sábado, 4 de agosto de 2012

No es maravilla que Guillermo Maldonado sea apóstol


Por Textulia de Edwin Sánchez | Blog-Ciudadano


Es increíble cómo alguna gente prefiera escuchar el Evangelio del “Apóstol” Guillermo Maldonado, que la Palabra de Dios.

El lema de “tiempos de cambio para Nicaragua”, en realidad, quiere decir, tiempos de cambios del Evangelio de Cristo por el de los que se disfrazan de apóstoles. Si todavía hay dudas, recuerdo un hecho que revela profundamente a quién sirve verdaderamente esta estrella de la iglesia que practica la US$ dolartría.

El hombre que dice estar dispuesto a tener un jet personal, vino a enseñar su propio Evangelio. El “apóstol” Guillermo enseña que para dar una limosna se debe escoger el momento propicio, y si hay cámaras de televisión, transmisión vía satélite y mucho público, mejor para lucir una piedad calculada.

La noche del 2 de mayo, Maldonado aprovechó para marcar una diferencia entre el evangelio de Cristo y los que otros como él, ahora difunden. Una niña sordomuda que, al menos en el escenario fue presentada como curada milagrosamente, tras emitir sonidos guturales, el “conmovido apóstol”, “sollozando” y demostrando dominio escénico, se arrodilló, se metió la mano al bolsillo y frente a las cámaras, dijo que le iba a regalar 100 dólares. De hecho, fue lo único que gastó.

El Apóstol Mateo, por el contrario, testimonia lo que dijo Jesús, en el capítulo 6:1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 6:2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6:3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 6:4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Bien, se acaba de ir, y ya se anuncia la Segunda Venida…de Guillermo Maldonado. El último día de abril comprobé lo que de oídas me decían sobre el tele evangelista presentado como “apóstol”. Llegó a Managua con una cerrada propaganda en las calles de Managua, por radio y televisión y se le alojó en la suite presidencial del hotel más lujoso de Nicaragua. Ah, y se le pagó su viaje en Primera Clase.

Me di cuenta, entonces, que una buena parte de los hombres y mujeres cambian, y a veces sin darse cuenta. Y cambian los tiempos. Si antes, en las paredes de nuestras ciudades, escritas con letras apresuradas, con tinta barata, incluso con el contil de una cocina, se anunciaba “Cristo viene”, ahora, hay un poderoso efecto mediático para anunciar la llegada de “un apóstol”. Y las invitaciones, en la publicidad, en los spots, en las viñetas, ni siquiera alcanza el nombre de Cristo.

Don Guillermo trajo así un mensaje peligroso. Estamos ante una herejía que algunos, o todavía no logran procesarla o se hacen de la vista gorda: que la unción debe ser importada. Que las bendiciones deben ser enlatadas. Que ya ni eso se puede producir en Nicaragua: pedirle a Dios por nosotros mismos.

Deben ser del exterior, preferiblemente de los Estados Unidos, los que vengan a dar la palabra revelada. ¿Y qué pasó con los líderes locales, con los pastores de nuestras iglesias? ¿Es que no predican al Dios de Maldonado? ¿Y qué, entonces, han estado haciendo todos estos años, para que venga un “apóstol”, a decir que desde ahora, hay tiempos de cambio para Nicaragua?

Se critica a la Iglesia Católica que promueve la idolatría, por lo que llaman “adoración” de las imágenes. Pero esta Iglesia Evangélica con código de barras practica la dolartría, fomenta el culto a la personalidad y estimula la egolatría de personajes como Maldonado.

La Iglesia Católica es cuestionada porque pone y deposita toda su verdad en el Papa, y la nueva iglesia dolártrica promueve a los “apóstoles” y “profetas” como Maldonado, manipulando a la gente con necesidad para que vea a estos disfrazados de que son los autorizados por Dios para predicar la “palabra revelada”.

Se le señala agriamente al Vaticano toda la pompa con que se celebra los viajes del Papa y el uso de escoltas, Papamóvil, etc., pero los Maldonado empezaron a convertirse en caricaturas del Pontífice, además que se proyectan como los intermediarios entre Dios, que les anuncia sospechosamente la Palabra en sus iglesias de Estados Unidos ---más allá de lo que ya está en la Biblia--- para dársela a los hombres y mujeres de países subdesarrollados. ¿Cuál es la diferencia entre el Papa de Roma y los “papas” de esta versión dolarizada de la Iglesia Evangélica?

El mismo Maldonado aseguró en la conferencia de prensa del 30 de abril, que él no sabía quién les dio la palabra que predicaron los pastores anteriores a él, y que lo que sí sabía era que Dios le había enviado a Nicaragua a dar su mensaje. Y así, el “apóstol” en vez de motivar al pueblo a leer los 27 libros del Nuevo Testamento, promociona mejor los 27 libros escrito por él.

Por siglos, la Iglesia Protestante se basó en un principio que le costó la vida a muchos mártires: “una sola escritura”. Pero ahora, el Libro Sagrado ya perdió el sitial de honor en esta transnacional religiosa. ¿Se imaginan a un ex católico que “huyendo” de dogmas, bulas y encíclicas redactadas desde el Vaticano, se pasa a una iglesia “evangélica” que promueve la palabra de un hombre en libros, mensajes, CD, DVD, etc.?

Extraña religión que predica Maldonado. Debió abandonar Honduras para encontrar a Dios en el Sinaí de Estados Unidos. ¿Por qué si en realidad cuenta con todo el respaldo del Altísimo, tal cómo él lo propaga, no empieza por cambiar su nación?

En vez de leer los textos de Maldonado, instaría a estudiar los escritos del Apóstol Pablo. II Corintios advierte, por ejemplo: 11:13 Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.11:15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.

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