores no salvos por medio de su Hijo Jesucristo.
El tema central del único y verdadero evangelio, ha sido, es y será Jesucristo, Señor y Salvador nuestro, y no solamente nuestro sino de todo aquel que en él cree.
Finalmente quiero hablarles de la presentación del predicador.
Leamos lo que dijo Pablo en la última parte del versículo 5 del capítulo 2 de segunda a los Corintios.

III. “…y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús....” (V. 5[c]).

Nótese que Pablo aunque era un gran apóstol (Ro. 1 :1,4-5; 1 Corintios 1:1; 2 Corintios 2:1; Gálatas 1:1; Efesios 1:1; Colosenses 1:1; 1 y 2 Timoteo 1:1; Tito 1:1), en está ocasión, no dijo que lo era, ciertamente hubo ocasiones en que se vio obligado a vindicar su apostolado, pero lo hizo porque algunos falsos maestros lo cuestionaban duramente (1 Corintios 9:1-2; 2 Corintios 12:12; Gálatas 1:1). Por otra parte, Pablo señaló su apostolado no con orgullo personal, ni como teniendo señorío sobre los que estaban a su cuidado (1 Pedro 5:3; 2 Corintios 11:28), sino con humildad y sencillez de corazón, ya que el Señor mismo lo apartó, llamó y capacitó para llevar a cabo este noble oficio (Hechos 9:15; 26:15-18; Romanos 1:1). Por último, escuchemos lo que Pablo dijo de sí mismo: “yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol...” (1Corintios 15:9-10).
Volviendo al punto de partida, Pablo siendo un apóstol legítimo no tomó en cuenta lo que era, humildemente se presentó como siervo (esclavo) a más de Jesucristo, de sus hermanos por amor de Jesús.
Y esto concuerda precisamente con la enseñanza que Jesús les dio a sus discípulos acerca del servicio a otros.

“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:25-28).

Parecer ser que los discípulos tenían un punto de vista bastante distorsionado acerca de la grandeza en el reino de Jesucristo. Ellos pensaban en la grandeza en términos de gobierno y dominio. Es similar lo que sucede en la iglesia en el día de hoy, aquellos que se dicen ser “predicadores del evangelio”, pero, que de predicadores no tienen sino solo el nombre, llevados por una megalomanía voraz e insaciable, ambicionan poder, prestigio, admiración, el uno se cree más que el otro, más importante, más excelso, más usado. Basta solo dar oídos a las sandeces que predican:
Eliseo fue el profeta de la doble, Yo, yo el varón de la “triple unción del espíritu”, eso no es nada, dice otro, mi “fe”, mi “fe”, es capaz de obrar cualquier cosa que se me antoje, cuando quiera, como quiera, y donde quiera ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de mis “dones”, de mis “talentos”, de mis “experiencias”, del “poder” que tengo para decretar, etc., etc.….

Todo el mundo quiere ser “Grande”, “Cabeza no cola”, “Lucirse”, “Hacer gala de sus credenciales eclesiásticas”, nadie quiere quedarse atrás. ¡Dios mío hasta donde hemos llegado!

Esto es el colmo de los colmos. Hemos hecho del cristianismo una competencia atlética donde el que llega primero, se lleva el premio. Ejemplo de ello es la llamada Misión Carismática Internacional del G-12 “Lo último en revelación divina”. ¿Qué significa G-12? Sencillo “Gobierno de Doce” o “Gobierno de los Doce”. Sus mismas palabras “Gobierno de los Doce”, atestiguan contra ellos (Mateo 12:34; 2Timoteo 3:9), la meta es obvia llegar a ejercer “poder” y “autoridad”, sobre todo y en todos. Este espíritu dominionista es contrario a las palabras de Nuestro Señor Jesús cuando dijo: “Mas entre vosotros no será así, no será así…” notemos que no es un permiso para “dominar” o “conquistar” aquí hay una prohibición, una negativa de por medio; pero, los predicadores del “evangelio yoista” (Cash Luna, Guillermo Maldonado, Cesar Castellano y compañía ya que son innúmeros), lejos de importarles lo prohibido por Jesús, miden la grandeza por los altos logros que alcanzan. Sin embargo, en el reino de Cristo, la verdadera grandeza radica en el servicio. De manera entonces, que si alguno de nosotros anhela ser grande, ha de ponerse primeramente al servicio de los demás. El que ocupa una posición privilegiada en el cuerpo de Cristo que es la iglesia, ya sea pastor-maestro, ya sea evangelista, ya sea cantor, ya sea lo que sea, no se crea capataz, bájese de esa nube y comience a servir a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Tal como lo hizo Jesús quien no vino a este mundo para que le sirvan sino para servir (Juan 13:1-17; Filipenses 2:5-8).
De ahí que Jesús sea el ejemplo magistral del servicio humilde.

“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”(Juan 13:15).

Nosotros llamamos a Jesús Señor y Maestro; y decimos bien, porque lo es. Y si él, siendo Señor y Maestro tuvo que servir a sus discípulos (hombres rústicos, comunes y corrientes, muchos de ellos pescadores iletrados), ¿Quiénes nos creemos que somos para no servirnos los unos a los otros? A los ojos Dios “Todos los habitantes de la tierra (incluyendo nosotros) son considerados como nada…” (Daniel 4:35), “Pero por la gracia de Dios somos lo que somos…”(1Corintios 15:10), “…linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…” (1Pedro 2:9), “… a fin de que nadie se jacte en su presencia.”(1Corintios 1:29).

Por eso, cada vez que tengamos delirios de grandeza, acordémonos de estas palabras:
“De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.”(Juan 13:16).

En relación a este versículo William MacDonald comenta:

“Todo aquel que es enviado (cada discípulo) no debería considerarse demasiado alto para hacer nada que Aquel que le envió (el Señor Jesús) haya hecho.”

“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (Juan 13:17).

Amados consiervos en cuanto dependa de nosotros, independientemente de lo que seamos, la posición que ocupemos, estimemos cada uno a los demás como superiores a nosotros mismos. Tendámosle la mano al caído, las veces que sea necesario, suplamos las necesidades físicas, emocionales y espirituales de las personas, hagámonos que nuestras vidas al igual que la de aquellos grandes hombres de Dios en el pasado, se caractericen por servir humildemente a otros.
Porque alguien dijo y con muchísima razón “Quien no vive para servir, no sirve para vivir.” = Es un bueno para nada, alguien inservible y lo inservible se arroja al basurero.

En Conclusión:

Los predicadores del “evangelio” según san “yo” dicen:

Guillermo Maldonado: “Dios nos ha llamado a nosotros, los apóstoles, para que traigamos toda esta reforma a cabo, implantándola dentro de la Iglesia; la reforma es poderosa porque trae el Avivamiento; la reforma es lo que trae el orden en las cosas... para poder estar en el filo cortante de lo que Dios está haciendo hoy, tenemos que pegarnos a los apóstoles, porque los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del Espíritu de Dios. Los apóstoles son los edificadores del reino, son los que tienen el diseño del discípulo, alabanza, adoración y evangelismo. Los apóstoles reciben abundante revelación de Dios, es decir cosas que están en la Biblia pero por causa de las tradiciones nuestras no las vemos entonces Dios toma esas verdades y se las revela al apóstol para que las de a conocer al pueblo.”

Cash Luna: Se atreve a decir:
“Que las personas no pueden acercarse a él a 4 metros porque la unción es tan poderosa que no aguantarían.”

Rony Chaves: Dice lo siguiente en su web (www.ronychaves.org):
“El gobierno satánico sobre los pueblos se basa en principios babilónicos. Es un gobierno anti-Dios de oposición a la Palabra del Señor y a los diseños divinos. Es un gobierno cuya plataforma es la rebelión, el control y la idolatría ocultista. La estructura babilónica de gobierno satánico es ilegal y usurpa derechos de los pueblos por medio del pecado. En la medida en que se debilita la Estructura Apostólica en una nación (en la Iglesia), el gobierno de las tinieblas se fortalece.
Cuando la Iglesia pierde la Autoridad Apostólica se hace vulnerable al ataque de Satanás.
Por eso es que la Estructura Apostólica debe ser levantada en las naciones para que a través de la misma, los pastores y líderes sean enseñados a orar como conviene para atar a los poderes demoníacos. La estructura falsa y usurpadora de Satán caerá al levantarse el orden apostólico. Apóstoles deben ir a las naciones para hacer discípulos, luego los profetas y después los maestros para enseñar y equipar a los intercesores.
Las estructuras religiosas impiden que surja el modelo divino (apostólico). Por eso es que lo profético de Dios es la respuesta de Dios en el Nuevo Milenio, es la respuesta divina para traer un cambio en el orden y gobierno de la Iglesia.
Lo profético y lo apostólico es la respuesta del Señor a los profetas e intercesores que ha comenzado a incomodar al diablo, a los sistemas religiosos y a las estructuras de control de autoridad (aún las evangélicas).
La Estructura Apostólica que el Espíritu Santo restaura en el Cuerpo de Cristo ha incomodado ya a la estructura pastoral y denominacional de muchos lugares, lamentablemente. En este proceso de Reforma Eclesiástica, tenemos que tener paciencia, pues al final del mismo, muchos habrán permitido al Espíritu Santo, hacer el cambio. Aleluya.
Es necesario establecer el orden apostólico para desplazar y anular el gobierno de Satán.”

En respuesta a este “evangelio” ególatra solo me queda decir:

“Predicadores de esta calaña no merecen sino el desprecio nuestro.”

Y me dirijo de esta forma para muchos tal vez ofensiva e hiriente (Juan 6:60-61),ya que:
“No existe peor predicador, que el que hace de la predicación un medio para darse propaganda”.
Dios les bendiga hoy y siempre.

Por: Freddy W. Cervantes, Siervo de JESUCRISTO.                                                                                                     
Fuente;http://www.atalayadecristo.net/


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