“…y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos…” (Apocalipsis 2:2).
Introducción
En
su discurso de despedida en Mileto Pablo el apóstol advirtió a los
ancianos de Éfeso que después de su partida entrarían en medio de ellos
hombres que, como una jauría de lobos rapaces, no tendrían misericordia
del rebaño del Señor. (Hechos 20:29). En vista a esa amenaza próxima, los ancianos deberían estar en guardia, velando en todo tiempo por ellos, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo los había puesto. (vv. 28,31).
Con
el pasar del tiempo lo advertido por Pablo se cumplió a cabalidad. Para
el tiempo en que Juan escribiera la carta a la iglesia de Éfeso falsos apóstoles, que por fuera vestían como ovejas, más por dentro eran lobos rapaces (probablemente judaizantes), invadieron
el redil de las ovejas de Éfeso a fin de hacer presa de ellas sin
embargo aquella iglesia tuvo muy en cuenta la advertencia hecha por
Pablo tiempo atrás no se comían, por utilizar una frase, el cuento tan
fácilmente sino que probaban minuciosamente a los que venían a ella
diciendo que eran apóstoles y los hallaron mentirosos.
Hoy parece que la historia vuelve a repetirse. Bajo el pretexto de que “Dios está restaurando los cinco ministerios de Efesios 4:11”, especialmente
el del apóstol al que se da mayor énfasis que a los demás, multitud de
hombres-lobos astutamente disfrazados se presentan a sí mismos como
“apóstoles”, y “apóstoles”, que de forma exclusivista aseguran poseer
“nueva y mayor revelación”, que lo ya revelado en la Biblia, hombres
pedantes, que ostentan “altos rangos eclesiásticos y niveles de unción”,
y a quienes hay que someterse sin cuestionarles en lo más mínimo.
Es
en momentos como este que debemos ser diligentes igual que Éfeso al
probar cuidadosamente a los que vienen a nosotros diciendo ser
“apóstoles”. No podemos darnos el lujo de creernos cándidamente todo lo que nos digan. Debemos tener fe pero no ser crédulos ya que existe una marcada diferencia entre el ser crédulo y el ser creyente.
El crédulo a todo lo que escucha dice amén “El simple todo lo cree.” (Pr. 14:15a),o sea es presa fácil de los fieras salvajes vestidas de mansas ovejitas.
Mientras que el creyente todo lo que escucha prueba, indaga, juzga, examina e investiga “…el avisado mira bien sus pasos.” (v. 15b), dicho
de otro modo antes de dar su aprobación respecto a cualquier asunto
analiza cautelosamente lo que oye a fin de no ser víctima del engaño.
A
través de la Biblia se nos exhorta a los cristianos de todos los
tiempos a que seamos juiciosos en todo momento, a saber: capaces de
emitir juicio sobre tal o cual situación, conducta, hecho o persona (Mt. 7:15-20; Hch. 17:11; Ef. 5:10; 1Co. 14:29; 1Ti. 3:10a; 1Ts. 5:21; 1Jn. 4:1). Y esto es precisamente lo que haré de inmediato para ver si los apóstoles modernos son lo que dicen ser.
I. ¿Qué significa el término apóstol?
En
esta parte, explicaremos de forma sencilla pero a la vez contundente lo
concerniente a este término, por cierto, tan mal definido por algunos
que erguidos hoy por hoy se autoproclaman ser “apóstoles”, sin tan
siquiera saber cuál es su verdadero significado.
Según el Diccionario Bíblico Mundo Hispano J.D. Douglas & Merrill C. Tenney,el término Apóstol del gr., apóstolos, significa sencillamente enviado, misionero o embajador. A lo largo del NT este término se aplica de tres diversas maneras a varios hombres como lo veremos a continuación:
1. Señala a Jesucristo, el enviado de Dios a esta tierra con una misión específica, salvar a los pecadores no arrepentidos de la condenación eterna(Jn. 3:17; 13:16; Heb. 3:1), en este sentido Jesucristo es un apóstol de Dios, el Apóstol de apóstoles, el Apóstol por antonomasia para ser más preciso.
2. Designa comúnmente a
un miembro del grupo de los doce discípulos que Jesucristo mismo
escogió para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad y poder para sanar enfermedades y para echar fuera demonios (Mt. 10:1–8; Mr. 3:14; 6:13–19, 30; Lc. 6:12–16; Hch. 1:26; Ap. 21:14). En
esta misma categoría entra Pablo quien pese a no haber estado junto a
Jesucristo durante todo el tiempo de su ministerio terrenal fue testigo
visible de su resurrección física (1Co. 9:1; 15:8), y llamado por elección divina (Gá. 1:1; Ef. 1:1; Col. 1:1; etc.), sucesos que certifican fehacientemente su apostolado, convirtiéndose así en el último de los apóstoles.
Fueron estos apóstoles junto con los profetas del AT los que pusieron el fundamento (Ef. 2:20), ¡Entiéndase!, en lo que enseñaron acerca de la persona y obra del Señor Jesús siendo Él, el fundamento perenne (Mt. 16:18; 1Co. 3:11), y la principal piedra del ángulo (Ef. 2:20b), en quien todo el edificio, que es la iglesia, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor (v. 21), y morada de Dios en el Espíritu (v. 22).
3. Designa en sentido general a misioneros destacados. Por ejemplo, →JACOBO el hermano del Señor (Gá. 1:19), → BERNABE (Hch. 14:4,14),→TIMOTEO y SILVANO (1Ts. 1:1; 2:6), →ANDRONICO y JUNIAS (Ro. 16:7). En (1Co. 15:5,7), Pablo
evidentemente distingue entre <<los doce>> (categoría 2,
arriba) y <<todos los apóstoles>> (categoría 3). De esto
estaré hablando en detalle más adelante.
Teniendo
claro los distintos significados donde aparece el término apóstol
podemos aplicarlos correctamente sin que haya malas interpretaciones
escriturales.
Por
otro lado, el término o título de apóstol jamás tuvo la intención ni la
tendrá de diferenciar a uno de otros, implantando una especie de
autoridad jerárquica eclesiástica que subyugue inclemente a otros a
diestra y siniestra.Es cierto
que los apóstoles jugaron un papel importante en el aspecto fundacional
de la iglesia; pero también es cierto que ninguno, basado en su oficio,
posición y título (Gá. 2:9), reclamó
para sí reconocimiento, obediencia ciega y autoridad suprema sobre
otros (cosa que arbitrariamente suelen hacer los llamados “apóstoles”,
de turno). Antes bien, conscientes de la enseñanza dada por su Señor y
Maestro (Mt. 23:8), obraron de acuerdo a ella. Por ejemplo Pedro que era considerado por muchos cristianos judíos como el principal apóstol (Gá. 2:11), no por ello tuvo el primado infalible entre ellos;es más, en una de sus epístolas escribe humildemente:
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos,
y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante
de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre
vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.”(1P. 5:1-3).
Por
esto sabemos que dentro de la iglesia del Señor no existen jerarquías
eclesiásticas compuestas por una gama de “súperapóstoles y profetas
especiales”, al mando. Aquello es simple y llanamente la vieja y
aborrecible obra y doctrina nicolaíta (Ap. 2:6,15), que
en tiempos primitivos dividió al pueblo en grupos, lo cual dio lugar
prontamente al surgimiento del sistema clerical en la iglesia romanista.
A los ojos de Dios, todos los creyentes sin preferencia alguna somos iguales(Mt. 23:8), nadie (excepto Cristo la cabeza de la iglesia que es su cuerpo), está por encima de nadie.
Dicho esto consideremos lo siguiente:
II. ¿Cuál era el requisito para ser un apóstol?
Tras el suicidio de Judas Iscariote quien fue contado con los doce, y tuvo parte en el ministerio con ellos (Hch. 1:17), Pedro ansioso de que se completara el número de los apóstoles, por obvias razones, (Mt. 19:28; Ap. 21:14), tomando
la palabra en medio de los hermanos propuso los requisitos
indispensables para que otro reemplace y tome parte del ministerio y
apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio
lugar(Hch. 1:25).
Pedro comienza su intervención diciendo lo siguiente:
· Requisito #1.- “Es
necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con
nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre
nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de
entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros…” (vv. 21-22).
Según
estos versículos era de vital importancia que el candidato al oficio
apostólico hubiese andado con Jesús desde su bautismo por Juan hasta su
posterior ascensión.
· Requisito #2.- “…de su resurrección.” (v. 22).
Seguidamente debía haber presenciado la resurrección corporal del Señor Jesús.
Aunque
Pablo no cumplía con el primer requisito, el segundo lo cumplió
cabalmente al haber visto con sus propios ojos al Cristo resucitado (1Co. 9:1; 15:8). Otra
prueba que sitúa a Pablo al mismo nivel de los doce y que hace que la
defensa de su apostolado tome aún mayor fuerza se debe al hecho de que
fue nombrado y constituido como apóstol por Cristo mismo (Hch. 9:1-31; 26:16-18; Gá. 1:1; 1Ti. 1:1; 2:7), viniendoa ser el último de todos los apóstoles lo cual inhabilita de golpe y porrazo a cualquiera de los que al presente proclaman serlo.
Volviendo al asunto del que reemplazaría a Judas Iscariote en su oficio como apóstol (Hch. 1:20), luego de que Pedro citaré las dos cualidades que se requerían para ser un apóstol (vv. 21-22), en
un acto de mutuo acuerdo señalaron a Dos hombres: José… por sobrenombre
Justo y a Matías, rotundos candidatos. Y orando al Señor para que
mostrará cuál de ellos habría de ser escogido, la suerte (un método de
discernir la voluntad divina en el AT <<Pr. 16:33>>), cayó sobre Matías; el cual fue contado con los once apóstoles (vv. 24,26).
Nótese
que a diferencia de los “apóstoles”, que hoy se ordenan a sí mismos en
la elección de Matías los apóstoles no obraron de forma independiente
sino que oraron al Señor quien lo escogió para que tomase el lugar de
Judas Iscariote y de este modo se completase el número vacante
(duodécimo), de los apóstoles. Pasado este suceso no hay registro alguno
en la historia de la iglesia primitiva que indiqué una “sucesión o
continuación de apóstoles”, (Hch. 12:1-2; 1Ti. 3:1-10,12-13), como nos lo quieren hacer creer los exponentes del “Naciente Apostolado, o Nueva Reforma Apostólica”, la cual no es otra cosa que doctrina católico-romana.
Ordenación al sacerdocio.
Dentro de la teología católica, la doctrina de la sucesión apostólica mantiene que la Iglesia Católica es la sucesora y heredera espiritual de los apóstoles.
En
base a toda esta información es un absurdo grotesco enseñar que el día
de hoy exista una “sucesión o línea ininterrumpida de nuevos
superapóstoles”, o una casta especial de ellos puesto que para ser un
apóstol en los inicios de la época cristiana, reitero, y no me canso de
ello(Flp. 3:1), era
requisito indispensable haber caminado junto a Jesús durante los tres
años de su ministerio público y ser testigo ocular de su resurrección.
Pregunto
¿Cuántos de estos “apóstoles modernos”, que pululan por doquier cumplen
satisfactoriamente con estos requisitos? La respuesta es obvia ¡Ninguno!, por
muchas credenciales y diplomas que presenten, o por muchos sueños o
visiones que cuenten la respuesta seguirá siendo la misma ¡Ninguno! Con
la muerte de los doce y posteriormente de la de Pablo el ministerio u
oficio apostólico cesó para siempre, volviéndose este único e
irrepetible.
Los que están en completo desacuerdo con esta verdad bíblica e irrefutable de seguro argumentaran:
“y qué de los demás apóstoles mencionados en la Biblia”
Jacobo, hermano del Señor (Gá. 1:19), Bernabé (Hch. 14:4, 14),Andrónico y Junias (Ro. 16:7), Tito (2Co. 8:23), Epafrodito (Flp. 2:25),Timoteo y Silvano (1Ts. 1:1; 2:6).
A
simple vista pareciera que hubiera una contradicción pero no la hay.
Los apóstoles a los que se alude en estos versículos son ni más ni menos
que los misioneros enviados a predicar el evangelio donde Cristo no ha sido predicado (Ro. 15:20), de modo que se salven almas y se planten iglesias locales.
Al respecto comenta el Dr. Antonio Bolainez en un panfleto (Apóstol verdadero o falso), publicado en su pág. Web:
“Quienes
son los que han desempeñado el ministerio apostólico en estos últimos
cien años, indiscutiblemente que todos aquellos siervos que fueron como
misioneros a todas las regiones del mundo no evangelizado, en especial
América, que fue el último continente en llegar el evangelio, por cuanto
fue el último en ser descubierto.
La
inmensa mayoría de estos misioneros mayoritariamente europeos y
estadounidenses, renunciaron a sus privilegios de vida, y algunos
norteamericanos hasta hipotecaron sus casas para irse de misioneros a
Latinoamérica, sabiendo que probablemente nunca iban a regresar.
Estos
hombres enviados, fueron a estos países no a robar ni a quitarle nada a
estos pueblos, fueron a dar sus propias vidas al servicio del Señor
Jesucristo. Ellos fundaron múltiples iglesias, y de sus ministerios
hasta hoy en día siguen saliendo ministros; y aunque la mayoría de ellos
ya estén muertos la obra que iniciaron continua viva… ellos fueron
perfectos apóstoles, aunque nunca nadie les dio el título, pero es que
en el sentido general no necesitan que les digan apóstoles, sus hechos
hablaron y siguen hablando en una gran cantidad de misioneros y
supervisores de iglesias en todo el mundo.”
En
un sentido secundario e inferior son apóstoles aquellos que haciendo la
obra misionera van a otros lugares no evangelizados predican el
evangelio, discipulan nuevos convertidos y fundan iglesias locales para
luego así continuar con esta obra en otro sitio. Más esto no debe ser
motivo para que algunos al presente se igualen a Pablo o a los doce;
aquello es simplemente presunción de lo que evidentemente se carece.
En
un sentido primario como lo he venido explicando a lo largo de este
artículo, dentro de los requisitos necesarios previamente citados ¡HOY NO EXISTEN HOMBRES QUE EJERZAN EL OFICIO DE UN APÓSTOL!, aunque
algunos por ahí justifiquen neciamente la continuación del mismo. Lo
que sí está en vigencia y tiene validez absoluta para esta época es la
sucesión apostólica en cuanto a doctrina se refiere (Hch. 2:42; Ef. 2:20; 2Ti. 2:2). Y aquí encuentro acertado el comentario que hace al respecto el Dr. Charles Ryrie en la pág. 468 de su libro Teología Básica:
“....hay
una faceta legítima de la sucesión apostólica en que la doctrina de los
apóstoles es la que deben enseñar las generaciones subsiguientes (2Ti.
2:2), pero esa es una sucesión de doctrina, no de ordenación.”
Una
verdad tan clara como esta nos deja saber quiénes son verdaderamente
los “apóstoles actuales”. De esto abordaré brevemente a continuación:
III. ¿Quiénes son los apóstoles actuales?
Frente
a todo lo expuesto hasta ahora puedo asegurar sin temor a equivocarme
que aquellos que en este tiempo se hacen llamar “apóstoles”, en el
sentido o categoría de los doce y de Pablo no son sino una bandada de
farsantes y mentirosos, lo que en sus días Pablo llamó ciertísimamente: “…falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.” (2Co. 11:13), en
pocas palabras, jamás fueron llamados por el Señor Jesucristo como
tales, ellos mismos se adjudicaron para sí el título propiamente dicho a
fin de sacar el mayor provecho posible de ello.
Son
estos apostolillos que por avaricia explotan a sus víctimas haciéndoles
creer a base de lisonjas que serán ricamente bendecidos una vez que den
para sus “ministerios”, ¡Que fraude más grande! otros son tan
descarados que citando textos fuera de contexto dicen: “antes se traía todo a los pies de los apóstoles; qué te impide ahora traérmelo todo a mí”. Y
eso todo incluye lujos y derroches de toda clase, ropas de marca,
hospedaje en hoteles 5 estrellas, mansiones valoradas en millones de
millones, carros del año, alhajas de oro purísimo de tantos quilates,
dinero en abundancia, etc., si no piden la mujer del prójimo es porque
ya sería demasiada la sospecha que levantarían.
En comparación con todos estos que al presente usan la Biblia para lucrarse del bolsillo ajeno Juan Teztel, es nada de nada.
Suena gracioso pero es la pura verdad.
Continuando con Pablo, el apóstol nos deja saber algo mas respecto al carácter de los falsos apóstoles: “Y
no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como
ministros de justicia…” (vv. 14-15a). Es bien sabido que Satanás busca imitar a Dios a como dé lugar y así como Él tiene ministros a su disposición asimismo Satanás tiene
los suyos y en ocasiones se vale de ellos para llevar a cabo sus
malévolos propósitos. Por tanto, no debería de extrañarnos que detrás de
toda esta promoción con disfraz de “nuevo apostolado”, se oculten un
buen número de ministros satánicos “…cuyo fin será conforme a sus obras…” (v. 15b), al final a ellos se les dará a probar una cucharada de su propia medicina.
Conclusión
Más
allá del título, más allá de la apariencia, más allá de cualquier
terminología religiosa examinémoslo todo a la luz del Sagrado Libro, la
Bibliaespecialmente en estos tiempos que vivimos, tiempos peligrosos donde el engaño es el arma más eficaz que Satanás tiene a su favor.
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