Porque
no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a
nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. (2Corintios 4:5)
Introducción
Hoy por hoy a través
de los medios de comunicación, y aún desde los púlpitos, se ve y
escucha a supuestos predicadores, proclamando el título jerárquico que
poseen. Por ejemplo ¿A cuántos? Escuchamos decir: “Yo soy el ungidísimo
apóstol, profeta baja fuego, maestro de indoctos, doctor en divinidades,
ministro de alabanza profético a las naciones, la revelación del
momento, y cosas así por el estilo.” Indiscutiblemente muchos son los
que hoy en día se atreven a hacer alarde de títulos que deberían ser
dedicados únicamente a Dios:
Pero
vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro,
el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a
nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los
cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el
Cristo. (Mateo 23:8-10).
Otros a
diferencia de los antes mencionados, alardeando repito, se dedican a
predicar su amplio historial “ministerial”, por decir los milagros que
realizan, las continuas revelaciones que tienen, las actividades, el
progreso y la fama de su “ministerio”, lo apretado de su agenda, la
tremenda “unción” que habita en ellos, los demonios que echan fuera, la
amenaza que representan aún para el mismísimo infierno, en fin las
predicaciones de ahora aunque no todas pero si una gran parte de ellas,
exaltan en una forma desmedida a iglesias, letreros, misiones,
ministerios, concilios, hombres y no al objeto principal de esta, la
persona y obra del Señor Jesucristo el cual derramó hasta la última gota
de su preciosísima sangre en la cruz del calvario para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Esta es la
razón por la que me urge compartirles tres principios indispensables que
todo buen predicador debe tener en cuenta a la hora de exponer la Palabra De Dios a los creyentes o a los incrédulos.
Notemos en primer lugar lo que dijo Pablo a los corintios:
I. “Porque no nos predicamos a nosotros mismos…” (V. 5[a]).
Aquí habla de
la prohibición del predicador. Como tal, Pablo se negó a predicar
asimismo sus palabras y hechos, sabiendo que le estaba y está
terminantemente prohibido a todo predicador hacer semejante barbarie.
Y he aquí 3 razones para no predicarse a sí mismo.
a) Primera razón: Un buen predicador o heraldo de la Palabra
de Dios, no busca gloria de los hombres de este mundo, la rechaza
contundentemente. “…ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros,
ni de otros…” (1Tesalonicenses. 2:6). Muchos de estos tipejos de la
predicación moderna, cuando abren su boca lo hacen con el propósito de
recibir el aplauso y la alabanza de los hombres, más Jesús hablando de
los que hacen tales cosas dijo estas palabras: “…les aseguro que ellos
ya tienen su recompensa...” (Mateo 6:2, 5, 16).
Aquí
la palabra recompensa es un término comercial y significa pagado por
completo, en otras palabras si el individuo predica para que los hombres
lo vean, lo verán y ya, eso fue todo, no recibirá nada más, ya se le
pagó en total. Uno de los atributos morales de Dios es la justicia, por
medio de la cual el premia o castiga al hombre según sea su obra.
Por
eso: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para
ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro
Padre que está en los cielos.”(Mateo 6:1).
No
es el acto de predicar lo que Dios condena, entiéndase bien, sino el
motivo por el que se predica. Y si nuestra motivación es la
notoriedad (ser vistos por los hombres), entonces esta será la única
recompensa que recibamos, Dios no recompensará jamás la hipocresía.
b) Segunda razón: Un buen predicador no predica su propio evangelio.
“Como
te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que
mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina.” (1Timoteo 1:3).
A pesar de la
seriedad con que se hizo esta prohibición, la predicación de otro
evangelio en los medios cristianos es evidente, y esto entre los hombres
de Dios, es causa de asombro. Pablo con relación a este hecho
lamentable, con celo de Dios, pudo decir: ¡Estoy maravillado! Del mismo
modo, nosotros que contendemos ardientemente por la fe que una vez nos
fue dada, nos maravillamos. Nos maravillamos al ver lo que está
sucediendo últimamente en el seno eclesial, nos maravillamos al ver a
predicadores como Cash Luna haciendo declaraciones tan aberrantes, nos
maravillamos al ver a Guillermo Maldonado autoproclamándose “maestro” de
los gentiles, nos maravillamos al oír a un falso profeta como Rony
Chaves nombrándose “apóstol” de apóstoles, nos maravillamos al oír a
Cesar Castellano, Ana Méndez, Adrián Amado y a una sarta de lobos
rapaces vestidos de ovejas, presentándose a sus víctimas como “escogidos
de Dios” para provocar según ellos un “avivamiento” que sacudirá
tremendamente a las naciones del mundo entero.
Para
aquellos “…que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y el mal [Cristianos maduros en la
fe].” (Hebreos 5:14). Les pregunto ¿No les sabe esto a otro evangelio?
Efectivamente EL “EVANGELIO” SEGÚN SAN “YO”, el evangelio que
está de moda en muchos púlpitos llamados cristianos, ya no es el
evangelio según san Mateo, Marcos, Lucas y Juan los cuales relatan las
obras portentosas de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ahora es el
evangelio que habla únicamente de las obras del predicador, el evangelio
egocéntrico, el evangelio que no toma en cuenta a Dios sino al hombre,
el evangelio que niega abiertamente a Dios el único soberano y a nuestro
Señor Jesucristo. Esa es la clase de evangelio que nos están predicando
en esos famosos congresillos “apostólicos” y “proféticos” estos que
dicen representar a Dios, un evangelio paupérrimo, un evangelio mísero
que en nada absolutamente en nada aprovecha a los creyentes, peor a los
incrédulos. Al contrario los conduce más y más a la impiedad y en el
peor de los casos hasta el mismísimo infierno.
Para
vergüenza del cristianismo primitivo la iglesia del Señor está plagada
de falsos predicadores y por consiguiente de falsas predicaciones, y
esto es así porque se ha corrompido el sentido puro y sano de la
predicación (Gálatas 1:7), la cual no es otra cosa que dar un mensaje de
parte de Dios. Dios emite el mensaje, el hombre recepta dicho mensaje.
El predicador por decirlo así es un mensajero con la tarea de dar a
otros el mensaje que Dios le ha dado; pero cuando este hace a un lado a
Dios, y se predica a sí mismo, hablando de sus hechos y experiencias a
expensas de los dichos y hechos de Dios, corre el grave peligro de
predicar su propio evangelio. Y toda predicación carente de Dios, es
decir que no provenga de él, es simplemente ¡Voz de hombre y no de
Dios! (Hechos 12:22).
c) Tercera razón: Un buen predicador no acarrea, evita la maldición divina:
“Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Como
antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica
diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”(Gálatas
1:8-9).
Ay del
predicador que se atreva a predicar “otro” evangelio, distinto al único y
verdadero evangelio predicado por Cristo y sus apóstoles, más le
valdría no haber nacido. Porque de cierto os digo, que el tal, caerá,
ineludiblemente bajo la maldición divina, su atrevimiento no quedará en
la impunidad, Dios lo castigará con la dureza que el caso merece: “Yo
testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas
que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras
del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y
de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.”
(Apocalipsis 22:18-19).
“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella…” (Deuteronomio 4:2).
“No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:6).
Predicadores, si en algo valoramos nuestras almas, prestemos atención al castigo, y a quien lo establece.
Hasta aquí
hemos hablado solamente de la prohibición del predicador, veamos ahora
el tema central del predicador; leamos por favor la segunda parte del
texto en consideración.
II. “…sino a Jesucristo como Señor,…” (V. 5[b]).
Si echamos un
vistazo al perfil biográfico de Pablo, descubriremos que este hombre en
verdad tenía de que gloriarse, notemos por un momento lo que era antes
de su conversión:
“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.”(Filipenses 3:4-6).
Ahora veamos lo que fue después de su conversión:
Echaba fuera demonios (Hechos 16:18).
Dios obraba milagros extraordinarios por su mano (Hechos 19:11-12).
Fue mordido por una víbora venenosa y salió ileso (Hechos 28:3-5).
Recibió grandiosas revelaciones. (2 Corintios 12:1-2,4,7).
Fue constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. (2Timoteo 1:11).
Escribió 14 de las epístolas que hoy constituyen gran parte del NT.
Pablo
era sin lugar a dudas (un instrumento poderosísimamente usado en las
manos de Dios), pero jamás de los jamases se les subieron los humos a la
cabeza, como se les sube a muchos, cuando hacen esto o aquello.
Yo
sé y estoy seguro que si alguno de estos “superapóstoles” hubiese
estado en el lugar de Pablo; hace mucho que hubiese dado a conocer a los
medios televisivos, el potencial que hay en ellos, la facilidad que
tienen para hablar, y demás fanfarronadas como estas.
“Sin embargo
si quisiera gloriarme, {hablando Pablo} no sería insensato, porque diría
la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en
mí ve, u oye de mí.”(2Corintios 12:6).
He aquí un modelo de predicador, cuyo tema central en la predicación no era su propio “yo” sino Jesucristo:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” (Gálatas 2:20).
“…pero nosotros predicamos a Cristo crucificado…” (1Corintios 1:23).
“Porque me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado.”(1Corintios 2:3).
“Por tanto, os ruego que me imitéis.”(1Corintios 4:16).
No basta con
ser predicadores, cualquiera, hasta el diablo y sus demonios lo
son(2Corintios 11:14-15). Hemos de seguir el buen ejemplo que nos dio
Pablo, a mi juicio uno de los más grandes predicadores que ha tenido el
evangelio.
Que
diferente a los mequetrefes que hoy se dicen ser “predicadores del
evangelio” ¿Dé qué evangelio? es la pregunta, porque del evangelio
bíblico y ortodoxo no quieren saber nada, al contrario de sus bocas solo
escuchamos “el evangelio según san yo”.
Pero
hoy les digo a todos esos predicadores exhibicionistas, ¡Basta ya!,
¡Basta ya! De predicaciones propagandistas, ¡Basta ya! De proselitismo
religioso ¡Basta ya! Me escuchan predicadores ¡Basta ya! Los oyentes
necesitan más que meras palabrerías con el nombre de evangelio, la mujer
de mal vivir, el borracho, el idólatra y aún la misma iglesia del Señor
necesitan desesperadamente que le prediquen a Jesucristo (Juan 6:68;
15:5; Hechos 4:12), este es el nombre sobre todo nombre (Filipenses
2:9), y eso implica que está por encima de cualquier hombre, sin
importar cuantos milagros realice, ni los muertos que resucite,
Jesucristo estuvo, está y estará sobre, no bajo, sobre todo nombre que
se nombra, en los cielos, en la tierra y debajo de ella (Efesios
1:21-22). Por lo tanto, quien en todo lo que se diga o haga, debe tener
la preeminencia, no es el predicador sino Jesucristo, Rey de reyes y
Señor de señores (Apocalipsis 17:14; 19:16), y porque no decir Apóstol
de apóstoles (Hebreos 3:1), Profeta de profetas(Hechos 3:22),
Evangelista de evangelistas (Mateo 4:23), Pastor de pastores(Hebreos
13:20; 1Pedro 5:4), y Maestro de maestros (Mateo 23:8; Juan
1:38).Perdonen la euforia pero estoy predicando a Jesús. Solamente él
salva, sana, perdona, liberta y viene pronto. Fuera de él los demás son
puro cuento.
Myer Pearlman, un teólogo que dedicó gran parte de su vida a la enseñanza, una vez dijo:
“Cristo ha hecho posible la salvación proporcionándola; la iglesia debe hacerla una realidad proclamándola.”
“Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El
que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado.”(Marcos 16:15-16).
Desde luego
que no se trata de «un» evangelio sino «del» evangelio. Es de vital
importancia saber distinguir entre «un» evangelio y «el» evangelio. En
cuanto a lo primero han surgido muchos “evangelios”, entre ellos “el
evangelio” según san yo”(2Corintios11:4; Gálatas 1:6,8-9; 1Timoteo 1:3;
6:3), en cambio «el» evangelio es uno (Gálatas 1:7), y se diferencia de
los otros. Primero, porque se basa en la autoridad y veracidad de las
Escrituras (Romanos 1:1-2), segundo, porque son buenas nuevas, las
buenas nuevas de que Dios ha provisto gratuita salvación a los pecadores
no salvos por medio de su Hijo Jesucristo.
El
tema central del único y verdadero evangelio, ha sido, es y será
Jesucristo, Señor y Salvador nuestro, y no solamente nuestro sino de
todo aquel que en él cree.
Finalmente quiero hablarles de la presentación del predicador.
Leamos lo que dijo Pablo en la última parte del versículo 5 del capítulo 2 de segunda a los Corintios.
III. “…y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús....” (V. 5[c]).
Nótese que
Pablo aunque era un gran apóstol (Ro. 1 :1,4-5; 1 Corintios 1:1; 2
Corintios 2:1; Gálatas 1:1; Efesios 1:1; Colosenses 1:1; 1 y 2 Timoteo
1:1; Tito 1:1), en está ocasión, no dijo que lo era, ciertamente hubo
ocasiones en que se vio obligado a vindicar su apostolado, pero lo hizo
porque algunos falsos maestros lo cuestionaban duramente (1 Corintios
9:1-2; 2 Corintios 12:12; Gálatas 1:1). Por otra parte, Pablo señaló su
apostolado no con orgullo personal, ni como teniendo señorío sobre los
que estaban a su cuidado (1 Pedro 5:3; 2 Corintios 11:28), sino con
humildad y sencillez de corazón, ya que el Señor mismo lo apartó, llamó y
capacitó para llevar a cabo este noble oficio (Hechos 9:15; 26:15-18;
Romanos 1:1). Por último, escuchemos lo que Pablo dijo de sí mismo: “yo
soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado
apóstol...” (1Corintios 15:9-10).
Volviendo
al punto de partida, Pablo siendo un apóstol legítimo no tomó en cuenta
lo que era, humildemente se presentó como siervo (esclavo) a más de
Jesucristo, de sus hermanos por amor de Jesús.
Y esto concuerda precisamente con la enseñanza que Jesús les dio a sus discípulos acerca del servicio a otros.
“Entonces
Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero
entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos.” (Mateo 20:25-28).
Parecer ser
que los discípulos tenían un punto de vista bastante distorsionado
acerca de la grandeza en el reino de Jesucristo. Ellos pensaban en la
grandeza en términos de gobierno y dominio. Es similar lo que sucede en
la iglesia en el día de hoy, aquellos que se dicen ser “predicadores del
evangelio”, pero, que de predicadores no tienen sino solo el nombre,
llevados por una megalomanía voraz e insaciable, ambicionan poder,
prestigio, admiración, el uno se cree más que el otro, más importante,
más excelso, más usado. Basta solo dar oídos a las sandeces que
predican:
Eliseo
fue el profeta de la doble, Yo, yo el varón de la “triple unción del
espíritu”, eso no es nada, dice otro, mi “fe”, mi “fe”, es capaz de
obrar cualquier cosa que se me antoje, cuando quiera, como quiera, y
donde quiera ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de
mis “dones”, de mis “talentos”, de mis “experiencias”, del “poder” que
tengo para decretar, etc., etc.….
Todo el mundo
quiere ser “Grande”, “Cabeza no cola”, “Lucirse”, “Hacer gala de sus
credenciales eclesiásticas”, nadie quiere quedarse atrás. ¡Dios mío
hasta donde hemos llegado!
Esto es el
colmo de los colmos. Hemos hecho del cristianismo una competencia
atlética donde el que llega primero, se lleva el premio. Ejemplo de ello
es la llamada Misión Carismática Internacional del G-12 “Lo último en
revelación divina”. ¿Qué significa G-12? Sencillo “Gobierno de Doce” o
“Gobierno de los Doce”. Sus mismas palabras “Gobierno de los Doce”,
atestiguan contra ellos (Mateo 12:34; 2Timoteo 3:9), la meta es obvia
llegar a ejercer “poder” y “autoridad”, sobre todo y en todos. Este
espíritu dominionista es contrario a las palabras de Nuestro Señor Jesús
cuando dijo: “Mas entre vosotros no será así, no será así…” notemos que
no es un permiso para “dominar” o “conquistar” aquí hay una
prohibición, una negativa de por medio; pero, los predicadores del
“evangelio yoista” (Cash Luna, Guillermo Maldonado, Cesar Castellano y
compañía ya que son innúmeros), lejos de importarles lo prohibido por
Jesús, miden la grandeza por los altos logros que alcanzan. Sin embargo,
en el reino de Cristo, la verdadera grandeza radica en el servicio. De
manera entonces, que si alguno de nosotros anhela ser grande, ha de
ponerse primeramente al servicio de los demás. El que ocupa una posición
privilegiada en el cuerpo de Cristo que es la iglesia, ya sea
pastor-maestro, ya sea evangelista, ya sea cantor, ya sea lo que sea, no
se crea capataz, bájese de esa nube y comience a servir a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe. Tal como lo hizo Jesús quien no
vino a este mundo para que le sirvan sino para servir (Juan 13:1-17;
Filipenses 2:5-8).
De ahí que Jesús sea el ejemplo magistral del servicio humilde.
“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”(Juan 13:15).
Nosotros
llamamos a Jesús Señor y Maestro; y decimos bien, porque lo es. Y si él,
siendo Señor y Maestro tuvo que servir a sus discípulos (hombres
rústicos, comunes y corrientes, muchos de ellos pescadores iletrados),
¿Quiénes nos creemos que somos para no servirnos los unos a los otros? A
los ojos Dios “Todos los habitantes de la tierra (incluyendo nosotros)
son considerados como nada…” (Daniel 4:35), “Pero por la gracia de Dios
somos lo que somos…”(1Corintios 15:10), “…linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…” (1Pedro 2:9), “… a
fin de que nadie se jacte en su presencia.”(1Corintios 1:29).
Por eso, cada vez que tengamos delirios de grandeza, acordémonos de estas palabras:
“De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.”(Juan 13:16).
En relación a este versículo William MacDonald comenta:
“Todo aquel
que es enviado (cada discípulo) no debería considerarse demasiado alto
para hacer nada que Aquel que le envió (el Señor Jesús) haya hecho.”
“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (Juan 13:17).
Amados
consiervos en cuanto dependa de nosotros, independientemente de lo que
seamos, la posición que ocupemos, estimemos cada uno a los demás como
superiores a nosotros mismos. Tendámosle la mano al caído, las veces que
sea necesario, suplamos las necesidades físicas, emocionales y
espirituales de las personas, hagámonos que nuestras vidas al igual que
la de aquellos grandes hombres de Dios en el pasado, se caractericen por
servir humildemente a otros.
Porque
alguien dijo y con muchísima razón “Quien no vive para servir, no sirve
para vivir.” = Es un bueno para nada, alguien inservible y lo
inservible se arroja al basurero.
En Conclusión:
Los predicadores del “evangelio” según san “yo” dicen:
Guillermo
Maldonado: “Dios nos ha llamado a nosotros, los apóstoles, para que
traigamos toda esta reforma a cabo, implantándola dentro de la Iglesia;
la reforma es poderosa porque trae el Avivamiento; la reforma es lo que
trae el orden en las cosas... para poder estar en el filo cortante de
lo que Dios está haciendo hoy, tenemos que pegarnos a los apóstoles,
porque los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del
Espíritu de Dios. Los apóstoles son los edificadores del reino, son los
que tienen el diseño del discípulo, alabanza, adoración y evangelismo.
Los apóstoles reciben abundante revelación de Dios, es decir cosas que
están en la Biblia
pero por causa de las tradiciones nuestras no las vemos entonces Dios
toma esas verdades y se las revela al apóstol para que las de a conocer
al pueblo.”
Cash Luna: Se atreve a decir:
“Que las personas no pueden acercarse a él a 4 metros porque la unción es tan poderosa que no aguantarían.”
Rony Chaves: Dice lo siguiente en su web (www.ronychaves.org):
“El gobierno satánico sobre los pueblos se basa en principios babilónicos. Es un gobierno anti-Dios de oposición a la Palabra
del Señor y a los diseños divinos. Es un gobierno cuya plataforma es la
rebelión, el control y la idolatría ocultista. La estructura babilónica
de gobierno satánico es ilegal y usurpa derechos de los pueblos por
medio del pecado. En la medida en que se debilita la Estructura Apostólica en una nación (en la Iglesia), el gobierno de las tinieblas se fortalece.
Cuando la Iglesia pierde la Autoridad Apostólica se hace vulnerable al ataque de Satanás.
Por eso es que la Estructura Apostólica
debe ser levantada en las naciones para que a través de la misma, los
pastores y líderes sean enseñados a orar como conviene para atar a los
poderes demoníacos. La estructura falsa y usurpadora de Satán caerá al
levantarse el orden apostólico. Apóstoles deben ir a las naciones para
hacer discípulos, luego los profetas y después los maestros para enseñar
y equipar a los intercesores.
Las
estructuras religiosas impiden que surja el modelo divino (apostólico).
Por eso es que lo profético de Dios es la respuesta de Dios en el Nuevo
Milenio, es la respuesta divina para traer un cambio en el orden y
gobierno de la Iglesia.
Lo
profético y lo apostólico es la respuesta del Señor a los profetas e
intercesores que ha comenzado a incomodar al diablo, a los sistemas
religiosos y a las estructuras de control de autoridad (aún las
evangélicas).
La Estructura Apostólica
que el Espíritu Santo restaura en el Cuerpo de Cristo ha incomodado ya a
la estructura pastoral y denominacional de muchos lugares,
lamentablemente. En este proceso de Reforma Eclesiástica, tenemos que
tener paciencia, pues al final del mismo, muchos habrán permitido al
Espíritu Santo, hacer el cambio. Aleluya.
Es necesario establecer el orden apostólico para desplazar y anular el gobierno de Satán.”
En respuesta a este “evangelio” ególatra solo me queda decir:
“Predicadores de esta calaña no merecen sino el desprecio nuestro.”
Y me dirijo de esta forma para muchos tal vez ofensiva e hiriente (Juan 6:60-61),ya que:
“No existe peor predicador, que el que hace de la predicación un medio para darse propaganda”.
Dios les bendiga hoy y siempre.
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